Ciudades

"Nunca estuve en el lugar por el que fui inculpada" expresó una mujer de El Algarrobo

Días pasados, la justicia imputo por “daño simple” a cinco mujeres que en junio habían participado de una sentada contra Agua Rica. En este caso, imputaron a Patricia Álvarez de Figueroa, madre del Dr. Juan Figueroa, quien defiende a la Asamblea El Algarrobo.

“Son 20 años de lucha de las mujeres y en 20 años no he tirado una piedra ni he hecho ningún daño y esta gente me está tomando mis huellas digitales. Que quede este acto como parte del armado de las causas ficticias que nos están haciendo. Nunca estuve en el lugar por el que fui inculpada y además quiero decir que así pasen años, todo esto que nos esta pasando nos van a devolver punto por punto, letra por letra, cada golpe y forma de cómo nos van enredando la justicia esto va a ser devuelto. Son 20 años de lucha para el agua de toda la comunidad”, declaró en un audio compartido a El Pucará.

Cabe recordar en que, en abril de este año, los vecinos de Andalgalá llevaron a cabo una marcha en rechazo a la mega minería y en defensa del agua, por lo que la policía desató ciertos allanamientos y detuvieron de forma arbitraria a 25 vecinos.

¿Quién es la mujer a la que se le imputa falsamente un delito que no cometió?


Nació en la ciudad de Andalgalá en el año 1961. Realizó sus estudios Primarios en la Escuela Provincial Nº 85 “José Pio Zisneros” y los estudios Secundarios en la Escuela Normal “República de Venezuela”  en la cual obtuvo el Título de “Profesora para la enseñanza primaria”. Cursó los dos primeros años de la carrera de Letras en el Instituto Terciario de Andalgalá.

Su obra literaria recibió distinciones como “La Rosa del inca” –en su primera edición- en el año 1989 a la “Labor Literaria”, el segundo Premio en el Concurso Provincial “Historia de San Martin” en el año 1978 y el Premio Internacional “Jorge Luis Borges 1988” de la “Fundación Givre” con Sede en la Capital de la República.

“ALGARROBO” (DEL LIBRO “OCHO PUERTAS”)






Vengo a nombrarte, sólo
para atrapar el tiempo que he perdido,
para encerrar en una caja los sonidos
y revivir los mágicos perfumes.
Abrir la invisible ventana en que los años
se detienen como estáticos fantasmas.
Vengo a nombrarte, sólo
para encontrarme en los brazos de mi abuelo
que acudía en las siestas estivales
a robarte los aros dorados de tus ramas,
descubrirla nuevamente entre la fronda
con su andar cansino y despacioso.
Vengo a nombrarte, sólo
para adormecer mi vertical espera
con el canto laborioso del coyuyo
que en el ritual intenta, madurar tu leño.
¡Oh qué dulzura me soplas en los labios
proyectando mi existencia hacia el pasado
en que unas manos suaves y arrugadas
-exprimiendo tus incendiadas bayas-
calmaba mi sed de colegiala
con la savia fresca de tu alma!

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