Hubo un tiempo, que llegar a Catamarca significaba un toque de asombro sobre todo si ello ocurría al atardecer o ya de noche plena. Muchos de sus edificios principales, sean iglesias, instituciones o algún edificio público, se encontraban primorosamente iluminados y esta impresión se acrecentaba si el arribo ocurría desde la Cuesta del Portezuelo, creo que se encontraba sin terminar, la ruta provincial 33, pero eran notables las vistas desde un poco más adelante de lo que hoy es el aeropuerto, y ni que decir, antes de la curva del puente del Rio Santa Cruz.

Para quienes paseaban ya por la ciudad, la panorámica de la cuestecilla de  El Jumeal o las vistas desde el Parque Adán Quiroga, francamente eran una delicia a los sentidos.

Cierta vez que pregunté cómo había surgido la idea y quién era el realizador de la iluminación, supe escuchar que habría sido obra de verdaderos artistas en la estética e iluminación, lo que no me cabe duda alguna, al ver la combinación de luces frías y cálidas resaltando diferentes valores arquitectónicos de cada edificio.

El caso de San Francisco, para mí, fue uno de los que más se lucía el trabajo artesanal de aquella iluminación.

Al encontrar esta foto, que forma parte de una serie del mismo tema, no pude menos que tentarme en compartirla con ustedes, pues los mayores recordarán aquel tiempo y los más chicos verán algo que realmente distinguió a Catamarca en una época agregando valor turístico a nuestro paisaje ciudadano.

Lamentablemente gran parte de aquel tesoro para la vista se fue perdiendo y hoy se sienten algunas ausencias y también el no mantenimiento de luminarias que por razones lógicas se van quemando, pero qué se puede esperar, si cuando las cruces de las torres de la catedral fueron sacadas y nunca repuestas sin dar explicación de motivo (que se encontraban peligrosamente herrumbradas, escuché por ahí), pero por favor, la tecnología moderna no permite colocar réplicas más livianas, con material inoxidable pero que no quede ese “vacío  difícil de llenar”?

Debo pedir disculpas a varios escritores que me han enviado sus trabajos para publicar pero, razones ajenas a mi voluntad, me retrasan en un compromiso que se regularizará a la brevedad.

Volviendo a Catamarca iluminada, espero que la imagen que hoy coloco, sea movilizante de vuestros sentimientos y de algún modo recuerden o conozcan aquel tiempo, CUANDO LAS LUCES DOMINABAN EL PAISAJE.