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Opinión

Inflación sin freno y Gobierno sin receta

¿Qué efectos están produciendo en la economía los anuncios de Sergio Massa? Difícil afirmarlo, pero en los 9 días que pasaron desde que asumió la mayoría de los economistas han preferido mantenerse en alerta y sin demasiadas ilusiones. El nuevo ministro de Economía le mandó ayer un mensaje a funcionarios y ministros: abran sus cajas y dejen de pedir asistencia al Tesoro. Buena intención y mensaje hacia el control del déficit, pero nada de efecto inmediato. Ayer, además, fue un día de noticias espantosas para la economía. La inflación de julio que el Indec midió en 7,4 % lleva el anualizado a 71%. Es el peor número en 20 años que lleva a los argentinos memoriosos a la antesala de momentos que nadie querría volver a vivir.

Sergio Massa no es el responsable de ese 7,4 % que se generó antes de su llegada, pero sí lo es de lo que está pasando en agosto. Fausto Spotorno, de la consultora Orlando Ferreres, le confesó a MDZ su sorpresa por el arrastre que julio está teniendo sobre agosto. En la primera semana de este mes la inflación trepó 3% De la falta de certezas y medidas que está manteniendo esa aceleración de la inflación ya es responsable Massa.

El mercado está expectante y mira toda esta novela política cada vez con más recelo. Medidas concretas no aparecen, tampoco mensajes de Cristina Fernández de Kirchner que muestren, aunque sea de forma tácita, que está dispuesta a prestar su imagen para las medidas duras que se deberían tomar.

En ese aspecto todo se está pareciendo cada vez más a experiencias anteriores. Ayer aparecieron algunas compras de oportunidad en bonos (era difícil que a la paridad de remate que está la deuda argentina no aparecieran valientes que se animaran) y el riesgo país bajó a 2441. Fue la buena noticia del día.

Pocos economistas creen que el nuevo ministro pueda revertir la situación a tiempo. Y esto tiene que ver no solo con la inflación sino esencialmente con la falta de dólares. Miguel Pesce decidió una suba de tasas de 950 puntos, récord para esta gestión, poco antes de que el Indec anunciara la inflación de julio. El Banco Central actuó para intentar que los pesos no corrieran más fuerte al dólar, sobre todo al blue que sigue mirando la realidad de reojo sin bajar ayer de $297. La temperatura en ese mercado, debe decirse, no bajó nunca en las últimas semanas. La decisión de Pesce fue en línea con la suba de la tasa de interés que Massa decidió convalidar para la licitación de deuda en la que consiguió más de $182.000 millones. En esa operación terminó pagando una Tasa Efectiva Anual de 98%.

Alberto habló ayer de inflación, pero no de cómo controlarla, más bien de todo lo contrario. Fue otra curiosidad del día: el presidente volvió a la escena económica con anuncios. Massa estaba ofreciendo incentivos a los petroleros y Alberto entregaba viviendas en Chaco. Desde ahí el presidente proclamó: "Dejamos las paritarias abiertas para que los sueldos le ganen a la inflación. Ayer anunciamos un aumento y bono para los jubilados. Estamos haciendo los esfuerzos que correspondan desde el Estado". Le gustó tanto al Gobierno la frase que un rato después la viralizó por Twitter.

El problema sigue siendo el mismo. Las paritarias podrán negociarse al 70 % con cláusulas de reapertura, pero eso nada hace contra la inflación galopante más que compensar en parte la pérdida de poder adquisitivo en los salarios. Y esa carrera los sueldos siempre la pierden, aunque el Gobierno diga lo contrario: en junio los sueldos aumentaron en promedio 4,8% y la inflación fue 5,3%.

Julio dirá algo parecido. Mientras tanto el Gobierno ya analiza forzar a las empresas a un aumento fijo, un bono, para compensar esa pérdida. Se sabe que la CGT no quiere un menú de ese tipo y prefiere seguir negociando paritarias con números exorbitantes. Massa no opina lo mismo. Bonos, aumentos y después inflación que se los lleva para de nuevo comenzar la rueda. Nadie en el Gobierno garantiza que por ahora se pueda salir de ese peligroso círculo.

Rubén Rabanal

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