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Columnistas

La moneda está en el aire

En 2015 Cristina Kirchner decidió, sin consultarle a nadie, que fuese Daniel Scioli el candidato a presidente del Frente de Todos. Aunque no tenía razones valederas para dudar de la lealtad del entonces gobernador bonaerense, se encargó de blindar la fórmula con el nombramiento de Carlos Zannini como su vice.

En esa ocasión, la derrota a manos de Mauricio Macri impidió saber cómo hubiera funcionado una dupla tan desigual. Cuatro años más tarde, la Dama nos puso en autos, a través de un sencillo tweet, acerca de quién estaría al tope de la boleta electoral de la coalición que ella comandaba. Así como a lo largo y ancho de la geografía peronista nadie había abierto la boca con el propósito de objetar los méritos del motonauta para aspirar a hacerse cargo del Poder Ejecutivo nacional, de la misma manera no hubo una sola voz, dentro de los generosos pliegues justicialistas, que se levantara en contra de Alberto Fernández. Se sabe -desde siempre- que en ese espacio político la obediencia es de naturaleza perruna.

El olfato, el capricho o la temeridad de la viuda de Kirchner fracasó en las dos oportunidades en las que hizo gala de su impunidad a la hora de mover, cual si fuesen vulgares títeres, a los candidatos presidenciales de su predilección. Scioli nunca llegó a la Casa Rosada, y el que sí se sentó en el sillón de Rivadavia es, junto a su valedora, el responsable principal de la peor ad- ministración que se recuerde entre nosotros.

Resulta curiosa la opinión de tantas y tantas personas que -aun cuando la detestan- insisten en reconocerle una gran clarividencia. Se equivocó en el año 2015 con el ahora embajador en Brasil; repitió el error cuando le negó a Florencio Randazzo la posibilidad de enfrentarla en una PASO en 2017, y -para colmo de males- hace dos años se inclinó por un perfecto inútil al que hoy lo considera su enemigo.

En pocos días habremos de enterarnos, por tercera vez en casi una década, cuál será el favorito de la Señora, con una particularidad que en las vísperas de los anteriores comicios nunca se dio. Es que el poder de fuego de la jefa del camporismo ha mermado y, si bien tiene todavía la posibilidad de elegir a dedo, no es seguro que todo el Movimiento se encolumne detrás del nuevo nominado. El pasado día 25 cerraron filas en torno de ella junto al palco en la Plaza de Mayo -al margen de los incondicionales del PJ de la provincia de Buenos Aires y los muchachos de La Cámpora- apenas tres gobernadores y unos pocos gremios, sin demasiado peso específico. Ello indica hasta qué punto la relación de fuerzas ha variado.

Hay otra gran diferencia entre lo que sucedió en 2015 y 2019 y lo que acontecerá en las elecciones de octubre. En el primero de los años mencionados, Daniel Scioli perdió sólo por dos puntos, más o menos. Fue, en realidad, un final abierto. Cuatro años después cualquiera sabía que Alberto Fernández se alzaría con el triunfo a expensas de un Macri muy devaluado. El dato novedoso es que ahora todos -oficialistas y opositores, analistas y periodistas, banqueros y sindicalistas, intelectuales y deportistas por igual- dan por perdido al kirchnerismo. Podrán algunos de sus referentes principales negarlo por razones obvias, pero en privado no hay quien no lo reconozca. Ello hace aún más difícil la decisión de la Señora que dio un paso al costado -para no ser derrotada- levantando un pretexto en el que nadie cree y debe elegir a alguien que -por anticipado- será el gran perdedor de la puja electoral por venir.

Los tres precandidatos que se hallan prontos, en las gateras, juntando orines a la espera de lo que disponga Cristina Fernández, arrastran en su trajinar más contras que ventajas. Wado de Pedro es un ilustre desconocido para una tercera parte de los ciudadanos en condiciones de votar. Sin contar las dificultades que tiene para expresarse en público. En una democracia mediática de masas, la tartamudez resulta una mochila insoportable a la hora de interactuar con la gente, con los medios de comunicación y con el mundo en general.

Por su parte, Sergio Massa está asociado a una gestión desastrosa en materia económica y recibirá -si acaso fuera el agraciado- el lacerante anuncio del índice inflacionario de mayo, el 14 de este mes. Un verdadero torpedo en su línea de flotación. En cuanto a Axel Kicillof, que según algunos encuestadores es el que mejor retiene el voto duro del kirchnerismo, por esta misma razón difícilmente pueda sumar voluntades en la ancha y decisiva franja de los indecisos.

También está pendiente de resolución si habrá o no internas en el Frente de Todos. Y si no hubiese PASO en razón de que así quieran imponerlo las autoridades partidarias -en manos del kirchnerismo duro-, no puede descartarse algo que hubiera sido impensable antes: que Daniel Scioli o Agustín Rossi bajaran al ruedo por su cuenta. Se abren, pues, tres posibilidades:

1) que se acepte en forma unánime al candidato de Cristina y se dejen de lado las PASO, lo que parece difícil;2) que se substancien las internas y en ellas diriman supremacías un kirchnerista puro y duro contra alguno de los nombrados más arriba, todavía fieles al presidente de la Nación, ó3) que se rompa el peronismo y alguien haga rancho aparte junto a la facción de Juan Schiaretti o por las suyas.

Bien mirada la situación y aunque el tema de las candidaturas atraiga la atención de la mayoría de las personas interesadas en la política, el tema verdaderamente trascendente de las próximas semanas nada tiene que ver con los antojos de la Señora, o las predilecciones que tenga Mauricio Macri en la interna de la capital federal, las peleas de Juntos por el Cambio en Santa Cruz o el resultado de los comicios del domingo 11 en la provincia de Tucumán. Si de algo se halla pendiente el oficialismo y el país es de la negociación abierta por Massa con el FMI y el gobierno norteamericano.

Aun en el caso de que la misión que lo ha llevado hasta la China diese frutos y el ministro de Hacienda retornase a Buenos Aires con una ampliación del swap de ese país en el bolsillo, no alcanzaría. Tampoco un préstamo del banco de los BRICS, cuya titular es la destituida ex–presidente de Brasil, Dilma Rouseff. Por muchas vueltas que dé Massa, a la larga sólo es el Fondo Monetario el que puede encabezar una tarea de salvataje, de suyo complicada.

Porque, incluso en el supuesto de que le hiciese entrega de fondos frescos a nuestro país, nadie puede asegurar que alcancen para doblegar a los mercados en la pulseada que se le viene encima al gobierno. El 14 de este mes el INDEC hará el anuncio respecto de la inflación al que hicimos mención más arriba, que estará por encima del 8,4 % de abril. El viernes 24 deben estar presentados todos los candidatos que competirán en las PASO. Y el 27 hay un vencimiento importante con el FMI. La moneda está en el aire. ¿A quién escogerá Cristina? Pero, sobre todo, ¿qué decidirá el Fondo?

Vicente Massot

M & S INC.

opinión Elecciones presidenciales Cristina Fernández de Kirchner formula presidencial

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