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Aceites para la salud

Aceite: oro líquido para la salud

Dentro de los aceites vegetales, el de oliva encabeza la lista de beneficios para el organismo, pero no es el único con propiedades saludables. Uno de los jugos más consumidos no se obtiene de la naranja, sino de la aceituna. El aceite de oliva es un tesoro gastronómico que conjuga como pocos el placer para el paladar y el cuidado de la salud. Ayuda a disminuir el colesterol malo del organismo, lo protege del riesgo de padecer enfermedades coronarias, facilita la digestión y además, contiene propiedades antioxidantes. Y todo ello sin dejar de ser un clásico en los condimentos de ensaladas, un recurso que aporta personalidad en las salsas y el mejor compañero en las frituras.

 

El aceite de girasol se mantiene como el segundo más consumido. Representa una alternativa que también destaca por sus propiedades nutritivas y cuyo consumo aporta efectos cardioprotectores. El aceite de oliva es un bálsamo para el cuerpo gracias a su composición: cerca del 85% de la grasa que contiene es insaturada, la más saludable. Ayuda a disminuir el colesterol malo (LDL) del organismo al mismo tiempo que conserva el bueno (HDL) y, en consecuencia, previene las enfermedades cardiovasculares. El aceite de oliva también ayuda a mantener baja la presión sanguínea y alivia los efectos de la artritis. Gracias a su poder antioxidante, este tipo de aceite mejora el flujo cardiovascular y ayuda a retardar el proceso de envejecimiento de las células.

Además, contiene vitaminas A y E, y su consumo contribuye a mejorar el aspecto y tersura de la piel. Se obtiene del prensado de las aceitunas sin otra manipulación que la mecánica. El aceite de oliva, es el más consumido y está compuesto por una mezcla de aceite de oliva refinado y virgen. El de girasol es, junto al de soja y el de maíz, un aceite de semillas. Está formado por grasa

en un 99,9%, al igual que el de oliva. En su composición sobresalen los ácidos grasos poliinsaturados que son componentes importantes de las membranas celulares, son necesarios para el crecimiento y la reparación de las células, y están relacionados con sustancias del organismo, responsables de regular la presión arterial, la respuesta inflamatoria o la coagulación sanguínea. Los dos se consideran esenciales y deben consumirse a través de los alimentos, ya que el organismo no los puede producir por sí solo. El de girasol ejerce a su vez una acción antioxidante ya que es, después del aceite de germen de trigo, el más rico en vitamina E.

 

Por otro lado, las grasas poliinsaturadas que contiene el aceite de girasol generan efectos cardioprotectores en el organismo: ayudan a reducir los niveles de triglicéridos, disminuyen el riesgo de formación de coágulos sanguíneos y previenen la trombosis y los accidentes cardiovasculares y cerebrovasculares. La vitamina E que proporciona este aceite ayuda a evitar la oxidación de las células del organismo y a protegerlo de la acción de los radicales libres. Esto se traduce en un menor riesgo de padecer enfermedades degenerativas como la arterioesclerosis y ciertos tipos

de cáncer.

Dr. David Sznajderhaus

Médico MN 70.630

Especialista en Trastornos de la Alimentación

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