De las reminiscencias de mi infancia, las más llamativas estarán siempre relacionadas con las reuniones familiares. Hasta hoy puedo sentir oler la lasaña de mi abuela en los almuerzos de domingo.

Incluso hoy me pregunto si la satisfacción que obtengo de reunir a mi familia alrededor de la mesa en mi casa es un sentimiento que proviene de extrañar los días y los seres queridos que se fueron, o si, de hecho (porque es el que realmente creo), es un legado de mi origen italiano.

Me encanta el ruido de la risa, las conversaciones paralelas, las acaloradas discusiones políticas y el ruido de los cubiertos y platos en constante movimiento. En esos momentos, la idea de "pertenecer" me invade, y a menudo me encuentro sonriendo con una mirada perdida. Eso  hasta que alguien me pregunte: "¿Oye, Marce, un poco más de pasta"?

Y así, nací y crecí en una familia "a la moda italiana", con "abuela", "madre" y otras figuras femeninas siempre fuertes, que no solo son retratadas en fotografías amarillentas, sino en mis recuerdos más dulces.

A pesar de esto, casi todas nosotras, mujeres fuertes de la familia, hemos sido moldeadas por los pensamientos de un mundo dominado por los hombres. Las ideas del mundo masculino siempre han prevalecido, lo aceptemos o no. Todo tan viejo y tan recurrente... Cualquiera que haya visto la legendaria película "El Padrino" (título original en Inglés: The Godfather”) puede vislumbrar el papel de la mujer en este mundo donde prevalece la testosterona.

Confieso que nunca me hice preguntas sobre el papel desempeñado por hombres y mujeres en la sociedad o en mi familia. "Es así y listo”... Esta frase resume y guió mi forma de pensar y actuar durante más de cuatro décadas.

Para coronar la gran cantidad de mujeres en mi familia, fui regalada con dos hermosas hijas: una indomable y cuestionadora desde la infancia (Bárbara), y la otra, todavía muy dulce y sensible (Giovanna tiene solo 4 años).

"¡Mamá, ese pensamiento es muy machista!" - Mi hija mayor, de solo doce años, me advierte a menudo.

Pero la vida está llena de sorpresas y giros, y al sentarme frente a la terapeuta, en el cómodo y acogedor sillón,  tuve que enfrentar a los leones emocionales que habitan en mi jaula invisible. Y el verbo "cuestionar" se ha convertido en la contraseña para  entenderme como ser humano.

Esta caminata ya hubiera sido lo suficientemente esclarecedora cuando me presentaron un libro que definitivamente me hizo pensar en la diferencia de género y la preponderancia del hombre sobre la mujer.

No, no me gusta  el radicalismo. Sinceramente creo que todas las reacciones a todo y a todos están muy, muy exacerbadas, pero este libro ha traído una luz diferente a mis pensamientos. ¿El libro? "Seamos todas feministas", por la autora nigeriana Chimamanda Ngozi Adichie. (**)

Actualmente leo su segundo libro, del cual destaco un pasaje... Un pasaje de aquellos que te hacen pensar:

"Recuerdo que cuando era niña me dijeron que 'barriera bien, como una niña'. Lo que significaba que barrer tenía que ver con ser mujer. Preferiría que solo me dijeran para 'barrer bien, ya que esto limpiará mejor el piso'. Y preferiría haberles dicho lo mismo a mis hermanos”. *

Hoy sé que solo podré ofrecer valores como estos a mis hijas. Y barrerán el piso correcto para hacerlo más limpio, no porque sean niñas.

Sí, el mundo necesita que seamos todas feministas... (***)

(*)  Escritora y autora del libro "Diario de Mami", Crónicas de un mamá bloguera. Simplissimo Livros - Porto Alegre, Brasil - 2019.

(**) Educar a niñas feministas, por Chimamanda Ngozi Adiche, Companhia das Letras

(***) Nota de la autora: Este texto fue escrito justo antes de la pandemia. Ahora, además de soñar con un mundo menos sexista, también sueño con poder reunir a mi familia alrededor de la mesa para el almuerzo de domingos.