Hace unos días la gobernadora entregó 52 máquinas viales a varias reparticiones públicas de la provincia. El precio de compra fue de 6,5 millones de dólares que al cambio oficial son $ 383.500.000. En el discurso que dio en el acto de entrega de las maquinarias hizo alarde del plazo fijo que tiene la provincia y que a través de él se pueden comprar bienes e invertir en obras.

Lo que se pago por la maquinaria equivale a un poco menos de un mes de intereses que rinde el plazo fijo que tiene el gobierno en Banco Nación, la tasa de interés anual es del 64 % según informa el banco en su página web, es decir que lo que se obtiene por mes es $ 405.987.945,21.

Con lo que genera el plazo fijo se pueden comprar todos los meses 52 máquinas, hacer 280 casas como las que entrega el IPV, comprar insumos para los hospitales, tener a las ambulancias en condiciones y con combustible, generar planes de empleo para revertir la desocupación que tiene la provincia que es una de las más altas del país si tenemos en cuenta que la mayoría de los catamarqueños son empleados públicos, más precisamente 7 de cada 10 catamarqueños activos, trabajan para el Estado.

Es evidente que el plazo fijo que tiene la provincia más las Letes por 15 millones de dólares son producto de un superávit que ha tenido la provincia en los últimos años de la administración del Presidente Macri y que no han sabido invertir como corresponde porque están a la vista los innumerables problemas que hay en todas las áreas.

A nadie escapa lo innecesario e inoportuno de la compra de las maquinarias ya que en el contexto actual esta inversión no genera empleo, fue una licitación con impugnaciones cruzadas y una total falta de transparencia, llevada a cabo en la más absoluta de las reservas y que generó una disputa entre el ministro de obras publicas Rubén Dusso y el administrador de vialidad provincial Ing. Naranjo, incluso hace unos días circulo la versión de que Naranjo habría renunciado, esto no pudo ser confirmado por El Pucara ya que las fuentes consultadas  se contradicen en la información.

El secretismo con que se maneja el gobierno, como si las cuentas públicas fuesen algo así como un terreno vedado a la opinión pública, un misterio infranqueable, no hace más que aumentar las sospechas que generan los actos de un gobierno poco o nada transparente, especialmente en lo relativo al compre provincial, a las licitaciones, concesiones, contrataciones y en especial a la aplicación de fondos, todo es poco claro y sí la gobernadora aclara, enseguida oscurece. Un vieja frase que no llegó a ser refrán y que sigue muy vigente dice: “cuando alguien te explica los números y no los entendes, significa que te están... embromando” y en la última palabra debe leerse lo otro.