El cerebro está preso o rehén de una justicia amañada, aunque muchos ignorantes todavía insistan que es mejor que siga operando en una cárcel domiciliaria que en la propia cárcel. Un disparate. No lo entienden ni en la Justicia Federal ni los abogados defensores. El sistema piramidal de estafas debe ser desarticulado por una intervención judicial, designando un equipo multidisciplinario de interventores o un interventor y auxiliares, con desplazamiento de los órganos gerenciales e inhibición general de bienes. Y los autores materiales ser juzgados conforme a las disposiciones legales.

Los hechos son gravísimos, por las consecuencias sociales que está acarreando y porque además sigue destilando una ignorancia supina que alarma. El tiempo nos irá brindando una serie de detalles desconocidos y de los que nos enteraremos en los próximos días. En la ignorancia supina debemos contabilizar  los errores no forzados del gobierno de Raúl Jalil, otras instituciones responsables del contralor y gran parte de la oposición. En el cuento del tío Bacchiani hay muchas variantes y condimentos extras, aunque la esencia es la misma: aprovecharse de la inocencia y codicia de la víctima, y combinarla con la gran capacidad del estafador de actuar y contar una historia creíble.

Y la mayoría entró como caballo a la gatera. Lo que demuestra este escándalo sin precedentes es la debilidad institucional que se traduce en atraso. La mayoría de los dirigentes, los que conocen y saben cuales son las “reglas del juego”, sabían de antemano que este tipo de operatoria era fraudulenta de acá a la china, que tiene visos de legalidad, utilizando, en este caso las criptomonedas. En la pirámide, los de arriba, diez o veinte, pusieron grandes sumas, cobraban montañas de “intereses” ficticios, ya que el dinero no estaba colocado en ningún lado sino en el bolsillo de los estafadores, mientras los pequeños inversores alimentaban a los peces gordos, con ilusión óptica, tal como lo demostró el tiempo.

Era necesario traer más pescaditos, hacer el cardumen para alimentar a los tiburones que se le tragaron toda. Los de arriba cagaron a los de abajo, como la típica ley del gallinero. Hicieron la estafa con los de abajo. El “modus operandi” está más que claro. Y en el pool de poceros están los políticos, funcionarios judiciales, legisladores, abogados, empresarios, jueces y fiscales, etc. Hicieron la vista gorda, miraron para otro lado y colocaron sus dinerillos en esta colosal "cueva" esperando que la pirámide aguante un par de años más, pero cayó antes de los que muchos esperaban.

Ahora sale un trasnochado senador nacional a pedir que se instruya a los alumnos en finanzas. Lamentable. Joao Andrada… ¿Qué sabe además de medir dioptrías o vender anteojos? Nada. Es Senador Nacional por obra y gracia de Lucía Corpacci. Que opine de finanzas un espantapájaros o un oftalmólogo es lo mismo.  Hace cuatro años que Bacchiani operaba en Catamarca, tiempo más que suficiente para hacer un master en finanzas.

Tiene que ocurrir un hecho de estas características para que nuestros legisladores se den cuenta que el pueblo es cada vez menos educado no solo en finanzas sino en muchas materias, por no decir en todas. Bueno los paros docentes y los años sin clases tienen consecuencias. El escándalo, que también es judicial y de competencia entre varias provincias, está generando una crisis no solo económica, también social.

Pero lo peor de todo es que fue fogoneado por dirigentes políticos. Eso no debe pasar desapercibido porque es de una gravedad inusitada. Es el crimen de los ignorantes o no tanto, porque muchos apoyaron a Bacchiani a cambio de favores, como es el caso de Flavio Fama, Francisco Monti, Enrique Cesarini, Natalia Saseta y Diego Figueroa,  llamativamente todos legisladores nacionales y provinciales que ganaron una interna haciendo trampa, ya que hicieron un notable despliegue de recursos publicitarios. Claro con el dinero de la gente perjudicada. Prueba de ello es que Figueroa y Saseta, siendo diputados provinciales presentaron un proyecto para declarar de interés parlamentario con entrega de diploma, las charlas de un embustero, es como si la Universidad de Harvard hubiera citado a Al Capone para dar una charla sobre evasión de impuestos.

Pero estaba pactado en ese exorbitante interés mensual que pagaba está filibustero y por unos puntos más, que Saseta, Figueroa, juntos al rol estelar de Mariano Manzi salieran a defender y promocionar esta actividad ilegal y defraudatoria que perjudicó a muchos incautos, los que de alguna manera los convirtió en cómplices políticos de una situación calamitosa por involucrarse en forma verbal y material para ayudar a un estafador.

¡Ignorantes y cómplices! Es tan bajo el nivel de los que nos pretenden representar, con muy poca o nula preparación, ruines que solo buscan un cargo público debido a que en la actividad privada tienen pocas chances de inserción. Entonces para ellos, el fin justifica los medios, cómo fue buscar financiar la campaña política con una actividad espuria e ilegal. No es gratis quemarse de esa forma. ¡Háganse cargo!