Después de las PASO, las diferencias entre los integrantes de la coalición opositora se han visualizado de manera más notoria. El fracaso estrepitoso, al que nos referimos en un editorial anterior, es elocuente e intentan disimularlo. El castigo electoral a la que fue sometida la coalición, ha acrecentado las posibilidades de ruptura que se concretarían después de las generales.

Es por demás evidente que ni los candidatos ni la estrategia fueron las adecuadas para afrontar una elección que se presumía favorable, por el descontento generalizado que existe con el gobierno provincial. Es decir que la sucesión de errores no forzados, así se dice en el tenis cuando el jugador comete errores propios, que nada tienen que ver con el contrario, hizo que el fracaso sea memorable.

El armado electoral realizado en base a fondos provenientes de Buenos Aires, enviado principalmente al grupo que apoyaba a Horacio Rodríguez Larreta, que ofreció un sugestivo despliegue de campaña, solo sirvió para cosechar escasos votos que no les sirvieron ni para ganar la interna. Concretamente, Rubén Manzi, fue el cuarto candidato a gobernador individualmente votado para esa categoría. Su candidatura fue un cumulo de desaciertos que demuestra que, si no hay candidatos con proyectos bien elaborados, de nada sirve el dinero.

Del otro lado con mucho menos y con el liderazgo de la candidata ganadora de la interna en Juntos por el Cambio cosechó un poco más, no mucho más, pero le sirvió para ganar una interna con un fuerte olor a derrota, por las circunstancias que son de público conocimiento.

En esa línea de desaciertos, otro de los errores garrafales fue no provincializar la campaña, por expresa imposición de los aportantes de fondos y los resultados están a la vista. Y aquí reiteramos lo de siempre: digitan la campaña desde Buenos Aires sólo por los mínimos aportes de campaña que hacen.

Todo el mundo sabe, aunque no lo digan, que se armaron las listas dejando a mucha gente importante afuera, pensaron que les alcanzaba para salir segundos cómodos. Pero el fenómeno de la Libertad Avanza ya es mucho más que una amenaza para relegarlos definitivamente a un tercer puesto. No la vieron venir o la angurria de buscar nuevos cargos no los dejo ver la realidad.

Cada vez con menos representación y más alejados de la agenda de la gente, la oposición catamarqueña navega a la deriva y casi con seguridad, después de las elecciones generales, la nave del fracaso quedará encallada en lodo de los reproches, tal como habitualmente suele suceder.

Es bueno empezar a cambiar, justo ellos que dicen representar el cambio. Milei les ganó de mano. Y ahora tendrán que morder y respirar el polvo de la derrota, pagando un alto precio de no llegar a ser ni partenaire del poder de turno.