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Columnistas

Instituciones e instrucción.

¿Qué relación existe entre la instrucción y las instituciones?
Dr. Ricardo López Göttig

Por Dr. Ricardo López Göttig

Ha quedado bastante olvidado que la palabra “instituciones” proviene del latín instruere, que significa instruir, enseñar. A tal punto que una de las partes de la compilación del derecho romano del emperador Justiniano, en el siglo VI de nuestra era, se llamaba precisamente Instituciones, dedicada a la enseñanza de los preceptos legales. De allí, pues, la palabra “instituto”, que inmediatamente vinculamos a una labor docente.

Esta reflexión viene porque, a pocos meses de cumplir cuarenta años de vida democrática en modo ininterrumpido tras decenios de golpes militares, hay una porción significativa de la ciudadanía que va perdiendo los conocimientos básicos sobre cómo funciona nuestro sistema constitucional y republicano. Si bien la asignatura dedicada a la construcción de ciudadanía (de algún modo equivalente a la Instrucción Cívica de tiempo atrás) existe en el secundario, su contenido suele referirse a temáticas de carácter social, valiosas y necesarias, pero en la que se dedica escaso tiempo a explicar el mecanismo de las instituciones gubernamentales.

Y lo que no se conoce, difícilmente pueda valorado y respetado.

Expresión de este desconocimiento, o del uso deliberado del desconocimiento, es que hay candidatos que proponen políticas que son inviables para la función a la que se están postulando. Hay atribuciones que son específicas de los gobiernos provinciales, como la salud y la educación, en las que el gobierno federal no tiene incidencia. Asimismo, cada uno de los tres poderes que constituyen el Estado tienen roles específicos que no pueden ser ni invadidos ni ignorados, ya que el sistema se fundamenta en el equilibrio y control mutuo de esos poderes. Pero como en gran parte de la ciudadanía reina la confusión, a la que se suma la batalla diaria por la supervivencia con una economía con alta inflación, escasa generación de empleo privado e incertidumbre, es ínfimo el tiempo que se pueda dedicar a estas cuestiones que parecen abstractas, pero que tienen resultados muy concretos en la vida de cada persona.

Las instituciones deben volver a hacer docencia sobre cuáles son sus funciones. Se ha puesto de moda que la docencia cívica no tiene sentido y que lo que debe prevalecer es apelar a las emociones del electorado. Parece soslayarse que nuestra característica, como especie humana, es el componente racional. Son los reptiles los que sólo atienden a los estímulos de supervivencia, y nuestros cerebros tienen la capacidad de absorber, procesar, comprender, interpretar y actuar en base a categorías abstractas y pensar en forma de sistema. Ya es hora de que las instituciones vuelvan a hacer la docencia cívica que siempre debieron hacer, para ganarse el respeto, la estima y la valoración de la ciudadanía.

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