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Opinión

Segunda dosis de "relato": el Gobierno cambió su comunicación ante la crisis de las vacunas

Hubo un tiempo en el que el Gobierno creía en que la campaña vacunatoria le podía jugar a favor desde el punto de vista político. Era cuando cada llegada de un avión a Ezeiza adquiría la relevancia de un acto político y reforzaba el discurso de que, en las malas, "el que te cuida es el Estado".

Visto desde la óptica electoral, el tema podía llegar a inclinar la balanza en favor del oficialismo si un 75% de la población llegaba cubierta con una dosis al momento de la votación.

Pero la escalada de errores e imprevistos -así como evidencias de que criterios geopolíticos primaron sobre los sanitarios- llevaron a una situación en la que ya el Gobierno parece resignarse a que, en el mejor de los casos, el resultado sea neutral.

"La campaña de vacunación ha resultado un dolor de cabeza para el gobierno", comenta a iProfesional el politólogo Roberto Starke, para quien no hay forma de que la aplicación de dosis pueda traducirse en votos. "El grado de improvisación es tan grande que los sectores medios, incluidos los vacunados con dos dosis, permanecen muy escépticos. Lo mejor que puede hacer el Gobierno es lo que está intentando hacer: avanzar con la vacunación para sacar el tema de la agenda como problema". 

Lo cierto es que las estadísticas de comparación internacional, que durante mucho tiempo fueron usadas como demostración del avance nacional en esta materia, ya ni son mencionadas por los funcionarios. Es entendible: hoy Argentina muestra números peores que la media tanto a nivel de fallecidos como de cobertura vacunatoria.

Cuando el mundo teme el efecto de la cepa Delta y hay países que ya iniciaron la campaña de la tercera dosis, Argentina apenas lleva un 13% de la población protegida con el esquema completo de dos dosis. Eso, según un relevamiento de la Fundación Mediterránea, supone un retraso de tres meses respecto de Uruguay, de cuatro meses respecto de Chile y de seis meses respecto de Israel.

Los funcionarios han insistido en la "evidencia científica" de que no cae la eficacia de la cobertura para aquellos que ya han pasado los tres meses desde su primera vacunación, pero lo cierto es que las encuestas marcan un cambio en el humor de la opinión pública a partir de que la campaña entró en una fase de estancamiento.

Bajando la intensidad 

Fue notorio el esfuerzo de la ministra Carla Vizzotti por despolitizar el tema, hasta ahora con escaso éxito. Luego de haber pedido "bajar la intensidad" sobre el tema, en su última conferencia de prensa recordó que los casos de incumplimiento de contrato no son exclusivos de Sputnik, sino que afectan a todos los laboratorios y que las autoridades argentinas han extendido sus quejas en todos los casos -no solamente en el difundido mail de protesta contra el Gobierno ruso-.

Pero, sobre todo, la ministra dio señales de apertura al anunciar que la mezcla de vacunas será ofrecida a elección personal de quienes estén con la segunda dosis pendiente. Así, quienes recibieron la vacuna rusa podrán pedir que se complete su esquema con la AstraZeneca o la Moderna -por ahora, no está previsto que la Sinopharm entre en la combinación-.

Lo llamativo es que esta “elección voluntaria” se ofrece aun cuando, según la ministra, va a haber una disponibilidad masiva de vacunas Sputnik en el corto plazo, tras haberse aprobado la fabricación a nivel nacional.

Pasaron apenas dos meses, pero parece que transcurrió mucho más tiempo desde que se anunció oficialmente que el laboratorio argentino Richmond estaría en condiciones de producir la vacuna Sputnik, a partir de la importación del principio activo importado desde Rusia.

Claro, en el medio cambió drásticamente el clima político. De manera que hoy podría ser contraproducente repetir el spot publicitario que, con las consabidas imágenes emotivas y el fondo musical del tema “Gracias a la vida” en la voz de Mercedes Sosa, anunciaba “otro logro de la ciencia nacional”.

Cambio de discurso

Los primeros síntomas los problemas del Gobierno habían llegado con el viraje en la postura de Alberto Fernández, que polemizó públicamente con Máximo Kirchner, cuando el Presidente impulsó el decreto que permitiría el ingreso de los laboratorios estadounidenses.

No fue menos el costo político a pagar. Primero, el agradecimiento de Fernández a su colega ruso Vladimir Putin –"los amigos se conocen en los momentos difíciles", había dicho en una conferencia, agradeciendo la llegada de la Sputnik- quedó desdibujada cuando se hizo evidente el retraso en el envío de la segunda dosis.

