Sergio Tomás Massa sabía por dónde era el corte que tenían que trazar con su bisturí imaginario, dónde era la intersección entre el votante que potencialmente puede votarlo en el balotaje y aquel que está del otro lado. Por eso la noche del domingo electoral le habló a aquellos que “la eligieron a Myriam, que lo eligieron a Juan. Quiero hablarle a esos miles y miles de radicales que comparten con nosotros valores democráticos”.
Sin embargo, nadie esperaba una ruptura tan estrepitosa como la de esta semana. Responsabilidades y formas al margen, lo cierto es que Juntos por el Cambio se rompió. Esto es un reordenamiento de la política tan grande como la emergencia misma de Javier Milei en las PASO. El escenario de tercios que tampoco existe más. Fragmentación en aumento, y todo demasiado rápido.
La noticia de la semana no fue sólo la ruptura de Juntos por el Cambio. El PRO, como mínimo, expuso su interna y dibujó un escenario incierto para las próximas semanas y más allá. Habrá que ver cómo quedan las piezas del partido y bajo qué lineamiento (la neutralidad de Horacio Rodríguez Larreta o el apoyo a Milei encabezado por Mauricio Macri y Patricia Bullrich) se ordenan aquellos que todavía no se pronunciaron y sobre todo el grueso de los intendentes del PRO.
Hablando de intendentes, la territorialidad que tiene la Unión Cívica Radical sigue siendo importante: 5 gobernadores y 400 jefes comunales. En 2015 esa capilaridad fue clave para el éxito de Cambiemos. Hoy, con la fragmentación del sistema de partidos a la que estamos asistiendo, el partido centenario tiene la posibilidad de reposicionarse como protagonista nacional.
¿Quién pierde más con la disolución de Juntos por el Cambio?¿Hay margen para juntar las piezas y darle una vida más a la coalición? En primer lugar todo dependerá del resultado electoral. Ahora bien, y pensando también en el 19 de noviembre, es indiscutible que la Unión Cívica Radical tiene una territorialidad importante, con la que Milei de movida ya no contará.
Volviendo al PRO, formalmente llamado Propuesta Republicana, el viraje de esta semana lo desperfila y profundiza la crisis de identidad que ya era anterior a la irrupción de Milei.
El PRO nació precisamente con un ímpetu en defensa de la república. Para 2015, ya dentro de la exitosa coalición y sabiendo aprovechar mejor que nadie las PASO, el articuló un discurso que reunía el republicanismo, la lucha contra la corrupción, el respeto de las minorías, el liberalismo económico y emprendedurismo como ejes centrales.
El republicanismo del PRO había sido central para encadenar una serie de valores que lo posicionaron como contrapunto al kirchnerismo, desde el respeto al periodismo hasta una inversión de la lógica política en donde la tolerancia y las buenas formas pasaban a ser prioritarias.
Todos esos valores, ese discurso y la ideología del PRO comenzaron a desmoronarse hace tiempo, pero todo terminó de colapsar con el ascenso de Javier Milei. Lo que Mauricio Macri, líder y fundador del partido, hizo al abrazar a Milei fue dejar atrás los valores y la ideología del PRO. Parafraseando al humorista Groucho Marx: Estos son mis ideales, pero si no le gustan tengo otros.
El marxismo explícito del PRO hizo volar por el aire a Juntos por el Cambio y terminó de desdibujar a un partido que hace un tiempo ya venía tensionado internamente. Hay muchos interrogantes abiertos. Pero entre las cosas que son seguras podemos decir que lo que viene es más fragmentación partidaria y un PRO que deberá rearmarse o dar lugar al nacimiento de algo nuevo.
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