Luis Barrionuevo, el sindicalista de los vaivenes, el que se sube y se baja de las candidaturas, el interventor del PJ Nacional acaba de anunciar sin despeinarse que el discurso de Lucía Corpacci fue el anuncio de su despedida como gobernadora de la provincia, la misma que lo vio nacer hace ya más de setenta años.

Con diplomacia y cierto grado de estrategia política, el profeta de la honestidad temporal, aquel que dijo que "si dejabamos de robar dos años, la Argentina salía adelante", puso primera, elogió a la ya gobernadora saliente, según su dichos, aceleró e instaló como candidato a gobernador al intendente Raúl Jalil en detrimento de Gustavo Saadi, el candidato de Ángel Mercado.

Puso el peor ejemplo para elogiar al intendente capitalino, hablando de la limpieza de la ciudad de San Fernando del Valle de Catamarca y acusando a los radicales de mugrientos luego de gobernar la provincia durante más de 20 años. Desopilante como es su costumbre. Triste reflexión de quién se mofó del sistema democrático al quemar la urnas, como si actitud ante el electorado no hubiese sido otra mugre, ya que trajo a colación esa palabra tan despreciada.

Los radicales son historia del mismo modo que los del frente para la ¿derrota?, hoy la Argentina es gobernada por una administración que a nivel nacional es bien distinta al radicalismo y diametralmente opuesta al peronismo, ese rancio movimiento qué para cada elección, denominan partido justicialista, y en el que utilizan la efigie de sus lideres muertos hace décadas.

Luis Barrionuevo es un personaje cuyo placard de declaraciones rebasa de contradicciones, marchas y contramarchas. Epitetos y diatribas. Entre él y Lucía Corpacci existe una historia de dimes y diretes, de acusaciones cruzadas, de defensa y ataque a los Kirchner. ¿en que quedamos Luisito?

¿Alguien en su sano juicio puede creer algo de lo que dice Barrionuevo? Se cansó de "pegarle" a Lucía, dicen las malas lenguas que luego "arreglo" con ella. Cada vez que venía a Catamarca hacía un poco de barullo, amagaba con ser lo que nunca quiso y después regresaba a atender sus múltiples negocios en las ciudades que él más quiere, Buenos Aires y Mar del Plata. Catamarca es la tercera preferencia de Barrionuevo en su orden de prioridades.

Entonces Raúl Jalil, ni lerdo ni perezoso y con Barrionuevo como sponsor, también se lanzo a ponderar las gestiones de Corpacci, halagandola en lo peor de su gestión, en lo más oscuro y menos transparente de sus ochos años al frente del gobierno: La obra pública. Corpacci puede haber inaugurado muchas obras, pero su gestión fue tan poco transparente que replicó la matriz utilizada por el kirchnerismo en todos sus mandatos nacionales. Contratar con precios estimados en un 40 % más caro que el valor de mercado y favoreciendo siempre a empresas amigas de dudosa reputación, no hablan de su apego a la obra publica sino de su apego a las empresas amigas.

Ni Jalil puede hablar de una capital limpia ni Corpacci de una gestión transparente. Ambos han hecho un culto a la propaganda política pre paga. Ninguno de los dos han transformado ni la realidad de la ciudad ni de la provincia. El peronismo sigue en deuda con los catamarqueños.  Y Barrionuevo, el eterno gastronómico que lleva casi 35 años al frente de sus sindicato demostrando su sentir fascista y hegemónico, lo sabe. El mozo se refiere a un pasado radical que ya quedó muy atrás, que ya es historia y halaga las gestiones de las que es ajeno y no conoce, ya que como todos sabemos, no vive en Catamarca desde hace muchos años. Tener domicilio en Catamarca no es vivir en Catamarca.

Jalil se puso el saco, resta saber quién será el candidato no del radicalismo sino de Cambiemos, que es otra cosa muy distinta. Y hablando de médicos, dos galenos son los candidatos, pero esa es otra historia.