Opinión

Catamarca a contramano del país: ¿triunfo oficialista o ingeniería electoral?

En las elecciones legislativas del 26 de octubre, Catamarca volvió a mostrar una dinámica política que desafía la tendencia nacional. Mientras La Libertad Avanza se consolidó como fuerza dominante en gran parte del país, en Catamarca el oficialismo peronista retuvo dos bancas en Diputados con el 45,66% de los votos. Pero detrás de ese resultado, se esconde una estrategia que merece ser analizada: la fragmentación inducida del campo opositor como herramienta de supervivencia institucional.

Oposición dispersa, oficialismo intacto

Más de ocho listas compitieron en la provincia, pero ninguna superó el 7% salvo las dos principales. La dispersión no fue casual: sectores opositores denuncian que el oficialismo habría promovido rupturas internas, habilitado sellos sin estructura y alentado candidaturas testimoniales para dividir el voto disidente.
Uno de los aspectos más controvertidos del proceso electoral fue la sospecha de financiamiento indirecto del oficialismo a varias listas opositoras, especialmente aquellas sin estructura territorial ni antecedentes políticos sólidos. Diversas fuentes señalan que algunas candidaturas habrían recibido apoyo logístico, recursos o avales institucionales que, lejos de fortalecer la competencia democrática, terminaron fragmentando el voto disidente. Esta práctica, difícil de probar pero recurrentemente denunciada, configura una forma de ingeniería electoral que permite al oficialismo simular pluralidad mientras garantiza su continuidad.
La consecuencia fue clara: el peronismo ganó sin crecer, mientras la oposición perdió sin competir unificada. La participación fue del 67,66%, con un 3,33% de votos en blanco, lo que refleja una ciudadanía que vota, pero no se moviliza.

Boleta Única y doble sistema: modernización parcial

Por primera vez, Catamarca utilizó la Boleta Única de Papel para cargos nacionales, mientras mantuvo el sistema tradicional para los provinciales. Esta dualidad generó confusión, capacitaciones específicas y un contexto electoral complejo. Algunos analistas señalan que esta coexistencia favoreció al oficialismo, que domina el aparato territorial y supo capitalizar la incertidumbre.

¿Contramano o estancamiento?

Catamarca no está a contramano del país por convicción ideológica, sino por diseño estratégico. Mientras el Congreso nacional se prepara para reformas estructurales, la provincia envía representantes que responden a una lógica de poder local, sostenida más por la ausencia de alternativas que por la adhesión ciudadana.
La pregunta que queda abierta es si esta hegemonía es legítima o simplemente funcional. ¿Puede una provincia avanzar si su oposición es fragmentada desde adentro? ¿Y qué rol juegan los medios, las instituciones y la ciudadanía en revertir esa lógica?

En provincias como Catamarca, los medios y las instituciones no sólo conviven con el poder: son funcionales a él. La mayoría de los medios locales subsiste gracias a la pauta oficial, lo que condiciona su capacidad de crítica y limita la pluralidad informativa. Las instituciones, por su parte, operan bajo una lógica de alineamiento más que de control. En este ecosistema, la fragmentación opositora no es una falla del sistema democrático, sino una consecuencia directa de su diseño. Y mientras el país debate modelos, Catamarca perfecciona el suyo: uno donde el poder se recicla, la oposición se dispersa y la ciudadanía vota sin alternativas reales.

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