El pasado viernes en horas de la siesta el “trader god” Edgar Bacchiani hizo un vivo que trasmitió a través de su cuenta de Instagram.

En dicho video –literalmente- amenazó a todos sus clientes de que si proseguían los aprietes, las amenazas y los atentados contra el o los miembros de su staff, cerraría las puertas de las tres (3) oficinas de atención al público situados en Catamarca, Córdoba y San Miguel de Tucumán, dejando el cobro de los créditos en manos de un equipo legal.

Lo sugestivo es la parsimonia y tranquilidad de Bacchiani a la hora de hacer un “live” visto por más de 7500 en directo, todos acreedores de la firma Adhemar Capital, quienes no tienen la misma serenidad del showman que les debe.

¿Qué quiso decir con esto este oscuro personaje?, que ante un “grito en la calle” cierra todo, lo cual es un hecho muy probable que ocurra si se observa la cantidad de personas que se agolpan en los locales de la firma a reclamar el pago de un crédito, en medio de la angustia de saber que lo pueden perder todo.

Lo llamativo es que, según el “gurú financiero”, la solución sería poner todo en manos de un equipo técnico legal de abogados, lo cual el mismo no sugiere.

Pero lo más grave viene a continuación y desnuda la verdadera respuesta que pretende darles a sus acreedores y que avizora la complicidad del Gobierno en un acto ilícito sin precedentes y que de a poco se va evidenciando.

Dijo Bacchiani en su “live” que, si bien tiene los fondos congelados y la cuenta del Banco Nación cerrada, estuvo “tirando líneas” y realizó tratativas con organismos nacionales y provinciales “para que el dinero de los inversores termine resguardado en instrumentos financieros que briden seguridad a los mismos” (sic).

Es decir, a contramano de sus anteriores posteos donde –literalmente- culpó a Jalil de su debacle financiera y la sus de ahorristas, esta vez hablo de tratativas con el Gobierno.

¿Qué pasó a continuación? Mientras los miles de damnificados por la “estafa piramidal” que dirige, esperaban la respuesta del Gobierno negando tales “tratativas”, esta nunca llego, lo cual avizora el camino por el que van, la complicidad de Jalil y, por ende, su responsabilidad.

¿Por qué el Gobierno no lo salió al “cruce”? Primero porque Bacchiani le pagó la deuda a todos los Funcionarios y amigos del poder que invirtieron en Adhemar Capital. Segundo porque los borró del sistema de deudores y en el supuesto de que se presente una denuncia que termine en el secuestro de la lista de ahorristas, estos no aparecerían.

¿Qué es lo que se pretende pergeñar? Según se desprende de los dichos del propio Bacchiani, que esgrime las “tratativas” con el Gobierno hasta hoy no desmentidas, se estaría analizando la posibilidad de “blanquear” el nombre de los acreedores y plasmarlos en instrumentos financieros a través de un organismo, que no seria, ni más ni menos que la Agencia de Recaudación Catamarca (ARCA).

Esta situación es doblemente grave, porque, mientras los desprevenidos ahorristas al cobrar su crédito se verían en la obligación de pagar Ingresos Brutos, IVA y padecer retenciones o percepciones del Impuesto a las Ganancias (en algunos casos), también deberían soportar las multas y sanciones que aplicarían los órganos de control (AFIP, PROCELAC, UFI), por no haber declarado los fondos oportunamente. Dicho de otro modo: muy poca gente, por decir nadie, se presentaría ante el organismo recaudador a “levantar el pagare”, pues las consecuencias serían más gravosas.

Pero la gravedad más explícita, la pinten como la pinten, tiene que ver con la posición del Gobierno si “contrata” con Bacchiani y toma una deuda fuera del sistema, vulgarmente denominada "en negro", que proviene de un evidente lavado de activos y pone a Raúl Jalil como sujeto pasivo de ese delito.

Dicho de otro modo: no hay instrumento legal que permita al Gobierno ser contralor del pago de los montos que la gente depositó en Adhemar Capital, si no los es a través de un gravísima conducta delictual, que desnudaría la evidente complicidad, materializada en el sugestivo silencio del gobierno ante los dichos de Bacchiani.