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El Ejército Argentino, encuentra sus orígenes allá por 1810, nada más que cuatro días después de aquel 25 de mayo, fecha tan cara a nuestros sentimientos de libertad y de independencia que comenzaban  a insinuarse. Y no es casual que sea aquella  primera Junta de Gobierno dispusiera casi inmediatamente la conformación de una fuerza armada que diera sustento al ideal revolucionario.

Así nació la Patria y con ella el Ejercito.  Junto  a esta Patria tan nuestra, transitó el largo derrotero de la historia común, para hacer realidad un ideal, concretar una vocación nacional y servir a su mandato histórico.

Ningún argentino puede ignorar lo que significó y significa para la Nación el accionar del ejército: emancipación, colonización, sostenimiento de la independencia, preservación de nuestro sistema de vida y de gobierno, industrialización, desarrollo e integración.

“Es del ciudadano  virtuoso que se exponga al peligro de muerte para la conservación de la república”, decía Santo Tomas  y así lo hizo el ejército y sus hombres ante cualquier tipo de guerra y lucha que le toco enfrentar a lo largo de la historia de la patria. Y así lo hizo el ejército.

El honor de servir a la nación es una misión inmutable, mientras que la conducta humana puede honrar o deshonrar a las instituciones.  Y es por eso que nuestro norte incluadicable deben ser siempre las virtudes sanmartinianas.

El sostenimiento de nuestro estilo de vida, ha sido la tarea más ardua, ingrata y menos comprendida.   Y solo el ejército, si solo el ejército,  continua,  a través de la falta de libertad de muchos de  sus hombres y  en un desigual  juzgamiento,  dando  muestras de acatamiento a las instituciones. El juicio sereno de la historia dará su veredicto.

Ya lo decía Carlos Pellegrini  sobre el papel del Ejercito, “no es admisible, en ningún caso, bajo ningún concepto, sin trastocar todas la nociones de organización política, equiparar el delito civil al delito militar. Son dos entes absolutamente diferentes…”  “…el militar tiene  otros deberes, otros derechos, otras leyes, otros jueces, viste de otra manera, hasta habla y camina de otra forma”.  Cuanta verdad ¡El Ejercito, institución fundacional de la república, seguirá estando por hoy y por siempre.

Y la guerra, el más cruento escenario de la muerte en esta tierra nos lleva en estas breves líneas a expresar  nuestro más profundo respeto y  reconocimiento  a nuestros héroes de Malvinas. A los que quedaron en aquellas islas para siempre y a aquellos que volvieron con todas las secuelas inimaginables  que una guerra puede provocar.

Solo le queda al soldado imbuirse de la fortaleza que lo caracteriza, para no dejarse intimidar ante las adversidades,  y apelando al sacrificio y la templanza, terminar siendo  dignos de su pasado, sacrificados y serenos en el presente y debiendo confiar en el futuro pueda hacer del honor una práctica, de la dignidad una bandera y del patriotismo una causa por la cual vivir por la cual morir.