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Opinión

Medicina apócrifa, Pandemia INI y Covid-19

Por consenso unánime, la salud es un bien esencial. Esto obliga a designar un custodio de ese bien esencial, y, para seguridad, empoderar a quien custodie al custodio designado. En Argentina, nadie custodia la salud, y, por ende, tampoco hay custodia al custodio.

La medicina inhumana y el Covid-19

La medicina es ciencia biológica aplicada a la criatura antropológica. Sin embargo, se forma a nuestros médicos con conceptos básicos de Química Biológica y ninguna noción de Antropología. Así divorciada de la realidad, la medicina se torna bizarramente abstracta, y la ignorancia antropológica se recubre con la arrogancia médica basada en los debería ser para “extraterrestres”, en vez de instruidos para preservar la antropología terrenal que es. Con tristeza, se advierte insertado un factor siniestro jamás imaginado: la medicina inhumana.

Malas noticias para la jactancia galena, pues los humanos del planeta tierra somos fruto de 3.700 millones de años de evolución biológica, secuencia cuyas etapas están rigurosamente impresas en el ADN de cada Genoma humano, colosal base de datos recopilada desde la célula primigenia. Todo registrado y programado, nada para innovar.

Otra mala noticia para el engreimiento médico: el ser humano se monitorea por un núcleo directriz que ningún médico puede alterar: el Hipotálamo, nuestra central de software operando sus trillones de unidades periféricas –las células de nuestro cuerpo- consonantes con el mismo e idéntico ADN de cada individuo. Nuestra compleja máquina biológica es tan confiable que se regula a sí misma, automáticamente. Pero la medicina inhumana abriga… otros planes.

Respuesta Inmunológica: Es el escuadrón interno de macrófagos, células asesinas, etc. que exterminan lo detectado ajeno -aunque no fuese infeccioso- ingresado a nuestro sistema biológico, operando cuál guardia pretoriana “ultra-xenófoba”.

La defensa inmunológica es dual: sistema inmune innato y sistema inmune adaptativo.

El S.I. Innato o Natural son básicamente células macrófagas que degluten (fagocitosis) cualquier cuerpo extraño en nuestro organismo, liberando señalizadores (citoquinas) que disparan inflamación y convocan a otras células del sistema inmune al sitio de la infección.

El S.I. Adaptativo son linfocitos que patrullan en sangre y sistema linfático. Su función es detectar antígenos y tomar acción remediadora: aniquilar al elemento invasor.

Tipos de Linfocitos: Los Bioquímicos B, que elaboran anticuerpos; los Asesinos T, que controlan las respuestas inmunitarias y destruyen células tumorales; y los Asesinos NK (natural killers), exterminadores complementarios del S.I. Natural.

Los virus son trozos de ácido nucleico (ARN) sin estructura celular. Su origen se remonta a la primera célula, o sea que tienen al menos 3.700 millones de años de antigüedad.  Parásitos microbiológicos, los virus no tienen ADN (sólo ARN), ni metabolismo, sino que viven a expensas de –y se reproducen en- la célula que puedan infectar. El Covid-19 no es excepción.

El contagio: Nuestro ADN posee registro de haber arrasado invariablemente a toda forma viral durante 3.700 millones de años (hoy más aptos para enfrentarlos con supremacía, por ser una especie más evolucionada que todo virus), y entonces, ¿Cómo diablos se explica la aparente “dificultad” para enfrentar un contagio del Covid-19?

Mal planteado, éste dilema jamás tendrá respuesta. Para despejar conceptos sesgados y el halo de terror sembrado, mejor expresar la cuestión en términos matemáticos:

La constante es el Covid-19, virus agresivo y muy contagioso, aunque escasamente letal, mientras que el factor variable es la descomunal diversidad de grados de respuesta inmunológica según cada afectado, pues algunos aniquilan al Covid-19 de inmediato, sin siquiera sentir síntomas, mientras que a otros los derriba duramente y los mata sin más. Ésta enorme amplitud de variación, que va desde efecto cero a muerte por mismo agente viral, dispara alarma roja, señalando una anomalía demasiado antinatural, forzosamente inducida: el IDIND.

IDIND: En la ecuación “Covid-19 /huésped”, el poder infeccioso del virus es la constante, y la condición inmunológica de cada huésped es la variable aleatoria (insólitamente variable, pero la realidad así lo demuestra). Entonces, la genuina pandemia que hoy nos aqueja es la inmunodeficiencia inducida (IDIND), y no del Covid-19 que la pone en evidencia. Se advierte que la situación imperante es más severa, pues ésta pandemia IDIND afecta a 4.500 millones de seres (el 60% de la población mundial), obviamente incluidos los infectados con Covid-19.

Lo asombroso en la IDIND es que su agente no es virus, ni bacilo o bacteria, sino la corporación médica que, por acción y omisión, induce retracción de Respuesta Inmunológica a niveles de un 40% de su capacidad natural.

Así, en vez de Calidad de Vida, se tiene Calidad de Vulnerabilidad Inducida. La medicina es un negocio gigantesco y el ser humano es su mercancía, por lo que el conflicto de intereses estuvo siempre subyacente a las prestaciones de salud.

La Inmunodeficiencia Inducida (IDIND)

Si un país cuenta con alimentos asequibles, viviendas con agua potable, y educación, el 8% de su PBI bastaría para cubrir el costo básico de salud. Pero “La buena salud de la población atenta contra el progreso de la medicina”: si se logra reducir, por caso, a un 40% el nivel promedio de Defensa Inmune de la población, la salud de ese país empeorará drásticamente, y será necesario duplicar el gasto previsto, llevándolo hasta un 16 o 18% del PBI, cuadruplicando la rentabilidad de los proveedores de salud.

