En cuanto a mi posición respecto a la explotación de Litio en la Argentina, me parece que se deben analizar las diferentes aristas y complejidades alrededor de la cuestión. Vemos a China, Europa, y principalmente en Asia, donde están todos los países interesados en ello, como un material clave y central para la transición energética, pensando en la energía del futuro.

Tenemos que dejar los fósiles en la tierra sobre una crisis climática, y sobre ese contexto es en el que se debe avanzar. Sobre esto, marcamos también un contexto global donde los actores que se están disputando en hegemonía y en acceso a estos minerales, están desplegando todas sus estrategias.

Al litio hay que pensarlo con múltiples aristas, y sobre todo, viniendo del movimiento ambiental, lo que queremos solucionar tiene que ver con esta crisis climática y ecológica que atravesamos, y necesitamos que la solución se enmarque en una salida viable, y no en sostener el mismo problema.

Estamos hablando de un cambio de paradigmas. Y al litio debemos pensarlo de esa manera y no solamente mirarlo desde el negocio.

Entendemos las distintas posiciones que van surgiendo en el aspecto político y económico, cada uno está detrás de sus propios intereses, pero debemos entender que la humanidad está en una crisis. Yo empezaría por atender el impacto ambiental y social del litio, cuándo se saca, cómo se lo hace y qué implica que se saque.

Estamos hablando de sostener una minería intensa en agua, en zonas totalmente frágiles y secas, entonces fundamentalmente necesitamos saber cómo funciona y como hacerla funcionar.

Es necesario saber cuánta agua entra y cuánta agua sale en este sistema de evaporación que describen, cuál es ese ecosistema y si es que puede aguantar o no la extracción de tantos proyectos.

Creo que lo que acá está faltando, desde el punto de vista de la planificación es, una centralización de las decisiones, nuestro federalismo lleva a eso.

En Catamarca, en una misma cuenca hay exactamente ocho proyectos, entonces, no hay respuestas ambientales fáciles para esto, hay que simplificar los mensajes, pero tenemos que asegurarnos de que, si vamos a sacar el litio, se resguarde y se protejan esos ecosistema frágiles de los cuales hablamos.

En algunos salares, hay comunidades que están oponiéndose a esto hace más de doce años, pero no se oponen a la extracción del litio, se oponen a la destrucción de otras alternativas económicas como la agricultura y la ganadería que sostienen la actividad económica de las comunidades de esos sectores.

Desde el ambientalismo para no es la discusión el marco regulatorio de la actividad minera, que te dice que cada mineral que se encuentre en el suelo hay que explotarlo para exportar, y esto es lo que venimos haciendo históricamente y no salimos del 40% de pobreza, no resolvemos una cantidad de problemas de desigualdad de educación, nada.

El debate debe ser sobre la orientación de ese modelo de desarrollo, cada economía regional tiene distintas vocaciones, por eso es que en Chubut, Mendoza y Jujuy pasaron cosas diferentes, entonces, es importante decir cuál va a ser la principal actividad económica en cada territorio y que es lo que va a hacer en cuanto a los beneficios.

Si esta se va a imponer con gendarmería detrás a toda costa o se va consensuar con los grupos locales que tienen a conservar sus alternativas económicas y a veces no. El debate es sobre qué desarrollo se quiere obtener, hacia donde va y después el otro paquete, cuánto va para nación y cuanto queda para la provincia y cuanto para las comunidades.

Como van a vivir después de la minería y que riqueza les va a quedar a las personas del lugar. Queremos solucionar la crisis climática y ecológica, y necesitamos que la solución se marque en una salida de crisis, no en reproducir y sostener el mismo problema.