La Política Berreta era una de las posibilidades de titular éste editorial, pero nos inclinamos por el que se refiere a los dos periodos en los que Lucía Corpacci gobernó Catamarca y dejó un lastimoso legado, que no hace más que confirmar que su gestión fue un rotundo fracaso de las políticas públicas relacionadas con la infraestructura de obra civiles. El "éxito" de su gestión, como algunos tozudos se empeñan en calificar, no es otra cosa que haber gobernado con una aceitada maquinaria de prensa y publicidad pagas, que transformaron un pésimo gobierno en algo distinto que la gente mal informada, compró y lo que es muy lamentable, sigue comprando.

Así funcionan los efectos de la publicidad y permiten a los gobernantes inescrupulosos, invertir poco y aparentar mucho. Pero los hechos de la naturaleza siempre demuestran y desnudan las mezquindades políticas y en especial las malas administraciones. Corpacci inauguró un gigantesco hospital en Andalgalá, sin embargo todas las ciudades del interior catamarqueño siguen derivando sus pacientes al Hospital San Juan Bautista, el mismo que con la tormenta del primero de marzo, quedo bajo el agua. La naturaleza siempre les da un cachetazo a los políticos, ya que los pone en evidencia de la peor manera.

Hubo un acontecimiento climático extraordinario o no, que de vez en cuando sucede en Catamarca. Pero cada vez que sucede, las consecuencias empeoran. En el 2018 tuvimos una tormenta un poco más fuerte que la reciente y las consecuencias no fueron tan severas. El crecimiento urbano descontrolado y sin planificación tiene sus consecuencias y las vimos en toda su dimensión.

Las culpas son repartidas más allá de quienes habitualmente concentran el poder desde hace décadas. La culpa general es de la corporación política y el desastre es producto de que los gobernantes priorizan cosas que atrasan, es decir toman permanentemente decisiones que empobrecen y hacen perder calidad de vida a la población. No importa a qué estamento social pertenezca cada persona, seguro que cada vez tendrá menos.

Se hacen viviendas pero no hay un plan urbano y mucho menos una planificación seria de infraestructura. No sé hacen las obras que se necesitan sino las que generan más votos. De la situación somos todos responsables por acción u omisión y dejarnos embaucar fácilmente. En el fenómeno climático se notó que faltan desagües pluviales. Son obras que no se ven por ende no generan adhesiones en términos políticos. No se ven en la ejecución, se ven en las tormentas y lo que se ve claramente es lo que no se hizo.

En la tormenta del lunes se puso de manifiesto que la corporación política debe cambiar sus prioridades. En vez de atestar la administración pública de punteros políticos que no hacen absolutamente nada, solo producen gastos, se debe cambiar la estrategia por una planificación adecuada de gobierno en donde todas las acciones conduzcan a lograr que seamos una provincia prospera en donde cada vez menos gente deba depender del estado y de los inoperantes que gobiernan, como el caso de Gustavo Saadi que anuncia soluciones y a las tres horas lo tapa el agua.

En los problemas observados, la tormenta dejó entrever que no solo falta un plan de obras sino que también existe una total falta de mantenimiento de las obras en los períodos de Lucia Corpacci. Fue una estrategia dejar de mantener las obras realizadas por el FCyS, que puede haber dado réditos políticos al principio pero que ahora todos sufrimos sus consecuencias, las de la utilización abusiva de políticas berretas.