Cada momento malo o de estrés nos da la chance de crecer, nos da la oportunidad de demostrarnos algo. En el golf como en la vida. Estos tiempos de Coronavirus, donde todos estamos preocupados y llenos de miedo, no son una excepción.
El miedo esta definido como “Un sentimiento de desconfianza que impulsa a creer que ocurrirá un hecho contrario a lo que se desea”. Eso fue lo que sentí el jueves a la noche pasado cuando se confirmaba la cancelación del Players Championship. Me había saludado e interactuado con jugadores, agentes, periodistas y fans de todo el mundo.
Obviamente, había tomado los recaudos suficientes y seguido las normas recomendadas por los especialistas. Pero el miedo siempre está. Las dudas, al igual que cuando uno esta cerrando una buena ronda, aparecen. Alguna vez leí que el coraje no es la ausencia del miedo sino el dominio del miedo. Y eso es lo que me prometí hacer. Seguir el plan recomendado y confiar. Ser solidario y responsable. Concepto simple difícil de implementar, pero necesario para ganarle al virus.
Todos los grandes triunfos en nuestro querido deporte siempre van relacionados con vencer un miedo, una duda o un hecho no deseado. ¿Qué pasa si fallo este golpe? ¿Qué van a pensar si termino con un doble bogey? ¿Cómo quedaré si fallo este corto putt? ¿Voy a quebrarme bajo presión como la última vez? Hay que ganarse a uno mismo, a nuestros miedos.
Si hablamos a nivel mundial, hasta Tiger tuvo que hacerlo. Venció sus dudas para volver a ganar el Masters. En términos personales, todos (absolutamente todos los golfistas), tienen que ganar la batalla interna antes de conseguir algo grande. Ya sea el principiante que baja el 100 por primera vez, el que quiere llegar a una cifra, el que logra bajar el par por primera vez o el que consigue su primer triunfo como profesional.
Todos, en algún momento, escuchamos esa voz interna que nos pregunta “¿qué pasa si esto sale mal?”. Todos tuvimos miedo en una cancha de golf. Ese mismo miedo es el que nos da la oportunidad de demostrarnos algo. Nos da la oportunidad de crecer, de ganar la batalla interna, de callar esas voces y reemplazarlas por palabras de aliento, seguridad y confianza. No hay sensación más linda.
Lo mismo puede y debe suceder en estos tiempos. A comparación con el golf, esta es una pelea en equipo. No es la Ryder ni la Presidents Cup. Acá todos jugamos para el mismo bando. Pero al igual que esas competencias en equipo, sólo puedo controlar lo que yo hago. Preocuparme por mi propio juego y esperar que el resto haga su parte.
Tenemos la oportunidad de demostrarnos algo. De crecer como sociedad y como seres humanos. Con todos los miedos que nos genera la incertidumbre de este virus, podemos darnos cuenta de lo humano y generosos que podemos ser. Nuestra imagen está dañada. Muchas veces fallamos como sociedad así como hemos fallado con nuestros objetivos golfísticos.
Pero las grandes oportunidades llegan en los grandes momentos. Este es uno de ellos. Seamos solidarios. Seamos inteligentes. Seamos humanos. Pensemos en el otro y hagamos nuestra parte. Ganémosle al miedo y en el proceso volvamos a creer en nosotros. Tenemos la gran oportunidad de querernos más, de valorarnos más. De crecer. En cada crisis aparece la oportunidad. Aprovechemos esta oportunidad de demostrarnos que podemos.
(*) Golfista profesional
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