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Columnistas

Cuáles son los sueños de Cristina Kirchner que la realidad le niega

Tuitea como víctima y estadista, pero se acercan nuevos reveses judiciales que volverán a enfrentarla a acusaciones gravísimas. 

Cristina Kirchner transita el fin del poder en silencio, recluida entre los sinsabores políticos que le marcan el camino de los sinsabores judiciales. No es una novedad. Lo supo siempre. Lo que no sabía era cuándo llegaría el momento exacto.

Sus últimas apariciones virtuales podrían ser una síntesis de lo que espera para sí misma. Sus mensajes revelan cómo quiere ella que la vean, pero la realidad molesta.

Apenas empezó septiembre retuiteó documentales de La Cámpora sobre el atentado de la banda de Los Copitos, que el kirchnerismo ha intentado ligar sin ningún éxito -ni ninguna prueba- con dirigentes de la oposición. Cristina víctima.

Este domingo publicó un tuit ofreciendo “toda nuestra solidaridad con el pueblo de Marruecos” a raíz del terremoto que sacudió al país africano. Cristina estadista, sensible al contexto internacional.

Pero su sueño de pasar a la historia asociada a esos adjetivos -víctima, estadista- tambalea demasiado pronto.

Se nota en acciones de salvación individual que entierran en la práctica aquel romanticismo solidario declamado en la frase “la Patria es el otro”.

La Patria no es el otro cuando insiste para cobrar una doble pensión de la ANSeS -como ex presidenta y viuda de un ex presidente- que la lleva a un ingreso de jubilaciones millonario en el país donde los jubilados ganan miseria.

Es legal (también lo cobra María Estela Martínez como ex presidenta y a la vez viuda de Perón), pero ¿y el gesto solidario de estadista? Allí, la Patria es ella.

La Patria tampoco es el otro cuando desaparece en Chaco Cecilia Strzyzowski, ni cuando los dirigentes piqueteros socios políticos y amigos del gobernador Capitanich terminan presos por el crimen y la atroz desaparición del cuerpo de la chica.

Cristina, que hizo campaña activa preguntando dónde estaba Santiago Maldonado durante el gobierno de Macri (el joven se ahogó en un río patagónico), ni nombró a la víctima que heló la sangre del país entero.

Si las víctimas de los aliados políticos no existen, la Patria son ellos, los aliados. En este caso, los asesinos.

Toda la solidaridad para las víctimas de Marruecos. Ninguna para la familia de Cecilia, descuartizada en una chanchería por los militantes afines.

Tampoco la Patria es el otro cuando el Senado debe debatir la nueva ley de alquileres y los legisladores que responden a Cristina ponen como prenda de cambio que le prorroguen la jubilación a la jueza de Casación que pisa un fallo para que a Cristina no la juzguen en otra causa por corrupción.

¿Qué negociación es esa? ¿No debato una ley que le importa a cientos de miles de argentinos que alquilan si no votás la continuidad de una jueza que sólo me importa a mí?

¿La rediscusión de los contratos de alquileres de la gente de a pie que hace malabares a cambio de una jueza que me salve?

Cristina ya está condenada por corrupción. La jueza que al final echó la Corte ya no puede salvarla de afrontar otro juicio sobre hechos de una mecánica tan obvia que la decisión del tribunal para sobreseerla sin juicio pone a aquel fallo entre las mayores vergüenzas de la historia judicial argentina.

Si ella fue condenada por corrupción por darle la obra pública a Lázaro Báez y en la nueva causa Lázaro Báez le alquila habitaciones de hotel (Hotesur) y departamentos (Inmobiliaria Los Sauces) para que permanezcan vacíos, ¿no hay que hacer un juicio para dilucidar si esos alquileres truchos no eran el retorno de la coima?

La jueza por la que Cristina enterraba la ley de alquileres opinaba que no.

Todo indica que la inminente opinión de los jueces que ahora siguen adelante será diferente.

¿Cristina otra vez juzgada por corrupta? Eso destruye la imagen deseada de víctima.

También deberán resolver el otro fallo vergonzoso, de otro tribunal oral que también integró -igual que en Hotesur-Los Sauces- el juez Daniel Obligado, que antes había sacado a Boudou de la cárcel por haber hecho un curso de electricista.

Es el fallo que sobreseyó a Cristina sin juzgarla por el Pacto con Irán, después de que el mismo tribunal oral citara a más de 300 testigos a los que jamás escucharía.

La denuncia original la había hecho el fiscal Nisman, que cuatro días después apareció con un tiro en la cabeza.

Cristina dijo que se suicidó. Después, que lo mataron. Después, otra vez que se suicidó. Para la justicia fue un asesinato y sigue impune.

¿Cristina hizo un pacto para encubrir a los terroristas que volaron la AMIA? Eso aniquila la imagen soñada de estadista con mirada internacional.

Estos banquillos posibles que se acercan pondrían a Cristina ante acusaciones gravísimas más que ante sus deseos de licuar los hechos a la liviandad de su imagen soñada.

Aunque trabajó incansablemente para ella misma, Cristina no consiguió activar los mecanismos para salir indemne, por más que desde el primer día en este gobierno que va llegando a su fin presionó de todos los modos posibles para cambiar al jefe de los fiscales, a la Corte y al Consejo de la Magistratura. Y para adecuar el sistema a la medida de sus propias necesidades judiciales.

Su Patria fue evitar que la juzguen.

Acaso esa obsesión agrandó la puerta del luego candidato Sergio Massa, que apareció pegado a Cristina durante aquel acto del 25 de Mayo en la Plaza. Justo el día antes, el fiscal Marijuán la había sobreseído en la causa de la Ruta del dinero K, a pesar de tener 372 comunicaciones entre Cristina y Lázaro Báez en la misma ventana de tiempo en que el empresario santacruceño lavaba 55 millones de dólares.

Marijuán es amigo de Massa.

Tras el revés de las PASO, Cristina toma distancia -al final, la Patria es sólo ella- y espera por el candidato de su espacio.

Quizá un milagro electoral podría disiparle alguna de las tormentas que se le acercan.

Héctor Gambini

Fuente: CLARÍN
opinión Cristina Elizabeth Fernández Cristina Kirchner fin del poder

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