Mientras Catamarca enfrenta una crisis de representación y una ciudadanía cada vez más escéptica, el gobierno provincial avanza en silencio con la entrega de recursos estratégicos. El caso de Cerro Atajo, un yacimiento de oro y cobre ubicado en Andalgalá, expone con crudeza el modelo extractivo sin control que se consolida bajo el paraguas de CAMYEN, la empresa estatal minera.
Lua Mining S.A., beneficiaria del proyecto, fue creada en marzo de 2024. No tiene antecedentes mineros, pero sí vínculos con Mario Cirigliano, empresario cercano al gobernador Raúl Jalil. La adjudicación directa, sin licitación ni consulta pública, fue denunciada penalmente por legisladores opositores. ¿Estamos ante una política de desarrollo o ante un esquema de captura de rentas?
El yacimiento tiene potencial para contener hasta cien millones de toneladas de mineral de baja ley. Pero su explotación requiere estudios ambientales, licencias sociales y garantías institucionales. Nada de eso parece importar cuando el negocio está servido. La opacidad de CAMYEN, que firma acuerdos sin control legislativo ni auditoría ciudadana, convierte a los recursos provinciales en moneda de cambio político.
Este modelo no es nuevo, pero se vuelve más peligroso cuando se combina con empresas fantasmas, adjudicaciones exprés y zonas de conflicto ambiental. Andalgalá ya ha sido epicentro de luchas por el agua, el territorio y la dignidad. ¿Vamos a repetir la historia?
La ciudadanía tiene derecho a saber qué se firma, quién se beneficia y qué riesgos se asumen. La transparencia no es un lujo: es una obligación democrática. Exigir la publicación de contratos, los estudios de impacto ambiental y los vínculos empresariales no es extremismo: es sentido común.
Catamarca necesita un nuevo pacto institucional. Uno que respete los recursos, escuche a las comunidades y ponga límites al poder. Cerro Atajo no es solo una mina: es un espejo de lo que somos y de lo que podemos evitar. La transparencia no es un lujo: es una obligación democrática. Si el oro se entrega sin debate, la democracia también.
Comentarios