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Opinión

Cuando la neurociencia es autista

Abordando realidades trascendentes como Cerebro, Psique, Alma, y Espíritu, se advierte que el primer elemento –el cerebro- es material, mientras que los tres restantes son inmateriales por propia naturaleza.

Intrínsecamente inmateriales “por propia naturaleza”, pero, no obstante, neurólogos, psicólogos, y psiquiatras niegan vigorosamente que psique, alma, o espíritu tengan existencia autónoma, enfatizando que esos “entes” son mero subproducto generado por la actividad cerebral del humano. No dan explicación sobre de qué manera nuestras neuronas pueden –o podrían- por sí mismas producir esa extraña “bajada de línea” paraauto-comandancia, pero… ¿deberíamos creerles?

Gran controversia aquí. Contra viento y marea, los científicos afirman que son nuestras neuronas las que construyen una psique como subproducto cerebral, y que por ende, nada atemporal mora en nosotros. Para sustentar su postura, nos apabullan con realidades muy obvias tales como que hay electricidad dentro de las neuronas y que se producen varias reacciones químicas en las sinapsis que las vinculan, afirmando que a veces nuestro cerebro nos “traiciona” momentáneamente cuando nos “pone” ansiosos, depresivos, hipertensivos, o furiosos, y nos “traiciona” terminalmente cuando nos “sentencia” con patologías como el Parkinson’s o el Alzheimer’s.

¿Seremos víctimas de Inquisición Neuronalauto-infringida?

¿Así de simple será la cuestión?

No; de ninguna manera.

Si así fuese, entonces las “enfermedades” del alma o psique serían por exclusiva “culpa” de nuestras neuronas (materia gris), pues las células gliales (materia blanca) sólo hacen mantenimiento fisiológico de los grupos neuronales.

Veamos la cuestión más de cerca:

Nuestro cerebro recepta estímulos generados por millones de sensores en todo el cuerpo, y reacciona coherentemente. Para ver, nuestra retina actúa químicamente, y ese estímulo químico es convertido en electricidad conducida por “cables” nerviosos a los centros de la visión (lóbulo occipital), donde éste “lee” esa información eléctrica y la “reconvierte” en la imagen original que la retina estuviese captando.

Pero, mientras que los animales ven directamente, nosotros “interpretamos” aquello que vemos, por lo que cada uno “ve” a su manera, y ya no hay objetividad, pues la “imagen final” resulta subjetiva, altamente subjetiva, adecuada a voluntad propia.

¿Por qué ocurre esto?¿Quién es ése “intérprete” que distorsiona a gusto una simple imagen?Más concretamente, ¿hay algún “comando exterior” actuando sobre nuestro cerebro, generando “voluntades” disonantes con la realidad?

O, por lo contrario, ¿es nomás una “función cerebral” la que crea distorsiones mentales, tal como la Neurocienciaafirma?

Veamos que ocurre con ambas puntas de tal disyuntiva, usando la metodología matemática de “resolución por el absurdo”.

Para adecuarnos a la porfía autista que neurólogos y psicólogos proponen, deberíamos aceptar que realmente existen aberraciones “volitivas” –subversión- en nuestras neuronas, pues algunas deciden extenuarse ante incertidumbres(Ansiedad), cuando otras toman el rumbo inverso: imbuirse de escepticismo (Depresión), las vecinas pueden preferir alternar su acción en dos bandos, uno eufórico y otro depresivo (Manía Bipolar), mientras que otros centros de nuestra Neo-córtex (corteza cerebral) pueden elegir tomar partido en media docena de equipos a la misma vez(Esquizofrenia), o quizás paralizarse temerosas (Crisis de Pánico), y hasta auto-esclavizarse en trabajo forzado las 24 horas del día (OCD, Obsessive-CompulsiveDisorder).

