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Opinión

Cargos nacionales, la danza de la fortuna y la suerte de los perdedores

Editorial
Agrandar imagen Luis Roberto González Rivero
Luis Roberto González Rivero

Hace unos días, el diario El Ancasti publicó una nota referida a las expectativas que generaba la vacancia de los cargos nacionales en Catamarca y citaba a los posibles aspirantes a ocuparlos. Algo así como una usina de rumores que nadie sabe bien de donde salen y que parecieran ser más datos surgidos del bar o de la mesa de café con amigos, que tratarse de información veraz.

Sin desmerecer personalmente a ninguna de las personas que nombra el diario citado, sí podemos afirmar que todos ellos, salvo excepciones, son parte de la casta a la que hace referencia siempre el presidente de la Nación, La mayoría han sido diputados, nacionales o provinciales; la mayoría vive de tetas ajenas, o bien de la teta del estado, alguno que otro, ejerce la profesión mirando de reojo el salario fácil, los aspirantes estarían jugando lo que sería la última ronda de posibilidades de “mojar el pancito” como consecuencia del cambio del gobierno nacional o como hemos titulado “la danza de la fortuna” de muchos perdedores en las últimas elecciones generales, que solo les queda la suerte o la mala suerte como excusa o pretexto del fracaso total que se avecina.

Habrá más cortes de energía, ya son moneda corriente. Algo que no se cortará hasta que se cubran las vacantes de los cargos nacionales, es la usina de rumores, la danza de expectativas, que sin lugar a dudas está acompañada por expresiones bancadas, o por el clásico lobby, que apunta a supuestos favores políticos realizados con anterioridad, acciones incomprobables o de dudosa incidencia, tales como “una de las armadoras de LLA en Catamarca” o algún sector de los caídos en desgracia, como la UCR, gran perdedora en la última contienda electoral o los residuales PRO y CC-ARI que dicen haber jugado para Patricia Bullrich y olvidan que antes jugaron para Rodríguez Larreta. Así opera la casta y su corte de chupamedias, porque cada nombramiento va seguido de otros nombramientos. Están agazapados, esperando poder colgarse de la famosa “teta del estado”, claro, son adictos, no saben hacer otras cosas en su vida laborable.

Nos estamos refiriendo a la clásica mano de obra desocupada que intenta por todos los medios alcanzar un puesto que les permita al menos durante los próximos cuatro años, cobrar sin transformar la realidad o, dicho de otro modo, cobrar sin trabajar, al fin y al cabo, de eso se trata cuando hablamos de la casta, de ahí que la exceptiva generada por la vacancia de los cargos nacionales nos haya remitido al famoso programa de “Riverito”, el popular locutor del juego que hacía “La danza de la fortuna”. Para los aspirantes es eso, para la sociedad, más ruina social, porque sería más de lo mismo, algo que el presidente Milei quiere erradicar.

Salvo alguna excepción, ninguno de los nombrados está preparado profesionalmente para asumir en algunos de los cargos a los que hace referencia la nota. En ese sentido es oportuno recordar que en el gobierno de Mauricio Macri, los funcionarios políticos que no eran de carrera, antes de asumir el cargo al que habían sido designados, debían hacer un curso de capacitación, obligatorio. Curso que, por otra parte, duraba varios meses y concluía con una evaluación final que lo habilitaba a asumir.

Es imperioso que quienes tienen la autoridad y la responsabilidad de designar a los nuevos funcionarios nacionales en la provincia de Catamarca, lo hagan a conciencia, sabiendo que un 56 % de la población espera un cambio profundo, y que los elegidos sean dirigentes probos y de destacada actuación privada y pública, así como respetuosos de las instituciones. La Patria se lo demanda y en su hora más crítica se requiere de verdaderos estadistas, austeros, ciudadanos dispuestos a ejercer la función pública y que estén a la altura de las circunstancias actuales.

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