SANTIAGO DEL ESTERO.- El gobernador de Santiago del Estero, Gerardo Zamora, ratificó su viejo slogan: “Soy como Carlos Juárez, pero mucho más hijo de puta”.
La detención del dirigente opositor Rodrigo Posse, por parte del gobierno de Gerardo Zamora, es una de las decisiones más peligrosas para el orden democrático restablecido en el país desde 1983, aunque en algunas provincias feudales estas prácticas fascistas siguen al orden del día. Santiago del Estero y Formosa, dos provincias lideradas por dirigentes socios del Frente de Todos, conservan el peor autoritarismo que, parece, a la Argentina le cuesta dejar atrás. Cualquier parecido con Venezuela no es mera coincidencia.
Posse, ex diputado provincial y ex presidente del PRO de esta provincia, cometió el pecado de no aceptar las prebendas del ex radical. Cuando Posse asumió como concejal por la Capital y luego como diputado provincial rechazó varios ofrecimientos por parte de Zamora. El caudillo santiagueño cree que todos tienen un precio, pero se chocó de frente contra las convicciones de Posse.
Aunque, vale aclarar, muchos dirigentes que arrancaron su carrera política en la oposición cuestionando el régimen zamorista luego terminaron engrosando las filas oficialistas. Nobleza obliga, muchos otros dirigentes se mantienen firmes en la oposición con la esperanza de que el pueblo santiagueño se despierte en algún momento y la provincia encuentre un camino hacia el progreso. Ese momento, más temprano que tarde, llegará.
Lo más curioso de todo es que el brazo ejecutor de Zamora para detener al dirigente del PRO es nada más y nada menos que el juez Darío Alarcón, ex defensor del Pueblo.
Cabe recordar que a Posse lo detuvieron el miércoles en una causa en la que él era el abogado defensor de una persona. Es decir, lo detuvieron por el ejercicio de su profesión, en una causa inventada con el sólo objetivo de intimidarlo.
Luego del escándalo nacional que generó la detención de Posse, a la Justicia no le quedó otra alternativa que disponer su libertad.
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