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Opinión

Una semana en éste país...

El Presidente le dice al mundo que el atentado a Cristina rompe cuarenta años de paz democrática inmaculada; es que viene distraído desde hace rato. Muy distraído, casi ido; otro, sin embargo, está atento y preocupado por la ausencia de Figuritas del Mundial en los kioscos, y pone todo su gabinete a solucionar el problema mientras el pan aumenta el 20 %. Otro anuncia que si se suspende el juicio en la Causa de Vialidad, se para el conflicto abierto y el odio pasa a ser pura miel. Ya absolutamente desnudo, sin esconder nada, que nadie crea que se ruborizó. Como no salió, van por la ampliación de la Corte, en la idea de imponer una Corte adicta, sabiendo que allí termina todo. Es que da la impresión que para revertir el desparramo de dinero y las obras inexistentes, con un “uno alquila y otro paga, nada raro” van a necesitar una Corte de amigos, directamente.

Para los que tenemos unos cuantos años, una Justicia a lo Karadajián, con William Boo incluido. En el medio, aquellos a los que esta vez no le convienen, proponen suspender las PASO, que no es otra cosa que burlarse de las reglas para cambiarlas cada vez, de acuerdo a la circunstancia. Baja la desocupación, pero la parte del país que no busca trabajo porque vive de planes, no está incluida en esa cifra. Y entonces no está muy claro cuál es la cifra de la desocupación, pues para que la publicada sea la real, habría que considerar al Plan social como una solución definitiva y no como una asistencia necesaria pero temporaria. Sería como consagrar el pobrismo con pretensiones de ser progresista.

La inflación, otro 7 % y siguen los éxitos. El FMI le dio pulgar arriba a la misión argentina, lo que significa que han hecho los deberes que el Fondo les dio. ¿El Fondo se volvió popular o los populares se volvieron fondistas? Habría que investigarlo. Quizás la foto de Baradell y Yasky con el Embajador norteamericano en la mismísima Embajada del Imperio, aporte una buena pista. En tanto, el compañero Bergoglio se niega a recibir al Presidente Fernández en el Vaticano, después de haber recibido a tantos de nuestros paisanos. Estamos mal.

Mientras todas estas minucias pasan, se vuelve una cuestión de Estado resolver la más compleja de todas las cuestiones. Es que se intenta demostrar que “Los Copitos” son una especie de “Peaky Blinders” del Conurbano, y a simple vista no es tarea sencilla. Sabbag Montiel, Uliarte & Cia, por más que quieran ser pintados como una peligrosa asociación criminal, no parecen ser más que una juntada de alucinados marginales que no entienden nada del funcionamiento de la República, ni tampoco de armas y logística. De Sabbag Montiel ya casi nadie habla. El encargado de gatillar falló y Brenda Uliarte lo ha tratado de cagón y Natalia Díaz, de boludo.

Sin embargo, de acuerdo al secretario de Cristina, que fue el único que se percató de que algo raro pasaba, se escucharon los sonidos de la gatillada. Es decir que el tipo gatilló y el arma no disparó. Lo mandaron a asesinar a la persona más custodiada del país con un arma del tiempo de los “Azules” y “Colorados”. Tenía cien balas en la casa pero sólo puso cinco para dejar medio cargador vacío. A Brenda Uliarte, designada como “cerebro” de la organización, la agarraron tres días después con el teléfono en su poder y todos los mensajes que la incriminaban. Más Pinky que Cerebro. Eso, en general, no ocurre. Hacen inteligencia bajo una torre de Copitos que se ve desde Santiago del Estero, si el día está claro. Dicen un día que nunca estuvieron cerca y al otro salen en todas las cámaras. Todo raro. Y después aparece el “Gran Jefe de la Organización Copitos” que entrega su teléfono, voluntariamente, con mensajes que lo incriminan en el atentado. Nadie pensó en cómo escapar del lugar.  Yo no sé qué pasó, pero no compro. Ni con Previaje.

Y me pongo preguntón. ¿por qué aún no han despedido a los responsables y miembros de la custodia?, ¿por qué no hay nadie enojado con ellos?, ¿por qué Anibal sigue a cargo de esa responsabilidad?, ¿se puede permitir una falla como la que hubo sin sanciones?, ¿puede argumentar una custodia que para la próxima estarán más atentos?, ¿se dieron cuenta que si hubiera querido Sabbag podría haber atentado pegándole un culatazo? Pagamos entre todos ciento veinte custodios, una cifra más propia de un Movimiento social que de una custodia, y seguramente ahora la ampliarán, de acuerdo a declaraciones del Ministro. Pero el problema no es la cantidad sino el desempeño. Al menos de los que vimos, con la capacidad que demostraron. ¿O tienen otras aptitudes? No lo sé realmente, pero me cuesta creer que esos hombres, capacitados en sus fuerzas, sean lo que se vio. ¿Qué es esto de una custodia amable y desatenta? Si no lo hicieron a propósito, es algo distinto de lo que se ha visto hasta aquí. Los de Nisman no estuvieron, pero estos estaban y fue como si no hubieran estado. No se dieron cuenta. Si el tiro salía, el país se hundía en una crisis política fenomenal, quedaban ciento veinte desocupados y no hubieran sabido por qué. Me cuesta creerlo.

Ahora buscan a los financistas de la operación. ¿Financistas? Este episodio no necesitó financistas, está claro. Es una locura chapucera y afortunadamente improvisada, con ejecutantes chapuceros e improvisados y una inteligencia que no iba más allá de saber que la Vice llegaba cada noche y saludaba a sus seguidores, a mi juicio, demasiado despreocupadamente. Pidió ampliación de la custodia hasta un nivel desconocido, pues seguramente se sentiría insegura, y luego se mezcla entre la gente sin la menor precaución. No me parece.

Por suerte llegó para dar tranquilidad y evitar suspicacias el Ministro de Seguridad bonaerense, ahora en su faz “psicólogo”, apelando al mismísimo Freud para explicar el fracaso del tirador; Sergio Berni, hombre del riñón kirchnerista, afirmó también que la gente alrededor de Cristina estuvo tranquila para reducir a Sabbag porque sabía que el arma no podía disparar. Y que no tiene dudas que hay una organización mayor atrás de todo esto; quizás un servicio de inteligencia privado. Y lo dijo serio.

Creo que ya es tiempo de dejar de ocuparnos de este episodio, que afortunadamente fracasó. Eso sí, me gustaría que los responsables de la custodia nos dieran alguna garantía. Porque quedó claro que si los que hubieran tenido la idea hubiesen sido medianamente profesionales, hoy estaríamos en un momento todavía mucho más grave de éste en el que estamos.

 

(*) El autor de la columna es Profesor de Historia

 

 

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