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Política

El tema más tabú: cuál fue el rol de Alfonsín en la caída del Gobierno de De la Rúa

A 20 años de la crisis que terminó con la renuncia de Fernando De la Rúa a mitad de su mandato hay una cuestión que aún genera incomodidad, silencios y poca predisposición al diálogo en la dirigencia de la Unión Cívica Radical. El análisis del rol de Raúl Alfonsín frente a la caída del Gobierno de la Alianza se ha transformado en un tema tabú para la amplia mayoría de los protagonistas de estos tiempos violentos.

Incluso, en los primeros años la dirigencia política en general trató de negar a toda costa que la renuncia anticipada del entonces jefe de Estado fuera un Golpe de Estado. A dos décadas de los acontecimientos ya casi nadie lo disimula. Hubo una actitud golpista o de poco interés por respaldar a De la Rúa para que terminara su mandato constitucional. Incluso, algunos revisionistas consideran que fue empujado por Eduardo Duhalde y el peronismo bonaerense, Hugo Moyano desde la CGT y José Ignacio De Mendiguren, titular de la UIA.

Pero casi nadie quiere hablar de cuál fue el rol de Alfonsín y la conducción radical. Siempre se evitó ir a fondo con esta cuestión con el líder partidario en vida, mucho menos luego de su desaparición física y el multitudinario entierro en el cementerio de Recoleta. Pasó a ser una cuestión políticamente incorrecta. No se podía poner en duda el comportamiento del “padre de la democracia” en uno de los momentos institucionales más delicados del proceso democrático iniciado en 1983. Y encima Jorge Yoma prendió ayer la mecha con sus polémicas declaraciones: "Estábamos en el Senado analizando la propuesta de De la Rúa junto a (Humberto) Roggero y vino Carlos Maestro, el presidente del bloque radical, a decirnos que el partido quería que De la Rúa se fuera y a pedirnos que no le aceptemos ninguna propuesta. El partido radical quería que De la Rúa se vaya. El propio partido gobernante entregó a su presidente, en un acto de una irresponsabilidad pocas veces vista. Es más: ellos acompañaron políticamente nuestra decisión de que (Ramón) Puerta fuera el presidente del Senado y (Eduardo) Camaño de Diputados. (Raúl) Alfonsín llamó a un par de colegas diciendo que ellos estaban para apoyar una gestión de transición del peronismo y que el partido le había perdido confianza al presidente."

“No se puede discutir a Raúl, ya pasó a la historia con más virtudes que defectos en su haber y no se puede defender”, comenta en privado uno de los actuales dirigentes más importantes de la UCR. “Ya está, déjalo así, no tiene sentido escarbar”; responde otro un tanto molesto. Todos prefieren hablar en off the record. “No tuvo ninguna responsabilidad, lo que se dijo son todas falsedades, mantuvo el apoyo partidario a pesar de que estuviera Domingo Cavallo de ministro, intragable para la mayoría de nosotros”, comenta un alfonsinista de pura cepa.

“No se puede apuntar contra Raúl, De la Rúa cayó porque explotó la economía. Ya cuando asumió, la convertibilidad era inviable, el resto es cotillón”, plantea en la misma dirección un exfuncionario de la gestión de Alfonsín. Esta postura es avalada por la mayoría de los contemporáneos de la caída de ese gobierno y fue incorporada con el paso del tiempo por los dirigentes más jóvenes que idolatran la figura del vecino de Chascomús.

Sin embargo, en el entorno de De la Rúa hay una mirada muy diferente respecto al rol de Alfonsín en diciembre de 2001. “Raúl intentó cogobernar y nunca tragó la designación de Cavallo, por eso negoció con Duhalde y la UIA preparando el plan B”, explica un hombre muy cercano al cordobés que se hizo famoso ganando un balotaje por una banca en el Senado en el pleno auge del regreso de Juan Domingo Perón.

El momento más incómodo que genera toda clase de especulaciones se vivió el 20 de diciembre cuando el entonces presidente del bloque de senadores de la UCR, el rionegrino Carlos Maestro, se comunicó con De la Rúa desde el departamento de Alfonsín para comunicarle que no tenía margen para seguir. “Informó su renuncia a los medios antes que Fernando hubiera firmado su renuncia”, agrega un protagonista de esos tiempos en la Casa Rosada.

Otro de los funcionarios que lo acompañaron hasta el final agrega que “Raúl no hizo nada para evitarlo. Y en busca de hacer renunciar a Cavallo se sumó al empuje, el radicalismo parlamentario le sacó el apoyo a Fernando, pudiendo haber parado el golpe no lo hizo”. Un dirigente de larga trayectoria se para en el medio: “Privilegió su acuerdo con Duhalde, creo que podría haber hecho más para evitar la caída, la situación económica era muy grave pero nuestro gobierno cayó por el golpe del peronismo. Eso ya estaba decidido y probablemente era inevitable por más que Raúl se plantara”.

Evidentemente es uno de los momentos más incómodos y tensos para los radicales, sobre todo por el dolor del fracaso del Gobierno y defender la imagen del último líder partidario. Quizás lo novedoso que luego de dos décadas el relato histórico y la mirada de la opinión pública pone algunas cosas en su lugar. Se ha dejado de demonizar a De la Rúa con todos sus errores y hay mayor comprensión respecto a la intención del peronismo bonaerense de provocar su caída, respaldados por grandes intereses económicos.

Alberto “Beto” Valdez

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