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Opinión

Amerindios, europeos y licencia social: paradigmas del agua y del oro

La epopeya del sueño minero no tuvo el correlato apropiado en las políticas mineras desde que se creó YMAD en el año 1958. ¿Qué falló entonces? La respuesta es simple. El hombre, la carencia de valores y sobre todo la ignorancia de la historia ancestral de los pueblos indígenas. Algo así como que la historia de América se hubiese iniciado  hace un poco más de cinco siglos, con el “descubrimiento” de América, omitiendo algo esencial, que sigue dando de  de lleno en la actualidad, como es la preexistencia de los pueblos originarios y la presencia de los descendientes europeos, que hasta hoy siguen viviendo juntos sin lograr una verdadera convivencia social.

Pasaron seis décadas y Catamarca perdió el oro y demás minerales preciosos o no y al mismo tiempo la provincia sigue estando postergada y entre las más pobres de Argentina y las comunidades de pueblos originarios sin siquiera satisfacer los más elementales derechos humanos. Y eso no es todo. Nunca extrajo minerales con la venia definitiva de los pueblos originarios y si lo hizo fue a través de dádivas, consecuencia de miles de postergaciones o promesas siempre incumplidas y por supuesto la eterna falta de diálogo.

Y el relato de la promesa eterna sigue intacto. Cada vez que un alto funcionario se arrima a un yacimiento habla mucho del futuro y de las promesas y olvida que ya pasaron muchos años de “otras” promesas realizadas por “otros” que le precedieron. Y nada cambio o sí, los metales no están más, las vetas desaparecieron, unos pocos se enriquecieron y el crecimiento en infraestructura fue menor del esperado o directamente nulo. En conclusión, el sentimiento y la realidad consiste en afirmar "se llevan el oro, nos empobrecen, contaminan el agua y se van".

Si el lector quiere un ejemplo concreto, basta revisar los archivos de la ex gobernadora de la provincia que prometió el “gas natural” para Antofagasta de la Sierra en octubre del año 2014 “y antes que termine ésta gestión” y hoy la única que tiene gas natural es la empresa minera extractiva del litio. Licencia Social es diálogo, es contrato social, es cumplir las obligaciones, es beneficiar a los pueblos, es lograr beneficios compartidos, no unilaterales como siempre ocurre.

Cada 9 de agosto la efemérides indica que es el “Día internacional de los Pueblos indígenas” y viene la temática de los aborígenes a ésta nota, por cuanto los pueblos originarios habitantes de éstas tierras antes que cualquier otra civilización, es decir preexistentes a la conquista, siempre cultivaron varios paradigmas distintos al yugo del europeo, que la mayor parte de los habitantes empleamos sin saber muy por qué. Los métodos que se siguen utilizando no encuentran ningún tipo de vinculación razonable con la cultura ancestral de los pueblos indígenas.

Al respecto, en un libro extraordinario “El país sin rostro” cuyo autor falleció el 25/6/2020 (Horacio Oscar Cassé 1950-2020), pág. 179  en el capítulo “Embrollo y Silencio”, “…Se dijo que desde el año 312, el yugo europeo se torno triple: ejercito, leyes y “religión” cimentando el poder divinizado  del monarca de turno. Apartada América del Viejo Mundo, tales parámetros no regían por estos lados del Atlántico. En consecuencia, el desarrollo individual, social y espiritual del amerindio –podía ser y lo era- muy superior, esto en razón que los impedimentos heráldicos que comprometían al europeo estaban ausentes en América.”

“En pocas palabras, el europeo estaba “aplastado”, mientras que el amerindio era un ser libre, libre en el sentido interior y libre con respecto a su armonización con La naturaleza circundante. Por tal motivo se afirma que el aborigen americano vivía en un Paraíso Terrenal, circunstancia que aflora a simple vista toda vez que se haga un somero análisis comparativo…”

El amerindio, en cuanto amante de su paraíso Natural, desde los tiempos precolombinos se vinculó en forma especial con el agua y no con los metales, pues la siderurgia resultaba ser una actividad desconocida en América. Los alimentos andinos siempre fueron regados con el agua de deshielo hasta que llegó la cultura de la codicia y empezó la puja por la defensa de los recursos naturales en detrimento de la insensatez de los amantes de la cultura extractiva.

Y el autor citado lo narra con particular claridad al afirmar “En síntesis, se constata que la invasión sobre América en el siglo XVI confrontó al embrollo europeo –codicia, medularmente- con el silencio americano. Por lo tanto, la irrupción hispana (y más tarde la lusitana, la británica y la holandesa) no causaron un “choque cultural” en el clásico sentido sociológico, sino que, en realidad, materializaron la incrustación en tierra americana de la subcultura europea que, del modo operado, produjo la asfixia casi terminal de las culturas americanas.”

La historia está para ser estudiada o contada. Desconocerla conlleva muchas veces a que los políticos cometan los mismos errores del pasado. Errores e injusticias en nombre de la ley. La historia debe ser conocida y nadie está en condiciones de modificar el curso de los acontecimientos del pasado. Conocerla puede significar descubrir el cambio de paradigma que cada vez es más necesario. Comprendiendo la historia, intentar buscar la licencia social en un contexto de dialogo puede ser un buen camino, porque el dialogo en la única manera de vincularse en paz que tenemos los miembros de la especie.

El oro no alimenta sino la codicia que sigue teniendo raíz en la educación europea, que hace del consumo, el fin que justifica todos los medios y que Casse denomina “Embrollo”. Es el agua el elemento que debemos proteger, que forma parte del “Paraíso Terrenal” que señala el autor citado, elemento sagrado los pueblos originarios o amerindios. No hay cambio de paradigma con el agua, y sí debe haber con la extracción del oro, en cuanto actividad ajena al “silencio” del aborigen, que disminuido en elementos, en inferioridad numérica, sin recurrir a ninguna maquinaria y sólo al silencio de la sacralidad de su cultura.

La defensa del agua, que, valga la paradoja hoy es el "oro líquido", por parte de la Comunidad Atacameña del Altiplano en el Salar del Hombre Muerto, Antofagasta de la Sierra, no es una reivindicación, sino una clara afirmación del derecho ancestral de los pueblos originarios, preexistente a la codicia europea de la extracción de minerales, que no sólo no ha mejorado la condición humana de los pueblos sino que la ha empeorado.

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