Resulta paradójico que el diputado Carlos Eduardo Molina haya sido elegido por la Junta Central provincial como presidente del máximo órgano de gobierno del partido.

Vale decir que quién está imputado en una causa por una supuesta defraudación en perjuicio de la administración de la intendencia de la capital en el período que Ricardo Guzmán era el intendente, cuando luego de percibir los fondos de aquella administración no cumplió el contrato de provisión de software para el municipio, constituyendo esa circunstancia "prima facie", el supuesto de enriquecimiento ilícito en perjuicio de la administración municipal, resulta premiado con ésta trascendente designación.

No sólo ese pergamino, el diputado Molina es cuestionado en el bloque del FCyS lisa y llanamente como un traidor ya que al votar en contra del bloque y a favor del gobierno de Corpacci en la ampliación del número de miembros de la Corte de Justicia no sólo traicionó a sus compañeros de bloque sino que violentó la voluntad popular, el mandato de los electores para que representara en en la legislatura provincial el ideario de Cambiemos.

Pero hay más pergaminos. El diputado Molina es un claro referente de quienes desde la oposición "apoyan" la gestión de Guillermo Dalla Lasta y sus adlateres, primero desde la empresa provincial y más tarde desde el Ministerio de Servicios Públicos, el premio que le concedió la gobernadora Corpacci por haber vaciado y endeudado a la empresa a niveles nunca antes visto. Deuda que hoy nuevamente pagan los ciudadanos catamarqueños.

Entonces resulta obvio, que el presidente del partido a nivel provincial, el abogado del Tribunal de Cuentas Enrique Luis Cesarini, en uso de licencia por si se le termina su mandato de diputado, conspicuo defensor del "diálogo" con un gobierno cuya matriz se pergeñó del mismo modo que el kirchnerismo a nivel nacional y durante 12 años, ha trabajado incansablemente  para consagrar a su compañero Carlos Eduardo Molina como titular del máximo órgano de gobierno del partido.

Como sociedad civilmente organizada tenemos el deber de bregar por la transparencia política de los funcionarios y en esa línea pide a los responsables del partido a nivel provincial, que si quieren operar a favor del gobierno de Lucía Corpacci están en libertad de hacerlo, pero no desde un partido de la oposición sino desde el Partido Justicialista.

Es muy sencillo, y como si fuera una situación similar en el mundo del fútbol profesional, Molina, Cesarini y el grupo de los no más que veinte deberían firmar la ficha peronista y dejar de hundir el partido fundado por el Presidente de la Nación.

El pase al partido gobernante debería ser gratuito ya que por su condición de políticos de la democracia, nadie da "un mango" por ellos. No valen nada y la confianza con el pueblo soberano está quebrada. Por más que nieguen las imputaciones, nadie habla por lo que dice sino por lo que hace y Molina y Cesarini son como los teros, gritan por un lado y ponen los huevos en otra parte. ¡Ojo! A tenerlo en cuenta.