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Columnistas

Hay que salir del círculo vicioso del empobrecimiento

En el corto plazo, sólo queda priorizar el uso de los recursos con los que realmente cuenta el Estado para asistir a los que verdaderamente lo necesitan.  

La pobreza aumenta y, con ella, los reclamos para que se revierta esta tendencia. El problema es cómo hacerlo y, para encontrar la solución, debemos identificar los dos factores que gestaron esta trayectoria de empobrecimiento de los últimos años.

El primero fue financiar con emisión monetaria los excesos de gasto del Estado. Eso hace que los pesos de la gente pierdan poder adquisitivo, del que se apropia el Banco Central (BCRA) para permitir que el gobierno pueda gastar más a costa del “bolsillo” de los argentinos. Por eso, se lo llama impuesto inflacionario.

Lamentablemente, a los que más empobrece es a los sectores de menores ingresos, que son los que más moneda nacional tienen respecto a su patrimonio y cuentan con menos instrumentos para defenderse de esa exacción.

Por ello, hay que dejar de emitir para financiar al gobierno; lo que implica que el gasto público coincida con los ingresos genuinos, ya que no cuenta con crédito. Eso es lo que se viene haciendo desde la asunción del nuevo Presidente y, de hecho, la cantidad de pesos en la economía es casi la misma con que terminó la anterior gestión.

Si quisiéramos ayudar a los que menos tienen dándole a la maquinita como antes, resucitaríamos el proceso hiperinflacionario que dejaron Alberto Fernández y Sergio Massa, del que todos estaban muy preocupados hasta hace algo más de dos meses. Sin embargo, hoy ya no es un tema del que se hable; porque se está empezando a resolver.

En el corto plazo, sólo queda priorizar el uso de los recursos con los que realmente cuenta el Estado para asistir a los que verdaderamente lo necesitan. No como hasta ahora, que se les daba subsidios a quienes podían afrontar sus propios gastos. Por supuesto, este beneficio lo recibían a costa del empobrecimiento de otros que lo pagaban con sus impuestos o con la pérdida de poder adquisitivo generada con el financiamiento inflacionario.

Lo otro que gesta pobreza es la recesión heredada de la anterior gestión y que se daba porque la gente percibía que se estaba yendo una crisis, como las muchas que ya vivió Argentina. Entonces, para tener un “colchón” para pasar la “tormenta”, las personas reducen el consumo y la inversión, ahorrando en dólares que manda al fondo del armario, la caja de seguridad o al exterior.

También, las empresas bajan las inversiones y, todo esto, lleva a una caída de la demanda interna. Si hay menos compras, habrá menos producción y eso termina en una recesión. Si la actividad económica está mermando, eso quiere decir que todos nos estamos empobreciendo, en mayor o menor medida.

Para resolver este problema, se necesita que la gente se convenza de que se va a concretar el cambio de rumbo económico que votó la mayoría del electorado el año pasado. Si esto sucede, verán con más optimismo el futuro y ya no ahorrarán en tanto en dólares, aumentando el consumo y la inversión.

Las recuperaciones económicas no las gesta la gente pobre o que perdió el empleo. La generan los que pudiendo gastar, antes no lo hacían por miedo, y ahora lo empiezan a hacer porque no temen una crisis. Lo mismo pasa con las empresas y esa mayor demanda interna va haciendo que otros mejoren, generando un circulo virtuoso de aumento del nivel de actividad.

Lo malo, es que hasta ahora la mayoría de la dirigencia política no ha demostrado que está convencida de hacer lo necesario para que Argentina sea un país normal.

Para ello, hay que aprobar leyes que significan afectar económicamente a corporaciones empresariales, intelectuales, gremiales y profesionales que, a costa del bienestar del resto de los argentinos, ganan plata con regulaciones, subsidios y privilegios.

Hoy, gran parte de la población está haciendo grandes sacrificios como para que haya políticos que pretendan que hagan uno mayor aún para beneficiar a esos sectores.

Deben aprobarse las leyes para que el país cambie de rumbo e incentiven a argentinos y extranjeros a gastar e invertir más. Así se iniciará la recuperación económica y se podrá aspirar a un crecimiento sostenido que permita sacar a la gente de la pobreza con empleo digno y bien pago.

Llevará buena parte de este año que la gente pueda percibir la mejora en su bienestar, pero será duradera. Sin embargo, si nuestros legisladores y gobernantes no demuestran su vocación de cambio con hechos, mantendremos la profundización de la pobreza, que ya es una tendencia de décadas en Argentina.

Aldo Abram

Economista y director de la Fundación “Libertad y Progreso”

Ilustración: Daniel Roldán

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