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Mundo

¿Rusia perdió la guerra?

Por Flavio Goldvaser, Analista Internacional.

Luego de la grave derrota rusa en el frente sur, algo que la obligó a evacuar sus tropas tanto de la Región como de la Ciudad de Kershon, en la OTAN se preguntan si Putin y sus tropas ya fueron vencidas.

Una campaña que los rusos esperaban fuese corta, que terminaría con una victoria fulgurante y con pocas bajas, se ha convertido en un pantano de muerte y destrucción al estilo de los escenarios que rememoran las batallas de trincheras de la Primera Guerra Mundial.

Errores estratégicos y una pobre planificación militar acompañados de una corrupción rampante han puesto de manifiesto la debilidad del ejército ruso.

Según especialistas en análisis de campos de combate, este país perdió desde el comienzo de la ofensiva lanzada el 24 de febrero del 2022, más de 8.000 vehículos de combate (de los cuales 1.500 corresponden a los tanques más avanzados de su arsenal) y un número indeterminado de tropas que podríansuperar las cinco cifras.

A pesar de seguir manteniendo bajo su control casi el 10% del terreno ucraniano que supo conseguir en los primeros días de la contienda, Rusia no sólo no ha podido terminar de consolidar sus avances; sino que se ha retirado de muchos territorios que supo obtener.

Estos meritorios triunfos de las tropas ucranianas, han llevado a la prensa y gobiernos occidentales a considerar que Rusia y Putin en particular, están terminados y que no tienen más opciones que el rendirse a Occidente incondicionalmente.

Pero a pesar de lo que podrían pensar estos países, Rusia morirá combatiendo con total desprecio por sus propias bajas tal como aconteció durante la Segunda Guerra Mundial. A tal efecto debemos recordar que en los últimos meses del 2022 este país realizó una primera conscripción parcial forzosa (un primer reclutamiento forzado) de más de trescientos mil soldados reservistas, muchos de los cuales todavía no fueron “lanzados” al combate.

Existe la idea entre fuentes de la OTAN de que Rusia podría lanzar una amplia ofensiva desde territorio Bieloruso sobre la frontera norte de Ucrania con la intención de desestabilizar el frente Sur. Es decir, intentarían atacar con fuerza la frontera norte de Ucrania para que ésta se ve apremiada a enviar tropas y recursos desde el sur, debilitando este último frente. Todo esto, a fin de limitar una planeada ofensiva ucraniana proyectada a más tardar para la primavera del 2023 sobre Crimea y el Puerto de Mariupol al sur, a fin de forzar una posible capitulación Rusa.

En vista a esta posibilidad, Ucrania ha minado toda la extensión de la frontera, lo que no permitiría la rápida movilidad de las fuerzas atacantes y ayudaría a que la artillería concentrada ucraniana pulverizara a estas tropas, detenidas precisamente por los campos de minas.

Según las fuentes consultadas en la OTAN, Rusia estaría dispuesta a lanzar parte de sus tropas recientemente movilizadas junto a vehículos de combate reacondicionados de la década de los años 1960-70, sobre estos campos de la muerte sin importarle el costo en vidas humanas que tal esfuerzo llevaría; para luego lanzar una segunda y verdadera ofensiva con otras tropas, en este caso bien entrenadas y a sus mejores equipos de combate con el fin, no de capturar Kiev; sino de cortar las líneas de aprovisionamiento militar occidentales:

Esta acción militar limitada se vería acompañada por un ataque sobre toda la infraestructura eléctrica ucraniana con la intención de “congelar” al país durante el invierno destruyendo totalmente su economía y al mismo tiempo produciendo sobre occidente una nueva ola de refugiados que llevaría a la OTAN a obligar a Ucrania a firmar un tratado de fin de las hostilidades.

Aunque…

Existiría otro motivo oculto para lanzar esta ofensiva suicida y que no tendría nada que ver con la guerra: el terminar tanto con los batallones voluntarios y mercenarios rusos como con sus comandantes que representan un peligro político para la estabilidad del régimen de Putin, debido al poder que habrán acumulado durante la guerra y hasta el final de esta.

De todas estas estimaciones, existe un solo tema en el que todos los bandos coinciden y es que la guerra no terminará pronto.

Y afectará las economías mundiales con una recesión que se hará sentir en los primeros meses del 2023.

Como siempre ocurre en estos juegos de poder y dominio, nadie piensa en el sufrimiento de la gente que ve destruidas sus vidas, esperanzas y felicidad en pos de unos sentimientos nacionalistas que sólo vuelven más poderosos a políticos y mercaderes de la muerte.

Ya que es en la guerra donde muere la humanidad y reina la miseria.

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