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Columnistas

Lenguaje y Libertad

Motivado por un artículo de Gabriel Levinas publicado en INFOBAE, en el que atribuye a la decadencia educativa  el origen de nuestro infortunio actual como nación, me pareció importante abundar un poco más en el tema dadas las circunstancias actuales.

Partiendo de reconocer que el conocimiento es poder, mejor dicho el saber confiere poder, corresponde aclarar y abundar más en estos conceptos.

La información aporta conocimientos y estos pueden o no constituirse en saberes. Forman una cadena que se inicia en el exterior, en los objetos y se procesa en el interior del sujeto. Por lo tanto el resultado final depende tanto de lo que está ahí fuera como de lo que llevamos aquí dentro y sus vínculos. Puede ser dirigido y controlado conscientemente, o automático e inconsciente. Saber-poder-potencia, llevan del acto a la acción, que por lo tanto puede responder a un proceso consciente tanto como inconsciente.

Corolario: información no es igual que conocimiento y ambos no son iguales que saberes. La cadena puede interrumpirse ya sea por exceso de los primeros términos, por la velocidad con que se presentan o por la incapacidad de procesarlos en tiempo y forma por el sujeto recipiente.

En toda esta secuencia se dan los aprendizajes que por las mismas razones e iguales participantes (objetos y sujetos) pueden ser explícitos (requieren trabajo y son conscientes), o implícitos (poco o ningún trabajo), automáticos e inconscientes. El aprendizaje corona en saberes cuando puede ser aplicado a nuevos objetos, circunstancias o condiciones; si el resultado es el esperable, diremos que el aprendizaje ha sido logrado y las conductas resultantes inteligentes o creativas. Aún los resultados inesperados o los errores pueden conducir a replanteos, y en un nuevo ciclo de aprendizaje terminar en un hallazgo de interés e importante. Pensamiento crítico, pensamiento complejo.

Todo este proceso se da en una suerte de idas y vueltas cuyo protagonista es el lenguaje, entendido como la capacidad de representar en ausencia de los objetos y de ese modo al simbolizar, permite abstraer, separarnos del objeto, apropiarnos de su esencia y detalles, de los sentimientos que lo acompañan y finalmente ponerlo en palabras que al utilizarlas transmiten, dirigen, condicionan, inducen, mienten, al igual que clasifican, califican, cotejan, predicen y un sinnúmero de acciones más que llamamos actividad mental o como prefiero remarcar: pensar. Aquí nos señalaríamos la cabeza donde está el cerebro al que le atribuimos esa capacidad pero sin saber realmente cómo es que lo hace. Esto es tan así que hace más de un siglo Ramón y Cajal decía que mientras no conozcamos realmente el cerebro tampoco podremos conocer realmente el Universo.

Los constantes descubrimientos confirman la existencia de inacabables ignorancias tal como predecía el gran Ramón. Sabemos mucho más pero la respuesta final no aparece. Otro sabio decía que el hombre es el animal que puede hablar de cosas que no existen.

Cabe entonces preguntarse por el inicio del complejo proceso de hablar, pensar, actuar configurando y siendo configurado. En el animal humano se inicia en su genética que lo predetermina pero que se moldea con los aprendizajes desde su nacimiento al descubrir y conocer los objetos que lo rodean entre los cuales están en primer término otros humanos, sean sus padres o sus cuidadores.

Luego, como en círculos concéntricos o en una espiral ascendente, el entorno del mesomundo con un componente dedicado a la educación formal, los educadores en las escuelas, que lo harán a partir de su ejemplo, aún sin proponérselo y muchas veces sin darse cuenta. Los medios de información harán lo mismo o similar pero con otros propósitos, guiados por una ética diferente Lo que natura non da, Salamanca non presta y además lo que no se aprende en casa la escuela no compensa y los medios a veces distorsionan. M. Bunge decía que la mente era como una habitación cuyo valor dependería de lo que pongamos en ella y yo agrego de cómo lo hagamos.

El saber lleva tiempo y ocupa espacio. En el fondo la sabiduría consiste en aplicar conductas inteligentes en un constante cotejo de experiencias con aprobación o rechazo. Puesto en otros términos decidir, elegir, ejecutar. En la neurociencia las llamamos funciones ejecutivas y en la filosofía voluntad, albedrío. Presuponemos poseer la libertad de elegir como un bien supremo y absoluto al que llamamos libre albedrío.

En realidad es una abstracción y una expresión de deseo ya que todo lo que tenemos son grados de libertad dependientes de saberes y experiencias. En consecuencia, si los aprendizajes intervenidos por la educación son los que determinan los saberes, y más aún pueden determinar la oferta, calidad y acceso a los mismos, serán también los que determinen cuanto poder y grados de libertad posea un sujeto o una sociedad entera.

En base a nuestra experiencia como investigadores y extensionistas podemos sintetizar esta relación con las frases de mi cuño: “la pobreza engendra pobreza y la ignorancia cierra y mantiene el círculo”. A veces por intereses mezquinos “se educa para la ignorancia”. Parece un oxímoron pero no lo es. Pensar en la palabra “mercado”, que se pregona como modelo de libertad absoluta, cuando los que saben y pueden controlan tanto la oferta como la demanda. “Se puede pintar con cualquier color que no tenga blanco” “Haga usted su menú eligiendo de las fuentes que hay en la mesa” que puso el dueño del comedor, Socarronamente y fiel a su estilo A. Jauretche decía que los argentinos éramos (somos, ¿seremos?) como el ama de casa que va de compras al almacén guiada por el manual de compras….que escribió el almacenero. Niños pobres, educación pobre, lenguaje pobre, pensamiento pobre, poder escaso, libertad mínima.

Por lo tanto dependen de decisiones tomadas desde el poder de otros, no siempre ejercido en su favor.

No evaluar para no estigmatizar y así no reconocer el problema y su gravedad, señalan y califican a quien tiene el poder y cómo lo usa.

Las consecuencias como señalaba Levinas están a la vista

gjnogueira75@gmail.com

Médico, Lic. En Psicología

Autor de “El niño problema” y “La era del neuroTodo”

Fuente: Notiar
Conocimiento y poder opinión Lenguaje y Libertad Gabriel Levinas

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