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Opinión

En la oposición, el libro de pases sigue abierto

Hemos sido y seguiremos siendo absolutamente críticos con las dos  gestiones de Lucia Corpacci, ya que los números de las estadísticas son elocuentes y fueron brindados por el INDEC. La provincia se encuentra sumida en un grave descalabro institucional donde resulta imposible pensar en un crecimiento de la economía, con escasa o nula base institucional.

Y en el punto es oportuno destacar la pésima oposición que tuvieron ambos períodos aludidos. En Catamarca se han confundido los roles. Una cosa es ser oposición y otra muy distinta es ser funcional a un gobierno. Quizás, se haya tratado de una mala interpretación de aquella famosa frase de Perón y Balbín que decía “el que gana gobierna y el que pierde ayuda”.

En realidad el que pierde también gobierna. La frase tiene corto alcance y la realidad supera el noble deseo expresado por los lideres en un momento muy particular de la historia política de Argentina.

La oposición tiene que lograr fijar una posición que sea contraria y al mismo tiempo respetable y que coadyuve al gobierno, cualquiera que fuere, en su crecimiento. Nada de eso fue logrado, ni por el Frente Cívico y Social primero, ni por Cambiemos a continuación. Distintos periodos con matices diferenciados, donde la oposición se debatió más entre sus perimidos liderazgos, que en armar un grupo de trabajo que fuera inexpugnable, que hubiese sido lo correcto.  Razón por la cual el fracaso de un gobierno también fue el fracaso de la oposición.

Esto último es lo que ha sucedido. Se sumaron durante ocho años, un pésimo gobierno con una errática oposición. Y el resultado es que Catamarca es una de las provincias más pobres del país y la que mayor incidencia del empleo público tiene sobre la población activa, que convierte a ésta última, en una casta sumisa al poder público y carente de toda injerencia en los destinos locales.

Qué en la provincia de Catamarca no exista la iniciativa privada o que la misma sea casi nula, es responsabilidad de quien gobernó y también de la oposición, que resultó ser un espacio carente de ideas, con dirigentes faltos de empatía con el pueblo, divisiones y mezquindades políticas, fracturas intestinas dentro de los partidos que conformaron el frente, falta de unidad y visible falta de liderazgo o agotamiento de los mismos.

Y como si ese panorama fuera poco, hay que sumarle la vergonzante “borocotizacion” de dirigentes que rápidamente se cambiaron de “camiseta” como fue el caso de la diputada Analía Brizuela que fue electa en 2015 por Cambiemos y apenas empezó su gestión como legisladora se fue a las huestes del peronismo, en forma menos explícita el ex diputado Carlos Molina hizo lo mismo, aunque sin cambiar de bando fue funcional al oficialismo provincial y el cenit de su comportamiento vidrioso quedo plasmado cuando votó a favor de la ley de ampliación de la Corte de Justicia de la provincia en disidencia con el resto de su bloque.

La muletilla de Carlos “chaleco” Molina hacía referencia a que el gobierno nacional era institucional y debía ayudar a los gobiernos provinciales para el bien de los pueblos, en esa época eran tan asiduas sus visitas a la casa de gobierno que era común verlo salir acompañado de importantes dirigentes de peronismo, no sólo en Catamarca, cuando por ejemplo concurrió con la comitiva de Rubén Dusso a inaugurar el puente de Villa Vil, sino también en Buenos Aires donde se lo vio salir de la Feria Internacional de Turismo, en el Predio Ferial de Palermo, del brazo del entonces Ministro de Hacienda (foto de portada), hoy diputado Ricardo Aredes. Esa pésima gestión legislativa de Molina, típica de los falsos profetas que proclamaban una pertenencia a una religión y en realidad pertenecían a otra, un perfecto fariseo de Macri, adicto al gobierno de Corpacci.

Molina fue el principal responsable del inicio de la debacle, que incluso provocó que Cambiemos pierda en el 2017 el manejo de la Cámara de Diputados en coalición con los “renovadores” peronistas. Esa tendencia inaugurada por Molina se confirmó con el ingreso a la Cámara de otro íntimo amigo de Lucía Corpacci de los tiempos de amistad y camaradería del Club Náutico Los Talas y sus campañas solidarias a Chile, Enrique Cesarini, llamativamente Presidente del PRO, ambos, Molina y Cesarini, apoyados desde Buenos Aires por otro prócer del fracaso político del Partido de Macri en Catamarca, Francisco Quintana con su adlátere regional, quien ya tiene casi asegurado su ingreso a la Cámara Alta.

En definitiva, la oposición en estos últimos años no ha sido “ni chicha ni limonada”, el partido mayoritario, el radicalismo tiene serias divisiones y exhibe un “agotamiento” de sus principales dirigentes y todavía sigue sin aparecer un nuevo líder. El Pro es eso que describimos en el párrafo anterior, nunca sacó provecho de los años que estuvo en el poder a nivel nacional para crecer, colocando tres diputados de dudosa reputación, dos por ambiguos y funcionales al peronismo y la restante, recién ingresada, sólo ha demostrado  una alarmante falta de preparación para la función legislativa. En la Cámara, los dirigentes que lo representan tienen casi nulo posicionamiento en la sociedad.

La coalición cívica tampoco es un partido que tracciona electoralmente y con la renuncia de su principal figura “Lilita” Carrió la suerte del espacio es una verdadera incógnita, su principal dirigente a nivel local Rubén Manzi llegó a la Cámara de Diputados de la Nación, pero varios dirigentes afirman en voz baja,  que parte de la culpa del magro resultado logrado por Juntos por el Cambio en las ultimas elecciones, se debe a él y su floja propuesta política.

El resto de los partidos que conformaban el frente opositor se han ido como el Fe que esta con el oficialismo y Movilización que nadie sabe qué hará de aquí en adelante.

Como hemos descripto sintéticamente el panorama en la oposición luce tétrico y es hora de que dejen de posicionarse personalmente y cumplan el rol para el que fueron elegidos. Es necesario que comprendan que para realizar su trabajo y cumplir con el mandato popular, que es el de ejercer un control sobre el gobierno, principio básico del sistema republicano que pocas veces es tenido en cuenta por la dirigencia local, comiencen a plantarse como verdaderos opositores.

Con éste incierto panorama no debe descartarse que muchos dirigentes se consideren con el pase en su poder y busquen nuevos horizontes, más apegados a sus ambiciones de poder, rayanos con el rechazo a la ética y la responsabilidad política y ciudadana, algo de lo que el frente ha demostrado carecer. Estos  nuevos “pases” que se avecinan explicaran aun más lo que pasó en los últimos tiempos, confirmando las sospechas y las traiciones, de muchos, incluso de aquellos dirigentes de otras provincias que se vinieron a “asilar” a la nuestra. El libro de pases de la política vernácula está abierto y pronto se confirmarán las predicciones.

 

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