El 2 abril de 2023 quedará en la historia de la Villa El Rodeo, un singular episodio, conformado por varios hechos, que la Justicia Federal tendrá que investigar y juzgar oportunamente, ya que, a simple vista, cualquiera de los ciudadanos presentes, pudo advertir, no sin cierto estupor, que allí se estaban produciendo situaciones no solo extrañas, sino que podían interpretarse como delictuales. Algo nunca visto, ni en la tradicional villa veraniega, ni en toda la provincia de Catamarca.

Se sabe que del extraño episodio tomó conocimiento el Vicegobernador Rubén Dusso, en ese momento a cargo del Poder Ejecutivo, por la larga ausencia del gobernador Raúl Jalil, a raíz del eterno viaje a Japón y otros países de Asia. El otro gran ausente que conocía al detalle lo que ocurría en su comuna ese 2 de abril, era precisamente el Intendente Armando Seco Santamaría, integrante de la comitiva de Jalil, cuya prolongada ausencia también se notó en el episodio en análisis, además de ser el principal responsable del irregular suceso.

El acto era sencillo, con la presencia de los homenajeados, veteranos de guerra, algunos oficiales de ejercito retirados, alumnos y directivos de la escuela del El Rodeo, vecinos y turistas. La dura realidad fue que, en el justo homenaje a los veteranos de Malvinas, el mismo fue cooptado de manera sorpresiva, aunque va de suyo que las autoridades presentes en el lugar estuvieron al corriente de lo que sucedería desde el mismo momento que se organizó el acto, lo mismo que el intendente ausente. Sin embargo, nada de lo que sucedería se le dijo a los oficiales del Ejército Argentino (retirados) ni a los propios veteranos, presentes al acto de homenaje.

La prueba del conocimiento anterior, fue que el locutor del acto pidió un aplauso para la llegada de un grupo de pseudos militares denominados “Compañía Águila Negra” que venían “marchando” desde la Capital (nadie los vio), portado armas supuestamente de guerra, fusiles de asalto y poderosos equipos de comunicaciones, que no tenían ningún de las insignias tradicionales de las Fuerzas Armadas, ni del Ejército Argentino ni de Gendarmería Nacional. Entre los presentes del irregular grupo, había uno que se hacía llamar General, aunque no trascendió su nombre y apellido.

Unos días después al extraño suceso, se pudo constatar que la compañía en cuestión, que no pertenecía a ninguna Fuerza Armada regular de la República Argentina, tenía vínculos no autorizados –presuntamente- con la Policía de Catamarca, específicamente al grupo Comando Kuntur, de lo cual, en caso de confirmarse, las autoridades gubernamentales deberían dar explicaciones, en tanto que es de esperar que el Ministerio Público Fiscal con competencia en el fuero Federal inicie una investigación de oficio, ya que entre los hechos narrados, es posible que se haya producido la comisión de algún delito tipificado en el Código Penal Argentino, como sería la utilización de uniforme paramilitar, la portación de armas y equipos de guerra, y la usurpación de títulos y honores. Como se aprecia, todos delitos de acción pública, en los que el Estado Nacional tiene interés y debe ser parte, al impulsar la causa o la investigación.

Para los desmemoriados y para los más jóvenes, es oportuno recordar que así comenzó la tragedia argentina. Con la presencia de compañías y comandos irregulares, grupos paramilitares, sangrientos asaltos a unidades del ejército para robar armas. Luego vinieron la insurgencia revolucionaria, los crímenes, secuestros y asaltos a bancos; la época del plomo que marcó la denominada guerra sucia, donde el terrorismo sin patria atacó las instituciones de la República y donde se produjo una respuesta del propio Perón, luego de su viuda y finalmente del Proceso Militar. Un baño de sangre, cuyas heridas aun no sanaron. ¿Es qué no aprendimos la lección?

La invocación de ser un grupo que realiza actos solidarios en zonas inhóspitas, es pueril, pues nadie con pretensiones altruistas o solidarias presta su ayuda o acciones utilizando uniforme de combate, ropa de fajina y entrenamiento militar, armamento de asalto, equipos de comunicaciones. Cabe aclarar que la figura del águila negra fue el símbolo utilizado por el nazismo (foto Graf Spee), que exterminó a seis millones de judíos durante la Segunda Guerra Mundial. Esa circunstancia también podría haber configurado el delito de apología del genocidio, en el caso, judío, en manos de los nazis. Crímenes imprescriptibles que enlutaron a la Humanidad y que tampoco nadie quiere repetir y emular.