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Opinión

Histórico, peronismo sin quorum propio en el Senado Nacional

Con algunas pequeñas variaciones muy puntuales, las elecciones generales de medio término, para renovar un tercio del Senado Nacional y la mitad de la Cámara de Diputados, arrojaron resultados similares, siendo Juntos por el Cambio el claro ganador de la contienda electoral, por casi diez punto de diferencia a nivel nacional. Veamos cual es el panorama y los escenarios posibles de cara a las lejanas elecciones presidenciales de 2023.

Desde el punto de vista institucional, que un partido político, en este caso un frente, no tenga quorum propio es sinónimo de control, pero en éste caso, para la oposición, que a pesar de los vaivenes internos se mantiene unida, y ese no es un dato menor.  Tener quorum propio significaba poder sentarse a debatir sin la oposición. A partir del 10 de diciembre y por primera vez desde el regreso de la democracia, el peronismo no tendrá quorum propio y estará obligado a negociar gran parte de la gobernabilidad y esa circunstancia es la gran consecuencia y novedad de éstas elecciones. En criollo, ya no podrá hacer lo que quiera o lo que se le cante. Esos deditos acusadores ya dejarán de señalar.

Para comprender cabalmente la importancia que tiene el Senado, es necesario repasar la Constitución Nacional y comprobar que todos los gobiernos lo necesitan imperiosamente para mantener la gobernabilidad. Pero a no confundirse, perder el quorum no es perder la gobernabilidad sino que a partir del 10 de diciembre, tanto la Cámara Alta como la Baja actuaran como un autentico parlamento, ya que todas las fuerzas políticas tendrán que negociar absolutamente todo. Ya no habrá más imposiciones. Alguien por ahí dijo, se cierra la escribanía. Fueron 38 años de hegemonía, cuyo resultados están a la vista: peor imposible. Comienza una etapa distinta, lo único cierto que dijo el presidente Fernández.

En el plano político, la realidad nos indica que el engendro pergeñado por Cristina Kirchner no funcionó y el núcleo duro del peronismo pronto se lo hará saber, no porque Alberto ahora sea un presidente fuerte sino porque la derrota fortalece al peronismo tradicional y debilita al kirchnerismo que es el gran perdedor. La CGT y la mayoría de los gobernadores peronistas empoderarán a Alberto Fernández, no pensando tanto en el presidente, sino pensando en rescatar al peronismo con vista al 2023. De ese modo, el sistema presidencialista se seguirá debilitando. En Italia, hubiera caído el primer Ministro, en Argentina Alberto Fernández seguirá siendo un presidente débil, tironeado por La Cámpora y sus adláteres y por la tradicional derecha peronista, conformada por la CGT unificada y la Liga de Gobernadores no kirchneristas.

Para muchos, las elecciones de medio término representan poco, políticamente hablando, sin embargo, estas elecciones permiten hacer mucha lecturas simultáneas tanto en el oficialismo como en la oposición. Con el correr de los días, los analistas políticos comenzarán a desmenuzar la madeja sobre todas las lecturas posibles. A simple vista se observa que el próximo presidente surgirá de una interna de Juntos por el Cambio, donde ya hay varios anotados que con el correr de los meses irán perdiendo fuerza  y enfrente tendrán un peronista puro, ya que el kirchnerismo es el principal mal herido de la reciente contienda electoral y si bien quedaran algunos vestigios, con el correr de los días se irá deshilachando, por falta de poder territorial.

El engendro, al que nos referimos en el párrafo anterior, peronismo y el kirchnerismo, derecha e izquierda, Perón en el balcón, los imberbes en la plaza, seguirán desgastándose en una alquimia que hundirá a todos los argentinos en un abismo peligroso, pues los condimentos son todos picantes, inflación, gasto público, emisión descontrolada, déficit fiscal, arreglo con el FMI, default, etc.. Es verdad,  ganaron la presidencia, pero no están preparados para gobernar porque son el agua y el aceite, conviven pero no se mezclan y en el término de dos años perdieron nada más y nada menos que casi cinco millones y medio de votos.

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