Como si se tratara de un combate de boxeo, el primer debate llevado a cabo en la Universidad del Litoral, los candidatos a presidente salieron a estudiar el rival con distintas estrategias. Algunos asumieron una actitud más agresiva ante la pasividad de otros. Esa agresividad se paga, no es gratis. La sociedad no quiere cocoritos.

Lo cierto es que los cuatro que saben que ya no serán presidente de la Nación Argentina, por lo menos en ésta oportunidad, salen con discursos de ensueños, salvo el trotskista que repite un libreto similar al que tenía Luis Zamora y que le escuchamos durante más de dos décadas. Dos de los restantes candidatos, hablan de un mundo de ensueños, de otro país, parece que ser gobernantes de un territorio similar a Atlántida, porque sus utopías resultan ser desmesuradas e irrealizables, en especial el caso de Espert, que da la impresión de ser de un vocero de lo que Macri no pudo hacer. Y el restante, es el bueno de Roberto Lavagna, bueno para Duhalde y Barrionuevo.

Roberto Lavagna es una especie de Carlos Tevez para Boca Juniors. Tuvo su esplendor cuando había piernas y juventud, ahora es el mismo apellido y algunos destellos de calidad. Lavagna fue algo que sus mentores creen que todavía tiene y no, el tiempo pasó y los contextos cambiaron sustancialmente. El pudo ser "alguien", con viento a favor y con el formidable "boom" de la soja y con los efectos post devaluación.

Ahora se advierte que los años no vienen solos, y los 77 años que carga se notan en la agilidad mental a la hora de proponer en tiempo tan justo sus propuestas de gobernabilidad, que otra parte son recetas que todos conocemos y que fueron más coyunturales que reales. Lavagna y Tevez están muy cerca del retiro definitivo, cada uno de su juego. Lavagna es un economista retirado al que le falta energía vital para ponerse al frente de un país complejo como es la Argentina.

El primer round entre los principales contendientes que más cerca están de acceder a la presidencia de la Nación, según algunos encuestadores increíbles, lo ganó Alberto Fernandez. Pero fue una victoria a lo Pirro, ya que el "dedito acusador" se le volvió en contra lo mismo que su agresividad y su verborragia altisonante.

El segundo round fue más concreto y es como que la aproximación de la fecha de las elecciones generales comienza a poner blanco sobre negro las posibilidades de cada uno. Siempre el que gobierna tiene más para exhibir que el contrincante, que encima se tiene que comer toda una hilera de desatinos, algunos de grueso calibre y otros imposible de levantar.

La sensación que nos quedó a todos, fue ver al presidente con más aplomo. Mantuvo su tono habitual, habló como hablan los ingenieros, pero esta vez lo hizo desde el centro del ring, como si algún hecho hubiera modificado esta pelea, que para el gusto de los ciudadanos de a pie es demasiado larga, pero eso es tema aparte. Lo cierto es que su mensaje es sincero, realista y alentador. Es creíble.

Otro rubro en el que el actual presidente ha mejorado notablemente es en la dicción. Y el dato no es menor. Los tiempos del debate son ajustados y requieren de varias composturas que seguramente han tenido una buena preparación y puesta a punto. El ganador de la PASO lució con menos energía que en el primer debate, no deslucido sino distinto, como si en la sesión de entrenamiento alguien le haya corregido su grosera altanera y sus movimientos de brazos, incluido el dedo acusador. O como si el acto de la 9 de Julio hubiera impactado en su pera de una manera bien sonora. Se sabe que en el boxeo, las piñas en la pera, son letales.

Después de la campaña de las 30 ciudades, los dos debates, y la impactante y espontánea manifestación de apoyo que recibió el presidente de la Nación, sumado al conocimiento de las graves irregularidades detectadas en la elecciones PASO, tales como  65 presidentes de mesa nunca designados, ahora con investigación penal, 10765 presidentes que NO figuraban en el padrón de esa mesa, 12000 presidentes de mesa afiliados al peronismo. Más estas cuestiones, no menores, que representa más del 20% sobre el total de 100.000 mesas habilitadas en las PASO.  En 1 de cada 5 mesas, hubo irregularidades comprobadas, el veredicto de éste combate es que hay balotaje.

El segundo tramo del debate exhibió los temas más difíciles de esquivar para Alberto Fernandez, tales como la corrupción de la Obra Pública, donde no tiene respuesta válida para esgrimir y menos argumentos sólidos para retrucar. En en el mismo sentido, la lucha contra el narcotráfico es tan severa y eficaz por parte de Mauricio Macri que la oposición no puede decir nada al respecto y menos por haber sido ellos parte del problema.