Con similar criterio, neuronas más audaces de nuestra corteza pueden instar huelga de hambre(Anorexia); fingir estar situadas en algún cerebro ajeno (Paranoia); elegir vivir más felices refugiándose en el pasado grato (Melancolía), o tal vez irse al extremo opuesto, y hacerse infelices repudiando selectivamente algún pasado ingrato (Fobias).

Tanto absurdo parecería un juego fantasioso de niños, pero no lo es.

En realidad, es un perverso juego freudiano de Neurólogos y Psicólogos, cuya necedad no les permite advertir es que es la mente quien comanda a los centros neuronales, pero jamás al revés, tal como ellos insensatamente postulan.

El aspecto triste de tal desvarío es que así negando que alma (mente) tenga entidad propia, los citados no pueden abordar las enfermedades del alma como inmateriales que son, y que, en consecuencia, solo podrían resultar sanadas mediante la “terapia” del autoconocimiento, habida cuenta que jamás hubo dos individuos idénticos. 

                Por cierto, ante cualquier desorden mental, resulta demasiado fácil “echarle la culpa” a nuestras neuronas que, en realidad, son nada más que las víctimas de una psique (mente) excéntrica, nunca su “agente del desorden”, y menos aún “instigadoras”.

Con la misma porfía de negar la autonomía de la psique (mente), considerándola efecto y no causa, también se niega la existencia del constante “martilleo” que nuestra mente ejerce sobre la Neo-córtex. La catástrofe se desata cuando, a través de los husos y conectores cerebrales, esa trepidación en la corteza cerebral se traspasa al Hipotálamo (cerebro primario), nuestra torre de control, un vigía con “encendido electrónico” siempre alerta  para responder adecuadamente a los estímulos que le llegan.

Pues bien, cuando estos estímulos son auto-inducidos, es decir, imaginarios, de hecho producen consecuencias letales. Veamos ejemplos:

Al detectar altísimos niveles de ansiedad, una y otra vez nuestro Hipotálamo ordena se libere torrentes de dopamina para tranquilizarnos. En el curso del tiempo, tanto derroche de dopamina termina por aniquilar los centros cerebrales que la producen, y entonces se llega a la “Enfermedad de Parkinson”, totalmente incurable.

Similarmente, ante niveles descomunales de obsesión, no hay manera que nuestro hígado y riñones puedan eliminar la cascada de adrenalina y desquicio hormonal –la “mala sangre”- vertida en el sistema circulatorio. Entonces, nuestro corazón queda encerrado en un estado crítico de sobreexcitación, a la vez que la hipertensión se va a las nubes, con el peligro de ruptura vascular. La fisiología cerebral se resiente por el incesante “recalentamiento” que la obsesión provoca, amén de las funciones digestiva, hepática y renal también comprometidas por el descalabro fisiológico originado por el caos mental obsesivo. Ante semejante callejón sin salida, ¿Qué hace nuestro Hipotálamo para asistirnos? Toma una medida extrema, aparentemente muy cruel: ordena desconectar selectivamente a centros de memoria en nuestro cerebro, para así cerrarle el paso a los mecanismos obsesivos de los que fuésemos prisioneros, cuya somatización estuviese liquidando a nuestros órganos vitales, especialmente el corazón.

Este proceso se llama Mal de Alzheimer, donde el cerebro queda funcionalmente “agujereado”, con “vacíos” de memoria gradualmente mayores. Así “borrada” parte crucial de nuestra memoria, los mecanismos obsesivos se quedan sinbase de datos para funcionar, tal cual la estrategia militar de cortar las líneas de abastecimiento del enemigo para anular su acción en el frente de batalla. Si bien el Alzheimer’s es irreversible, su acción des-conectiva otorga una sobrevida de hasta 12 años.

Para vivir feliz, es mejor conocerse a sí mismo. Y para horrorizarse con estigmas, diríjase al neurólogo, psicólogo, o psiquiatra más cercano, y luego queme incienso, orando advenga piedad.

 

 

Autismo cerebro neurociencia opinión

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