Cuando se difundió la visita del presidente Alberto Fernández a la localidad de Monteros, en Tucumán, un grupo de vecinos autoconvocados prepararon carteles para darle una cálida bienvenida. Pero no cálida por el cariño, sino por la tensión que generó.

“Alberto, devolvé la plata”, fue uno de los gritos que escuchó el mandatario cuando se dirigía hacia la sede del Poder Judicial que iba a inaugurar momentos después.

La ciudad amaneció con una fuerte custodia policial para evitar que el mandatario pasara algún mal trago, pero no fue suficiente. Ya se tornó casi una costumbre que cada vez que Fernández recorre el interior del país se topa con argentinos que cuestionan su gestión.