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Columnistas

“El BCRA llegará absolutamente quebrado al 10 de diciembre” indicó Aldo Abram

La economía ingresó en un estado de deterioro que se manifiesta en un escenario de aceleración del ritmo de inflación a una tasa de dos dígitos porcentuales por mes:

12,4% en agosto y en ese rango se proyectó para el cerrado septiembre, con expectativa de que se supere después de las elecciones generales del 22 de octubre, y doloroso aumento de la pobreza a más del 40% de la población total del país y de 56% en el caso de los menores de 15 años (casi 6 millones de personas) y casi 47% en la franja siguiente hasta 29 años.

Y si bien los datos del mercado de trabajo trajeron la buena noticia de la disminución de la tasa de desempleo, con varias provincias en la que la Encuesta Permanente de Hogares del Indec dio cuenta de “pleno empleo” -tasas menores a 3% de la oferta laboral-, también aportaron señales de alertas, como fueron las caídas de los puestos ocupados por profesionales y técnicos, que se tradujeron en una marcada disminución de la productividad laboral, y con ello de la competitividad internacional del entramado de la producción nacional, imprescindible para generar divisas y revertir la creciente acumulación de saldo negativo de divisas de libre disponibilidad en el Banco Central.

De ahí que no sorprende el aumento en la última semana de la brecha cambiaria entre una paridad comercial congelada desde el 14 de agosto y las alternativas CCL y MEP, y del índice de riesgo país, el paquete de medidas de baja de algunos impuestos e incremento de partidas de gastos en programas de asistencial, sin otro financiamiento a la vista que la emisión del Banco Central.

Frente a ese panorama, Infobae entrevistó a Aldo Abram, economista y director de la Fundación “Libertad y Progreso” para analizar esa dolorosa coyuntura y sus expectativas para el corto plazo, frente al próximo cambio de gobierno.

“En la medida que las elecciones vayan confirmando un cambio de rumbo, la percepción de riesgo disminuirá”

— A la luz de los indicadores socioeconómicos que difundió el Indec para el primer semestre, y las medidas que tomó Economía desde las PASO ¿Qué cabe esperar para el resto del año?

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— En la medida que las elecciones vayan confirmando un cambio de rumbo, la percepción de riesgo disminuirá. Sin embargo, si se incrementa la probabilidad de que se mantenga la actual gestión, el tembladeral será mucho mayor. Incluso, creo altamente posible una fuerte profundización de la crisis económica si se confirmase que va a ser presidente el candidato del gobierno. Es difícil imaginarse al FMI renegociando el actual acuerdo de Facilidades Extendidas, que está muerto, con alguien que perseverantemente incumplió sus promesas y a pocos días de haberlas hecho.

La actual alza de la percepción de riesgo país que muestran los mercados tiene que ver con la creciente quiebra del Estado y del Banco Central que está generando el Gobierno, profundizada por el “Plan Platita” para que gane Sergio Massa. Si no ha derivado en una crisis hiperinflacionaria es debido a que hay expectativas de cambio de rumbo a partir del 10 de diciembre.

Que se espere un nuevo gobierno, que haga las reformas de fondo que son necesarias para que el país vaya a la normalidad, es lo que permite contar con el apoyo de los países más importantes, manifestados especialmente en la actitud paciente de los organismos internacionales. El generoso acuerdo con el FMI y las sucesivas renegociaciones de metas, que saben serán incumplidas por el actual gobierno, no hubieran sido posibles si se pensara que va a continuar la actual gestión. Esta expectativa también hace que ahorristas e inversores locales y extranjeros no se deshagan más rápidamente de los pesos y activos en moneda local e, incluso, que algunos aprovechen los bajos precios para comprarlos. Todo lo cual ayuda a moderar el avance de la crisis.

— Del lado de la oposición, tanto de La Libertad Avanza como de Juntos por el Cambio, impulsan un cambio radical de política económico-social ¿El punto de partida debe ser el cierre de la emisión monetaria por parte del Banco Central, o debe ser gradual en consonancia con la búsqueda del equilibrio de las finanzas públicas que tienden a un déficit de la Administración Central de 5% del PBI y 10% del PBI del cuasi fiscal del BCRA?

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— Lo primero que hay que entender es que hoy el problema no es solamente fiscal y monetario. La realidad es que ni los argentinos ni los extranjeros creemos que el país tenga un futuro de normalidad, a menos que se hagan cambios profundos de rumbo. O sea, si el próximo gobierno no lanza un plan creíble de reformas estructurales urgentes en los primeros días de su gestión, es irrelevante hablar de ajustes fiscales o planes monetarios. Por suerte, en la oposición prima dicho diagnóstico y todos los equipos están trabajando en ese sentido. Por ello, lo primero que harán es mostrar la hoja de ruta o leyes necesarias para resolver los problemas más graves. Entre ellas, cómo se reformará el Estado en el mediano plazo y dónde habrá los recortes al principio de la gestión.

Hay que recordar que el actual desmanejo monetario está acelerando la inflación, que terminará 2023 por encima del 160%. Si le sumamos la necesidad de reacomodar el desquicio de precios que está generando la actual administración, podría llegar hasta superar 200% interanual en el primer semestre de 2024. Esto permitirá que parte del ajuste se haga licuando las erogaciones del Estado.

“Que se espere un nuevo gobierno, que haga las reformas de fondo que son necesarias para que el país vaya a la normalidad, es lo que permite contar con el apoyo de los países más importantes”

La actual discusión sobre si hay que salir del cepo e ir a un mercado único de cambios rápido o lento no tiene sentido. Ya la tuvimos antes de que asuma el gobierno de Cambiemos y, el 17 de diciembre de 2015 se demostró que teníamos razón los que apoyábamos salir cuanto antes. Desde que ganó las elecciones Mauricio Macri, los dólares paralelos tendieron a bajar, la salida a una unificación cambiaria se hizo a un tipo de cambio menor a los paralelos y, luego, la baja continuó por un mes más.

Con una confianza en el gobierno destruida, hoy no estamos viendo una corrida cambiaria o bancaria justamente porque hay una expectativa de cambio de rumbo a partir del 10 de diciembre. ¿Por qué habría de ocurrir una corrida una vez que se confirme este escenario? Al contrario, los incentivos irán en la dirección opuesta. Así que la demanda de pesos va a dejar de derrumbarse como ahora y, luego, aumentará, moderando la pérdida de poder adquisitivo del peso. Esto permitirá que la inflación baje desde mediados de 2024. Es cierto que hay muchas toneladas de pesos emitidos; pero no valen nada. De hecho, hoy su poder adquisitivo es del 40% de lo que había disponible en diciembre de 2015.

Fuente: LyP
opinión expectativa de cambio Quiebra del BCRA Elecciones presidenciales

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