Tal como se esperaba, el nivel de participación mejoró en comparación a las PASO (un comportamiento evidente), alcanzando el 71% del padrón. Sin embargo, la concurrencia sigue siendo una de las más bajas desde el regreso de la Democracia. Y ni siquiera va en sintonía con los últimos comicios: en las dos últimas elecciones legislativas (2017 y 2013), la participación estuvo unas décimas por encima del 77%, una diferencia de seis puntos que refleja la apatía que experimentan los argentinos. Con las restricciones por la pandemia eliminadas por complejo, es indudable que la baja concurrencia poco tenía que ver con el virus.

Los resultados en Chaco, Tierra de Fuego y La Pampa

En lo que respecta específicamente a los resultados, estos no arrojaron grandes sorpresas: no difieren mucho de lo que sucedió en las PASO. Para destacar, el Frente de Todos dio vuelta las elecciones en Chaco y Tierra del Fuego, y achicó la diferencia (tal como muchos preveían que podía suceder) en Provincia de Buenos Aires. A su vez, en todas las provincias que elegían senadores se repitió el resultado de las PASO, incluyendo La Pampa. Así, el oficialismo seguirá sin quorum en Diputados, y lo perderá en el Senado: el augurio de las primarias que se confirma.

Esto abre las puertas a un nuevo escenario político, con un mayor equilibrio de poder entre gobierno y oposición, ratificando al mismo tiempo que estamos en presencia de un sistema político muy competitivo. De hecho, más allá de sus evidentes defectos y sus vetustos mecanismos, el sistema electoral demostró (una vez más) ser transparente, confiable y brindar garantías para la eventual alternancia.

La expectativa de la PASO hizo que muchos líderes de la oposición imaginaran un colapso del FDT; a su vez, desde la vereda de enfrente algunos funcionarios del gobierno habían soñado con lograr una remontada heroica (en parte inspirados paradójicamente en la sorprendente recuperación de Macri de 2019) que incluyera ganar en La Pampa y en Provincia de Buenos Aires. Pero nada de esto sucedió: finalmente no fue ni colapso del oficialismo, ni tampoco recuperación heroica. Aunque está claro que, si en agosto alguien hubiera sugerido este resultado, pocos los hubieran considerado serio: el balance es el de una derrota contundente para el gobierno, igual que en las PASO.

El Frente de Todos en tercer lugar en Santa Cruz

Un párrafo aparte merece la situación de Santa Cruz. En las PASO la noticia había sido el triunfo de Cambia Santa Cruz (38,6%), con el Frente de Todos terminando en segundo lugar (26,5%). Si aquella vez el golpe había sido duro, esta vez lo fue mucho más. El FDT quedó ahora relegado al tercer lugar, ya que Claudio Vidal, el secretario del sindicato petrolero, que se postula con el partido SER, logró colarse en la segunda posición. Aunque cada fuerza se llevará un diputado (había tres bancas en juego), se trata de un resultado cargado de simbolismo por representar la provincia el (ex) bastión kirchnerista.

Como los resultados electorales no arrojaron grandes sorpresas quizás lo más llamativo de la noche haya sido el mensaje de Alberto Fernández grabado desde la Casa Rosada, que se presta a múltiples interpretaciones. En principio la convocatoria a la oposición parece estar destinada al fracaso, teniendo en cuenta que se basa (nuevamente) en cargar todas las culpas de la situación actual sobre el gobierno del expresidente (Mauricio) Macri (y algo también a la pandemia). El discurso de las dos pandemias que no ha cambiado, mientras que las decisiones de gestión del FDT queda exento de toda culpa.

La tibia autocrítica de Alberto Fernández

El tibio reconocimiento de errores cometidos que Alberto Fernández hizo hacia el final (sin especificar ninguno de ellos, ni ahora, ni en las semanas previas a la elección) contrastan con las duras acusaciones hechas hacia la oposición. ¿De qué manera este puede ser el puntapié inicial de una convocatoria sincera?

Además de una “oposición patriótica”, que asuma los errores cometidos durante la gestión del expresidente Macri, se necesitará también de un oficialismo igual de patriótico, que asuma las responsabilidades que le cabe por haber conducido a la Argentina hasta la situación calamitosa en la que se encuentra (incluyendo las gestiones de Cristina Kirchner y los dos años de Alberto Fernández). Si oficialismo y oposición parten de diagnósticos tan disimiles parece difícil que se puedan alcanzar los acuerdos amplios que Argentina necesita.

Por último, de manera un tanto misteriosa, el presidente Fernández anunció que enviará al Congreso el plan económico que se negocia con el FMI. Se trató probablemente de un mensaje urgente a los mercados que busca apaciguar la tensión cambiaria que se vivió en la semana previa a los comicios. Esto explicaría por qué el anuncio se hizo este mismo domingo a la noche.

Lo cierto es que hay algunos interrogantes que aún persisten: ¿El plan económico ya cuenta con el visto bueno del FMI? ¿Qué incluye dicho programa al que se refirió el Presidente? ¿Implicará realmente una nueva etapa en lo que hace al fondo de la gestión del gobierno? Interrogantes que aún perduran, para los cuales el discurso de ayer de Alberto Fernández no ha brindado ninguna respuesta. De todas formas, quizás el planteo más misterioso fue la convocatoria a festejar el triunfo en la Plaza de Mayo el miércoles. ¿Cuál triunfo, Alberto? ¿O acaso el Presidente está feliz de que Cristina acaba de perder el control del Senado?

Sergio Berensztein