Cada amanecer me regresa al presente,
es ese momento de inflexión en el que, el primer pestañeo
aún opone resistencia al nuevo día,
y la delgada línea en el córtex donde los sueños bonitos, fantasiosos o angustiantes
oxigenan y resetean mi cerebro
y la realidad es tironeada por cada sístole,
por cada diástole
hasta ser traspasada;
y allí estoy, con el motor a media marcha,
en uno y mil intentos de recordar algo
de ese andar libre (o no tanto) de mi mente cuando se refugia en el dormir,
a veces lo logro, otras, la proyección de imágenes
entremezcladas, sin sentido,
reaparecen en muchos momentos del día hasta que,
finalmente se esfuman o regresan
a su guarida, a la espera de otra embestida;
en cada amanecer
el presente canta, y también grita:
las aves trinan, los niños juegan,
cada vez menos bosques y trinos y más niños con hambre,
las mariposas vuelan, las mujeres hacen,
cada vez menos aleteos y más mujeres que por violencia mueren,
la tierra generosa, los ancianos sabios,
cada vez más gime el Planeta y más solitarios los ancianos,
los proyectos se multiplican, los jóvenes sueñan,
cada vez más esperanza buscando horizonte y más generaciones que emigran,
miles de discursos, cientos de oradores,
cada vez más promesas incumplidas y más políticos sin palabra;
se despegan mis párpados,
cada amanecer me regresa al presente,
y allí estoy,
y aquí sigo estando,
con el presente que por momentos canta
y por momentos grita,
presente que me enamora de a ratos
y de a ratos me escuece.
(*) Escritora - @vidascercanas
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