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Opinión

La agitación del fracaso en Juntos por el Cambio

Editorial

Las últimas elecciones PASO han servido para algo, no solo a nivel nacional sino a nivel local. A nivel nacional, la agitación recién comienza y el final tiene resultado incierto. A nivel local, el análisis debería ser breve y concreto, porque la ola de fracasos es continuada y es necesario poner un punto final. En los Aeropuertos la puerta de salida se indica con la palabra inglesa "exit" y al que le quepa el sayo, que se lo ponga.

De ahí que muchos dirigentes, especialmente radicales, traten de disimular o de respirar bajo del agua porque lo que menos quieren es aparecer en la superficie. No reúnen las condiciones necesarias para ejercer un liderazgo. Es necesario que tomen conciencia que para el electorado no son una opción válida. La tozudez, en política, es muy mala consejera.

No viene al caso hacer un recuento de los fracasos, porque son muchos y variados y los personajes se repiten sin solución de continuidad. El mito que se ha terminado de derribar en Catamarca es el de la Unión Cívica Radical. Hasta hace poco tiempo, desde afuera de la coalición se tenía la idea –equivocada, por cierto- que la UCR era el todo mismo dentro de la coalición de Juntos por el Cambio en Catamarca. Y esto, definitivamente, no es así. No es necesario repasar el escrutinio de las PASO. Son la tercera fuerza y la tendencia es irreversible, ningunos de los tres partidos califican para reunir un alto porcentaje de los votantes.

No podemos dejar de mencionar que, tanto a nivel nacional como a nivel local, el partido de Alem terminó eligiendo su posible presidente entre dos candidatos del PRO y esa situación inédita repercute en todo el país, aunque a muchos dirigentes no les guste o les cueste aceptar esa dolorosa realidad, que marca una declinación sostenida en la consideración del electorado.

Pueden ser orgánicos, de eso se jactan, pero la realidad es que no los vota nadie. ¿Por qué será? Desde hace unos años, ya se sabía que el PRO-Catamarca era un club de cuatro o cinco amigos y la Coalición Cívica, un dueto de padre y un hijo. Un padre que llegó a diputado nacional de puro milagro, porque es público y notorio que carece de votos, y un hijo, que quedo en el camino enredado en la codicia, imputado.

¿Y la UCR? Si tuviéramos que definir el partido en Catamarca, podríamos afirmar sin temor a equivocarnos que se trata de un grupito de 7 líneas internas, más o menos, todos divididos, enfrentados, llenos de rencor y recelos, con permanente pases de facturas del pasado, y encima se vislumbra que son muchos los que mandan y pocos, lo que obedecen. Dicho de otro modo, tienen escasos seguidores y tal como lo expresó con claridad el convencional nacional Víctor Quinteros, la única estrategia visible fue la de mantener el kiosco. En eso, son mandados a hacer.

Basta observar que quienes se postularon para distintos cargos se encuentran actualmente cumpliendo mandatos. Si dijeran que la excepción era uno, bueno, vaya y pase, pero los lugares más importantes fueron ocupados por un senador nacional, dos diputados nacionales y varios diputados provinciales, todo con mandato vigente. Son una cosa, pero quieren ser otra. Entonces la pregunta obligada es ¿Para qué quisieron ser lo que son? Sub estimar al votante es una pésima jugada y los resultados están a la vista, porque hace dos años cuando fueron electos, hicieron promesas que están en curso e iban a quedar truncas.

Esta vez, la angurria les jugó una mala pasada, porque si en las PASO les fue mal, en las generales les irá peor. Todavía nos seguimos preguntando ¿Cuál es el cambio de nuestras vidas? Porque ya sabemos, tenemos la certeza absoluta que “Gana Catamarca” fue un slogan vacío de contenido y el cambio de nuestras vida, otro. Con el tercer lugar asegurado, no pasara ni una cosa ni la otra y lo peor es que alentaron, como ocurrió en todo el país, la aparición de una fuerza que no estaba en los planes de nadie.

Hace poco se los podía ver exultantes, cuando en medio de codazos, gritos y empujones (en sentido figurado), lograron armar dos listas completas para competir entre ellos, no en una interna democrática sino en un juego de azar en el que ambas “propuestas” eran más un reparto a cara o cruz, que alguna idea de gobierno. No se les cayó una idea, ni un plan de gobierno, nada. Solo aspiraban a más cargos, muchos ya los tienen como lo expresamos más arriba, pero son angurrientos, quieren más cargos, aunque no tengan ni ideas ni plan, por eso es que se los define como la “casta”.

Muchos de los que se auto excluyeron de ese armado vergonzoso, auguraron la catástrofe, que finalmente ocurrió. Cuando “negociaban” las listas, lo hacían con la seguridad de sentirse ganadores, por el contexto político que vive la nación y el gobierno provincial. el aire triunfal siempre estuvo presente en los "negociaciones". Tan seguros se mostraban, que las discusiones iban más por el lado de los personalismos que por el de las propuestas concretas en el caso de ser gobierno. A veces el tiro sale por la culata. Y así salió.

Alguna vez deberían ser más humildes, reconocer la derrota, el fracaso de la puja despiadada con fines individuales. Una fuerte autocrítica es muy necesaria, aunque nunca llega. Subestimar al electorado fue una mala idea, sonó el fuerte cachetazo en toda la provincia, colocando a Juntos por el Cambio en un doloroso tercer lugar, cuyas cabezas de lista en todas las categorías y en ambas listas son por igual, los máximos responsables del fracaso que provoca el estado de agitación. El electorado sintió el hartazgo de las mentiras sobre la declamada unidad que nunca llegó, a pesar que durante dos años no hablaron de otra cosa que de eso. Fieles representantes del famoso refrán “Haz lo que yo digo, pero no lo que yo hago”. Dijeron una cosa, hicieron todo lo contrario y así les fue.

Todo mal juntos por el cambio Flavio Fama Rubén Manzi

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