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Opinión

Natalia Saseta, Flavia Delmonte y el juego de los siete errores

Editorial
Agrandar imagen Diputada Natalia Saseta (PRO)
Diputada Natalia Saseta (PRO)

Senadora Flavia Delmonte (UCR)
Senadora Flavia Delmonte (UCR)

El juego de los siete errores es un pasatiempo clásico que desafía la capacidad de observación y atención. Consiste en comparar dos imágenes aparentemente idénticas y encontrar siete diferencias entre ellas.

Estas diferencias pueden ser objetos faltantes, formas distintas o elementos con colores diferentes. Cuando encuentras una diferencia, debes hacer clic en la imagen correcta para señalarla.

En este juego, que no es un juego, a diferencia del clásico, que acaba de describir la inteligencia artificial, nos proponemos señalar siete coincidencias entre dos legisladoras argentinas y con una única conclusión que las comprende por igual.

La primera coincidencia es de género, derribando la teoría de la desigualdad por completo, ya que la corrupción política en la Argentina no es privativa de un género u otro, sino de una crisis moral sin precedentes en la especie humana que habita este suelo, que no se hace distingos a la hora de saquear el erario público, para su propio beneficio. De tal modo que hacemos clic en la primera coincidencia, la crisis es moral y es de todos quienes pertenecen al sistema político, pues existen casos de corrupción que se cuentan por miles, causas judiciales que se cuentan por menos cantidad por aquellos de la colonización judicial, y en todos los casos tocan el 90 % de los partidos políticos.

La segunda, es que Natalia y Flavia, una diputada catamarqueña (PRO) y otra, senadora bonaerense (UCR), pertenecen a la misma coalición de Juntos por el Cambio. ¿Qué cambio representan? Ambas legisladoras en menor o mayor medida no entendieron que están en la política para servir a la comunidad y no para enriquecerse y usar el dinero público con fines personales. Son legisladoras para legislar, no para violar la ley como lo hicieron.Y por supuesto no merecen ocupar cargos públicos nunca más.

La tercera coincidencia y muy grave, por cierto, es que ambas tienen pedido de desafuero en curso. En el caso de Natalia Saseta, la mafia política enquistada en el poder, sea en el poder Ejecutivo o en el Poder judicial, están decididas en encubrir los cargos judiciales que pesan sobre ella, a pesar que la Justicia de Catamarca ya ha dado por probado el hecho denunciado por la víctima. Recordando que la mecánica del delito por la cual se la imputó y procesó, es la misma por la que se está juzgando a la senadora radical bonaerense. No importa el tamaño del hecho cometido y el daño económico, importa la forma con que asumen su función, de la peor manera, y la comisión de delitos que se agravan por la condición de las victimarias o autoras materiales.

Cuarta coincidencia: los fueros protegen temporalmente a ambas legisladoras, en tanto que como los pedidos por parte del poder judicial se mantienen firmes, los plazos de prescripción de la acción penal se mantienen suspendidos. Quiere decir que el día que pierdan los fueros por el paso del tiempo, la Justicia estará en condiciones de juzgarlas. En el caso de Flavia Delmonte, las pruebas también son contundentes y el pedido de desafuero se encuentra en curso, en tanto que el Senado bonaerense tendrá la última palabra y si procede a retirarle los fueros para que sea juzgada como cualquier hijo de vecino. Si se hubieran hecho las cosas como corresponde, Natalia Saseta no debería haber jurado como diputada para un nuevo mandato.

Quinta coincidencia: leyendo la defensa política que hicieron ambas legisladoras sobre su situación procesal, por supuesto que ambas negaron todos los cargos que se le imputan y en forma sorpresiva y como si se tratase de una refriega típica de colegio secundario, para zafar de las seguras amonestaciones, léase sentencia condenatoria, atribuyen responsabilidad o deseos de venganza a la víctimas que las denunciaron, indicando en ambos casos, los mismos argumentos, pueriles e increíbles, por cierto.

Sexta coincidencia: ambas legisladoras son jóvenes, se supone que de distinta generación de quienes fundaron la democracia del 10 de diciembre de 1983, porque ambas, Natalia y Flavia, nacieron y son hijas de la democracia, pero al decidir participar en política para cambiar el mundo tuvieron un grave error de percepción de la realidad, que fue entrar a la política pensando que era una muy buena oportunidad de ganar dinero fácil. Mucho dinero, porque sabemos, que la mayoría hace ésta práctica de birlar la dieta o salario a los empleados en la Argentina, para enriquecerse personalmente.

Séptima y última coincidencia, ambas legisladoras, no idearon el sistema de corrupción en el que se embarcaron ni bien entraron al mundo de la política, sino que lo copiaron. Se sabe que el populismo usa la táctica de nombrar a miles de funcionarios como una manera de colonizar el espectro y agrandar el estado. Juntos por el Cambio irrumpió en la escena política para generar un cambio de paradigma que Natalia y Flavia no entendieron.

La moral, que también abarca a la política, así como la inmoralidad cuyo concepto es oportuno refrescar, sobre todo para los distraídos que sostienen la carrera política de Saseta, vaya saber a cambio de qué, deberían saber que la inmoralidad es el comportamiento malo o incorrecto que va en contra de las leyes, normas o estándares morales de una sociedad. Ambas legisladores optaron por el inmoral método de Julio "Chocolate" Rigau. Por estas horas están apareciendo los chocolates digitales, que con seguridad también existen en Catamarca. Solo es cuestión de tiempo o de escuchar algún arrepentido. El Pucará recibe testimonio y pruebas y preserva las fuentes.

La inmoralidad se puede aplicar a personas, acciones, grupos o entidades que violan la moral, que es el conjunto de costumbres aceptadas en una comunidad. La inmoralidad implica saber o creer que se está haciendo algo mal. El párrafo que antecede está dirigido a las autoridades de la Cámara de Diputados de Catamarca y a los legisladores que de algún modo se encuentran en un estado de complicidad, encubriendo a una legisladora que ya debería estar inhabilitada en forma perpetua para ocupar cargos públicos, del mismo modo que se espera suceda con la senadora radical bonaerense a quien ya se le han probado delitos similares, con la misma mecánica en todos los casos.

La vida les dio una oportunidad, fueron privilegiadas al tener la ocasión de ser legisladoras, sin embargo, la ambición, el amor por el dinero, el poder como negocio y la plata fácil, las llevaron por el mal camino y el que las hace las paga. Y esto no es un juego, ni se trata de errores, son lamentables coincidencias sobre la inmoralidad que nos carcome y empobrece como sociedad organizada.

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