La salud en Catamarca no deja de ser una mella y una marca vergonzosa. Resulta que la provincia que promete un boom de litio no cuenta con un sistema de salud de calidad para su población.

Es obvio que los vinculos con la salud privada del gobernador y sus negocios familiares son practicamente el nudo gordiano que no va a permitir el desarrollo de un sistema de salud estatal.

Mientras el gobierno se saca fotos con inauguraciones de hospitales en la provincia, el hospital San Juan Bautista por ejemplo que es el único de alta complejidad lleva años de desidia y vaciamiento por parte del estado. Cuando un afiliado a OSEP concurre a atenderse en algun sanatorio de la familia Jalil le aprueban las órdenes en tiempo récord, mientras que si la orden es para otro prestador el turno entra en la fila de demanda que puede durar meses.

La situación se torna más sospechosa al ver el estado de vaciamiento y desidia que lleva el San Juan Bautista a pesar de la cantidad de presupuesto que se le ha destinado. El San Juan Bautista no funciona como un hospital de alta complejidad, mas bien parece una sala de emergencias y primeros auxilios.

La cuestión salarial es peor aún debido a la falta de actualizaciones salariales paritarias que no han sido llevadas a cabo como corresponde y quizas también como forma de presionar a los recursos humanos para que se pasen al sector privado por poca plata también.

Hoy la alta complejidad en Catamarca no existe, o bien la brindan los sanatorios de la familia del gobernador. De última opción el pueblo catamarqueño tiene que recurrir al sistema público de salud en Córdoba.

La provincia se encuentra entre los peores indices de salud del país y el peor en cuestiones odontológicas debido a la ausencia por años de políticas públicas abocadas a tal fín. Eso si para contratar a Facundo Arana hay mucha plata, pero para la salud no.