Así, primero el Gobierno tuvo que "resignarse" a aceptar la donación de la administración Biden, para que el problema de los adolescentes que necesitaban vacunarse se resolviera con las 3,5 millones de Moderna. Pese a no ser "amigo", Biden las envió gratis, a diferencia de Putin, que las cobraba a u$s9,95.

Pero, sin dudas, la mayor "claudicación" fue la llegada de la controvertida Pfizer, a esta altura ya convertida en todo un símbolo del capitalismo estadounidense. En ese momento, todos recordaron dos frases: una fue la de Cristina Kirchner, que en un acto en marzo había dicho con ironía: "¿Quién diría que las únicas vacunas con las que contamos hoy son vacunas rusas y chinas? Qué cosa, ¿no? Porque toda la vida decían que nosotros estábamos cerrados al mundo".

La otra frase asociada al laboratorio estadounidense fue el estribillo de la canción viral de Ignacio Copani, "trame la Pfizer", primero celebrado por la militancia y luego usado como boomerang por la oposición.

Desde lo político, el viraje fue doloroso para el kirchnerismo, pero, ante la evidencia del problema y con el calendario electoral jugando en contra, terminó primando el pragmatismo.

"Alberto se dio cuenta de que a la gente no le interesa de dónde viene la vacuna en tanto que la deje protegida. Ante temas de salud, se acabó la ideología. Y le ganó la discusión interna a Cristina, porque se hizo evidente que Putin no iba a cumplir su promesa y el peronismo iba a sufrir una debacle electoral", comenta el politólogo Diego Dillenberger a iProfesonal.

El error feliz

Sin embargo, el "relato" nunca se rinde y, si la realidad cambia, trata de adaptarse. Es así que desde el Gobierno se justificó que, gracias a la polémica carta de la asesora Cecilia Nicolini, el laboratorio ruso Gamaleya se apuró a dar respuesta para cumplir con su contrato.

En estas horas, se dio difusión al comunicado en el que los creadores de la Sputnik anuncian los acuerdos con laboratorios regionales -entre ellos, el argentino Richmond- para la fabricación masiva de la Sputnik a escala global. La aspiración es contar en un mes con tres millones de dosis fabricadas en Argentina a partir del componente enviado desde Rusia.

Pero el comunicado del equipo Sputnik no se limita a afirmar que su vacuna es efectiva, sino que alienta abiertamente el "cóctel" mediante la combinación con otras vacunas, y menciona explícitamente las pruebas realizadas con AstraZeneca, de resultados positivos.

Ante esa situación, el esfuerzo comunicacional del Gobierno se volcó a ponderar las bondades de la combinación.

A veces, con el argumento de la necesidad, como fue el caso del ministro de salud bonaerense, Nicolás Kreplak, que dijo en una entrevista: "Vamos a invitar a las personas a recibir las vacunas con lo que tengamos, de componente 2 o las combinaciones que hayan demostrado seguridad y eficacia, y el que no quiera podrá esperar".

Otras veces, el esfuerzo comunicacional del Gobierno apunta a transformar el defecto en virtud. Por ejemplo, un artículo de un medio oficialista que califica como "notable hallazgo" el hecho de que, por combinaciones erróneas de vacunas, se descubrió que la mezcla resultaba de una alta efectividad inmunológica.

El informe del ministerio bonaerense que, hasta el inicio de la campaña electoral, estuvo a cargo de Daniel Gollán, reconoce que hubo más de 1.000 casos erróneos de combinación entre Sputnik, AstraZeneca y Sinopharm. Y que, tras un seguimiento de estos casos, se llegó a la conclusión de que no sólo no hubo efectos adversos, sino que las cantidades y calidades de los anticuerpos fueron mejores que en si no hubiese existido la mezcla.

El estudio, que recibió calificativos como "apasionante" y "fantástico" por parte del oficialista Página 12, podría ser difundido a nivel internacional por su aporte a la experiencia vacunatoria, creen los funcionarios bonaerenses.

No todos están tan felices por las consecuencias de los errores, claro. Por lo pronto, ya está en marcha una campaña de adhesión de firmas para iniciar acciones legales contra el Estado por los casos en que se superó la etapa de tres meses para la aplicación de la segunda dosis de Sputnik.

Se estima que más de 800.000 personas se encuentran en esa situación, y el conteo aumenta día a día.

Los impulsores de las acciones legales -como la Asociación de Mujeres Americanas, una ONG activa en temas de familia- argumentan que el haber trabado el ingreso de otras vacunas como Pfizer puede tipificarse como "incumplimiento doloso de los deberes de funcionario público", previsto en el artículo 248 del Código Penal.

Fernando Gutiérrez

Argentina Gobierno Nacional relato segunda dosis

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