Hay diversas maneras de sabotear el Sistema Inmune, disparando IDIND:

  1. Boicotear cualquier ente supremo de Salud Pública para lograr acción irrestricta en práctica médica. Teniendo un sistema óptimo, Argentina deshizo su red de Salud Pública en 1965, los EE UU jamás la tuvieron, y Canadá posee el mejor de las Américas.
  2. Marginar presencia y participación de Inmunología en hospitales y clínicas. Se exhibe su arista banal (Alergia) y su faz ultra-científica (Histocompatibilidad), pero el consultorio central de Inmunología –núcleo vital de la salud- se emplaza ignoto e inoperante.
  3. Todo laboratorio medianamente equipado puede hacer análisis de Respuesta Inmune, del Sistema Linfático, o del Sistema Enzimático, pero los médicos reniegan pedirlos por resultar adversos a su interés profesional, pues la medicina precisa pacientes.
  4. Desacreditar toda práctica científica que estimule el Sistema Inmune: Homeopatía, Naturopatía, Termohematología, Terapia Gerson, Ozonoterapia, Hierbas Medicinales.
  5. La gestación humana dura 271 días, donde el desarrollo final del sistema inmune se produce en los últimos 50 de esos 271 días. Pero se induce partos prematuros, usualmente por cesárea, donde cada día de parición anticipada involucra sacrificar proporcionalmente la formación del sistema inmune de la persona por nacer.
  6. La naturaleza humana demanda siete meses de lactancia, de antaño hasta 18 meses. La leche materna afianza el desarrollo del sistema inmune del neonato, quien, al respirar por sí, se expone a contaminantes y patógenos ambientales. La leche materna estimula el crecimiento del Sistema Nervioso Central, pero los pediatras invocan que reducir la lactancia no causará daño nutricional al bebé. La Naturaleza dice lo contrario.
  7. Desnutrición proteica: Las proteínas son cúmulos de aminoácidos constructores de los anticuerpos que nuestra Defensa Inmune elabora. Pero nuestro organismo sólo produce la mitad de los aminoácidos, y los demás deben ingerirse por boca. Así es que la desnutrición proteica genera niños con retardo mental y salud débil de por vida.
  8. Veneno sódico: La medicina anti-antropológica es muy hábil soslayando toxicidades fatales: la livianamente llamada Retención de Líquidos no es sino un insalubre exceso de cloruro de sodio en el citoplasma celular. Éste envenenamiento compromete la ósmosis, privando a la célula de oxígeno y nutrientes críticos, por lo que, para sobrevivir, la célula queda forzada a regresar a su modo pretérito de existencia: glicolisis anaeróbica dando mitosis atípica, es decir, cáncer. Pero hay que facilitar trabajo a los oncólogos.
  9. El homo pharmacopensis: La colosal cantidad de fármacos recetados para el diario vivir es prueba irrefutable de medicina inhumana en boga. Cada hogar estante de fármacos en heladera y armarios, y cada portafolios o cartera tiene un pastillero con medicación variada. Pastillas para anorexia y para comer menos, ansiolíticos para bajar ánimos y antidepresivos para subir ánimos; píldoras para el estreñimiento y para la diarrea, dimenhidrinato (dramamine) para evitar mareos y anfetaminas para gozar mareos. La medicina inhumana induce sensación de ser aterrizado en un planeta erróneo donde la adaptabilidad se ciñe a la exigencia de tomar un fármaco para cada ocasión.
  10. La Medicina Nutricionista soslaya la toxicidad alimentaria. Pésima alimentación trae pésima salud, pues nuestra biología precisa regeneración diaria. Por caso: las “frutas de estación” son de cámara frigorífica, sin enzimas ni vitaminas; la obscena ingesta de 10,5 gramos diarios de sodio en vez de 1,4 gramo diario necesarios (757% de exceso); y preservantes/contaminantes muy tóxicos. La mortandad por Covid-19 (Francia 14,06%, Italia 13,51%, Reino Unido 13,35%, Alemania 3,87%) confirma que, en los países que aplican rigor implacable en verificar pureza de todo alimento (Alemania), su población es un 300% más sana que la de sus vecinos comunitarios.
  11. La base de datos del NIH (National Institutes of Health), central de salud de los EE UU, indica que el 64% de las patologías son por somatización. En suma, el desborde mental nos arrastra a la tumba. Esto no inmuta al cinismo médico, pues un desquiciado mental es paciente perpetuo y gran consumidor de fármacos caros (narcóticos con receta).
  12. La OMS (ONU) pronostica que, para este año 2020, por primera vez una patología mental –la Depresión- superará a las cardiovasculares que han tenido larga primacía como mayor flagelo sanitario mundial. La ruinosa debacle mental apuntala al ININD, pues hay directa correlación entre depresión mental y depresión del Sistema Inmune.

Bajo asedio multidisciplinario de la medicina inhumana, jamás podría sorprender que nuestra defensa inmune se aplaste hacia un 40% (o menos) de su potencial innato.

Confrontando al Covid-19, la regla #1 de briga es “Conoce a tu enemigo”. El coronavirus es un parásito minúsculo que, sin metabolismo propio, precisa infectar para sobrevivir.

Similarmente, la corporación médica y sus asociados comerciales también precisan sobrevivir. Por un lado, lanzan campañas de vacunación para excitar respuesta inmune, pero principalmente hacen lo imposible (ver arriba) para destrozar la respuesta inmune de la población, dejando al ciudadano tan desguarnecido ante el novedoso Covid-19 como ante cualquier resfrío común y corriente.

Antes que nada, Debes conocer quién es tu Enemigo, dice el axioma.

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