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Cultura

Otra sorpresa de Fray Mamerto

“UN INTERESANTE EPISODIO” (*)

Señor D. Félix F. Avellaneda

Presente.

De mi mayor aprecio:

“Contesto con agrado su estimada de fecha de hoy diciéndole: que efectivamente conozco algunos episodios relativos al inmortal sermon de nuestro dignísimo é inolvidable Esquiú y también otros que se refieren á la persona del ilustre argentino- son los siguientes:

En el año de 1855, me hallaba en la ciudad de Paraná donde me llevó un asunto particular,

Un día, entre los muchos comensales que nos habíamos reunido en un hotel, se encontraba un empleado de la casa de Gobierno, no recuerdo si Oficial Mayor de un Ministerio o Secretario particular del Vice-Presidente Sr: Carril, en ejercicio entonces, del Poder Ejecutivo de la Confederación.

Por ese tiempo se hablaba mucho todavía  de la novedad que había causado el sermon del Padre Esquiú, publicado dos años antes por orden de aquel magistrado.

Uno de tantos concurrentes,; hizo recaer la conversación sobre ese tema, y tomando parte en ella el oficial aludido, dirijiéndose á todos:

Si ustedes supieran, señores, el solemne chasco que me dio ese sermon, ya tendrían mas de un motivo para celebrarlo a mis espensas.

¿cómo? Replicaron varios a la vez, ¿ qué chasco fue ese? ¿ Quiere V. referírnoslo?

Con mucho gusto, señores, continuó con mucha animación.

Estaba una mañana muy atareado en mi oficina cuando fui llamado por el Vice-Presidente- Tome V., me dijo alargándome un paquete cerrado, lea eso, es un sermon predicado por un padre joven de San Francisco de Catamarca en celebración de la jura de la Constitución- El Gobierno de aquella provincia me lo recomienda como una obra de gran mérito. Si es así, agregó con maliciosa sonrisa, hágalo publicar. Recibí el paquete y regresé a mi oficina dispuesto a reírme y hacer reír a los oficiales á costa del pobre predicador. Apenas entré, rompí el sobre, saqué el sermón y enseñándolo á todos los dependientes del Despacho, les dije: Atencion, camaradas, tenemos sermon, oid, y remedando el tono declamatorio de los oradores vulgares, comencé a leerlo con voz estentórea y ademanes grotescos.

Pero no bien había principiado la lectura cuando me sentí dominado por la atracción irresistible de la belleza de sus conceptos- De repente y como cediendo á una fascinación estraña, bajé la voz, abandoné mis gestos y ademanes burlescos, asumí una actitud séria, tomé asiento y continué leyendo el manuscrito en silencio.

No alcancé á leer la mitad y ya la admiración y el asombro habían dominado mi espíritu por completo. Apénas terminé la lectura, corrí presuroso al Despacho del Vice-Presidente, dejando llenos de estupor á mis compañeros de oficina- Señor, le dije, poniendo sobre su mesa de escribir el precioso manuscrito, señor, lo que le han enviado de Catamarca es una magnífica joya literaria, es un discurso monumental, una obra inapreciable. No conozco otra igual en su jénero.

¿Es posible? Esclamó el Sr. Carril, en tono de admiración y de duda a la vez.

Sí señor, le repliqué, léalo V.E. y juzgará.

En seguida me retiré. Media hora después y cuando me entretenia en comunicar á mis compañeros las impresiones que me había dejado la lectura de sermon, me llamó otra vez el Vice- Presidente, y devolviéndome el cuaderno que lo contenía, me dijo con visible entusiasmo::

Efectivamente Sr. N., esta obra es una maravilla, un portento admirable: hágala publicar en el acto. Ya haremos algo más para honrar el nombre del autor.

Ese algo mas que quería hacer, era el célebre decreto que se espidió y publicó mas tarde y que tan alto levantó el nombre del humilde franciscano de Catamarca, arrancando al mismo tiempo gritos de aplauso y de asombro á toda la prensa y á todos los hombres de letras de la República.

Así terminó su relato el ilustrado funcionario de quien acabo de hablar, y cuyo nombre no puedo, por desgracia , recordar en este momento. Por lo demás, ya comprenderá V. Sr Director de El Creyente, que ese relato no es testual, ni es posible que lo sea, mediando un transcurso de tantos años; pero en sustancia, en el fondo, es el mismo.

En cuanto a los demás episodios que le ofrezco, permítame que los postergue hasta mañana o pasado mientras practique una diligencia indagatoria respecto de uno de ellos.

De todos modos, V. los tendrá muy pronto.

Aprovecho  con gusto esta ocasión para saludarle atentamente y ofrecerme de V. su atento S.S”.

Catamarca, Marzo 12 de 1883            Vicente Bascoi.

(*) FUENTE: “El padre Esquiú”  Obispo de Córdoba

Apuntes Biográficos   Tomo I  Páginas:   212, 213,214

Alberto Ortíz

Beato Fray Mamerto Esquiú Catamarca Fray Mamerto Obispo de Córdoba sermón

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