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Opinión

En Catamarca, el fallo de la Corte a favor de CABA, rompió un pacto

Editorial

Que la política no es un compartimento estanco es una verdad de Perogrullo. Por esa razón creemos que es oportuno analizar las perogrulladas, al decir del escritor Francisco de Quevedo, que ha dejado en la política catamarqueña un fallo del más Alto Tribunal de la Nación que se venía venir.

Una perogrullada letal para el poder político, a nivel nacional, es que cuando se vislumbra un cambio de corriente o, dicho de otro modo, un cambio de dirección en la línea de gobierno, los primeros que se anticipan en los fallos, son precisamente los jueces y específicamente, quienes habitan la Justicia Federal. Es que como que ellos, que no acceden a sus cargos a través del sufragio popular, necesitan confirmar su permanencia, cambiando la orientación de sus argumentos jurídicos y la filosofía de sus pensamientos. Bueno algo parecido a lo que ocurre en el mar o en la tierra, cuando los vientos van en la misma dirección, uno puede prever lo que sucederá.

Que Cristina desestabiliza al peronismo es otra perogrullada. Son de esas obviedades a las que cuesta recurrir en frases tan cortas, porque son obvias. Preferimos escribirla, porque hoy la fuerza del general, se ha reducido más a diversos grupúsculos dispersos, que a un movimiento nacional y popular. Ni una cosa ni otra, Hay elecciones y es necesario alinear los planetas para sostener algunas porciones de poder, tan necesarias para aguantar cuatro años en el desierto, con poca agua y menos comida, de la que están acostumbrados a comer.

El objetivo no es otro que la supervivencia. De eso se trata, la tormenta que se les viene y como costearla con el menor daño posible. El fallo de la Corte, está emparentado con el movimiento, porque allí, en las altas esferas de la Justicia también subsisten esos grupúsculos, pero con una diferencia sustancial: estos tienen poder real de fuego como para hacer daño y vaya si lo están haciendo. Hartos de Cristina, que no tuvo mejor idea que hacerle una demostración de fuerza piquetera destituyente frente al Palacio de Tribunales, su sede natural, los cuatro jueces cerraron filas y se convirtieron de buenas a primeras, en los cuatro jinetes del apocalipsis, aguantaron la estocada, no mansamente, por cierto, sino redoblando la apuesta salieron a destrozar lo que queda del kirchnerismo, y parte del peronismo, especialmente lo que todavía gobiernan.

El fallo que no es un fallo precisamente, porque no causa estado, es en realidad una medida cautelar que debe acatar el gobierno nacional, que resiste de la peor manera, arrastrando al lodo a todos los serviles gobernadores, cuya dignidad se juega por un puñado de pesos devaluados. Allí, en ese pelotón está nuestro gobernador Raúl Jalil, que al frente de la provincia, la ha colocado en el vergonzante puesto 23°, es decir el último lugar en el ranking nacional de Producto Bruto Geográfico, con un índice negativo del -11 %. Jalil está alineado al presidente, apoya el juicio político de Alberto Rosatti, se puso de la vereda de enfrente de Horacio Rodríguez Larreta, rompió el pacto y se despidió definitivamente de la reelección, que ya se presentaba difícil.

La cuestión también repercutió en el histórico Pacto de Ipizca, donde tanto Oscar Castillo como Raúl Jalil habían acordado con el jefe de Gobierno porteño, trabajar juntos por la gobernabilidad en Nación y en Catamarca, pues Larreta les había prometido a ambos, el sostenimiento financiero de la campaña y otros beneficios apetecibles. Todos quedaron colgados del pincel o sin ropas y a los gritos.

Nuevamente Jalil padece sus propias oscilaciones, o como dicen en el café, su “panquequismo” exacerbado. Es que claramente no se puede estar con “Dios y con el diablo”, aunque hoy prefirió quedarse con Dios, como lo ha hecho últimamente, en su reemplazo fue Rubén Dusso, qué sí aparece en la foto de los rezagados. En la estadística figura su nombre, sobre 23 gobernadores sólo quedaron 12, y allí con los débiles esta nuestra provincia y éste binomio Jalil/Dusso, de un poder descuartizado entre las migajas del jalilismo y los últimos estertores del corpaccismo.

En resumen, el fallo de la Corte Suprema, el pedido de juicio político a Alberto Fernández, el pedido del juicio político a Rosatti, la medida cautelar para que restituyan los fondos a la Capital de la República, las peleas de Carrió y Larreta, a quien le endilga falta de capacidad para gobernar si no sostiene su Ministro D´Alessandro, víctima de escuchas ilegales.

Y Jalil en medio de ese tembladeral político, fiel a sus oscilaciones, anuncia apoyo incondicional al presidente, agarra el short, las palitas y los baldecitos y se va a la playa, enviando a Dusso para la foto, al fin y al cabo, los pactos ya están rotos, con Larreta y con Castillo y nada mejor que una reposera frente al mar, para barajar y dar de nuevo, aunque la suerte ya está echada, “Alea iacta est”.

opinión Juicio Político Alberto Rosatti Pacto con Larreta

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