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Opinión

Sumergida en una crisis de valores, Argentina vota… más de lo mismo

Editorial

Los que creemos en la democracia como sistema de vida y forma de gobierno nunca vamos a perder la esperanza de construir un mundo mejor a través de los valores de la libertad y la responsabilidad.

Elecciones
Elecciones

Sin embargo, al poco tiempo de repasar la historia de nuestra joven democracia aun, nos encontramos que la espera ya se está tornando demasiado larga. Seguimos estancados, sobre todo en el desencuentro permanente, en los objetivos de la nación y nunca pudimos ni siquiera ponernos de acuerdo en 10 puntos básicos, que trascendieran la idea propia, la construcción individual para ir a la construcción social de estrategia de país, como se puede leer en la historia universal de las ideas políticas, ha sucedido en otras partes del mundo y así han logrado la prosperidad y el bienestar eternamente buscados.

Si volvemos a foja cero, teníamos un sistema perfectible allá por el año 1983 cuando se reestableció la Democracia. Y en esa desesperanza del tiempo transcurrido, nos encontramos con que lejos de mejorar lo que teníamos, nos decidimos a empeorarlo y los resultados están a la vista. No hay misterios a la hora de filosofar políticamente. Cuando como sociedad hacemos todo bien, los resultados no tardan en llegar. Cuando hacemos las cosas por la mitad, o más o menos, allí los resultados empiezan a ser malos. Y directamente, cuando hacemos todo mal, los resultados son siempre malos.

Nuestra crisis es de valores, es permanente y dejamos a nuestros apreciados lectores, que saquen sus conclusiones, acerca de cuál es el silogismo que mejor nos ubica en relación al presente. Nosotros desde ya, creemos que el andarivel del medio tirando hacia el último es nuestro presente. Nuestra crisis es permanente, porque no es una crisis política o económica, es una crisis moral, una crisis de valores donde priman los delitos contra la propiedad en casi toda la sociedad, sin importar donde se ubique cada uno.

Quizás hay que retroceder y refrescar conceptos básicos como el de la moral precisamente y sin asociarlo a ninguna cuestión de fe. No es necesario buscar comportamientos humanos en ningún libro sagrado, sino en el diccionario que define objetivamente a la moral como “Doctrina del obrar humano que pretende regular el comportamiento individual y colectivo en relación con el bien y el mal y los deberes que implican”. Donde se complica es en la conciencia del bien y del mal y sin dudas que es ahí donde la especie encuentra las mayores dificultades de la convivencia civil y organizada, porque en el nombre de las ideologías se cometen muchos crímenes y ni siquiera en algo tan elemental nos hemos puesto de acuerdo.

Está mal matar inocentes que no pueden defenderse; está bien, recibir la vida en todas sus expresiones y ocuparse de la felicidad de los seres vivos. Está bien esforzarse y lograr objetivos nobles en la vida. Está mal apropiarse de los bienes del otro, logrados con el esfuerzo personal y colectivo de una nación… y así podríamos volver a construir lo que ya fue construidos por los grandes filósofos de la historia. Sin embargo, para otros, esas situaciones son exactamente contrarias y en ese contexto ni siquiera están dispuesto a aceptar que otros ganen.

Sólo hay que nutrirse intelectualmente, leer y aprender que la historia de los pueblos libres ya fue construida por otras sociedades y les va muy bien o bien, para no ser tan triunfalista. Más cerca en el tiempo, quienes ganan en las urnas no siempre son respetados por quienes pierden, pues estos siguen insistiendo con sus ideologías, aunque las mayorías hayan dicho lo contrario y tornan o hacen imposible la gobernabilidad.

Aterrizando en nuestra realidad electoral del fin de semana, nos encontramos que el 80 % de las listas para ejercer el derecho al voto, están compuestas por ciudadanos que ya son funcionarios electos en contiendas anteriores, es decir que están convencidos de estar haciendo todo bien. Pero volviendo al silogismo planteado más arriba, les avisamos que nos está yendo mal, como sociedad civil organizada y aún no hemos alcanzado parámetros normales de lo que sería un estado de bienestar o algún porcentaje mínimo de felicidad. Si nuestra performance política es mala, volver a presentarme para que “me elijan” está mal y sin embargo observamos que insisten. Sucede que la política dejó de ser un servicio a la comunidad para transformarse en un trabajo, en un medio de vida y así nos va.

No existe consciencia del bien y del mal en materia política y la gran mayoría, insisten en pretender hacer creer que van a cambiar lo que ya no cambiaron antes, y de ahí es que surge el escepticismo y la falta absoluta de confianza en el sistema de representación y en quienes se postulan. La baja asistencia se debe a eso, en nuestra opinión, y a la sobre existencia de una sistema perimido, obsoleto, que permite que los representantes en realidad no representen a nadie. Y para colmo de males, las PASO no son otra cosa que una encuesta nacional no vinculante a nivel Nación sino meramente oponible a estructura partidarias manejadas por unos pocos vivos que solo buscan una solución individual postergando una y otra vez, los sueños de los argentinos.

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