Por Rodolfo Llanos

Antes de la llegada al poder de Perón, un empleado de comercio con un trabajo regular y estable no ganaba lo suficiente para tener casa propia y muchos debían vivir en un conventillo. Obligando a las familias a vivir en ese estado de hacinamiento. Hoy, los mismos actores, descendientes políticos directos del fundador del Partido Justicialista y máximo declamador de la justicia social, llevaron a los trabajadores y a todo el país a los días previos donde una persona con su trabajo tenia reales oportunidades.

Muchas de las reformas que encaró Perón, trajeron un incremento del salario, así como una valorización real del poder adquisitivo. También trajo el crédito que habilitó que millones de familias pudieran acceder a un terreno para construir su vivienda y salir de la situación penosa que les toca afrontar.

Perón engordo como nadie la clase media y facilitó el acceso a ella a millones de marginados.

El camino fue el trabajo en el sector privado. La creación de millones de puestos de trabajo en comercios e industrias y la implementación de vehículos financieros que potenciaban el ahorra y el crédito.

¿QUÉ PASÓ CON ESTE NUEVO PERONISMO-KIRCHNERISMO-ALBERTISMO-MASSISMO?

Se perdió el rumbo absoluto de cuáles deben ser las prioridades de la política. Claro está que existe conciencia que antes, ahora y mañana la política va a representar y defender intereses. Pero como la mayoría de la dirigencia de política proviene de una virginidad absoluta de experiencia en el sector privado, cayeron en el realismo mágico DE CREER que el dinero florece en los campos de soja y que solo había que gastarlo.

El primer asueto intelectual de esta dirigencia fue creer que cuando mas expoliara a los productores agropecuarios, más dinero iban a obtener y que ese dinero, sin esfuerzo, serviría para crear una maquina electoral que les permitiría una perpetuación económica a costa del estado. El campo les proveía dólares y si el valor de la soja subía en el mercado internacional venían épocas de festejo para la política.

Debemos tener el valor de decirlo: a nuestros dirigentes les interesan más los negocios que la política y el camino hacia la riqueza es ocupar un lugar en el estado.

Hoy la política se encuentra de frente a un acertijo: una familia tipo necesitó $235.188,19 para ser de “clase media” en diciembre del 2022. El problema es que el ingreso promedio (en el decil más alto de ingresos que agrupa a poco más de 2Millones de argentinos) es de $164.089.

Hay 26.283.619 millones de argentinos con ingresos que están debajo de la línea de la pobreza, cayendo hacia la indigencia. (fuente INDEC tercer trimestre 2022)

El desbocado galopar de la inflación impacta en el poder adquisitivo de las familias más pobres permitiéndoles acceder cada vez menos a los productos de la canasta básica y retornándolos inexorablemente a tener que vivir en las mismas condiciones de precariedad que logro erradicar el padre de la Justicia Social.

Mientras no se achique el gasto público que desinfle la presión sobre los fondos que debe administrar y este deba seguir acudiendo a la impresión de moneda o emisión de deuda, este problema no tendrá solución.

Los emprendedores, creadores del 83,3% de las empresas en funcionamiento en el país somos un sector que resiste aferrado a la ilusión de la creación de riqueza y movilidad social ascendente mediante el trabajo. Esta resistencia que se cobra cada año más de 30.000 emprendimientos malogrados, no tiene políticos expertos con interés de aportar en la solución.

Más allá de la pasión enorme que le ponemos al país. Si esta dirigencia PRO-ESTADO se sigue perpetuando en el poder, veremos la desaparición de la clase media y el incremento de la pobreza. Volveremos a ver a empleados registrados y en blanco viviendo en asentamientos. Veremos más familias con padres sin empleo, condenadas a vivir en la calle. Por ahí esa realidad es lejana para algunos lectores, pero las secuelas de la pobreza nos atrapan a todos. Estemos viviéndola, observándola o padeciéndola.

El camino es siniestro y doloroso. Un triste destino que no nos resignamos a aceptar. El único rumbo debe ser potenciar al sector privado, achicar el gasto público y un recambio de dirigencia.