Saltar menú de navegación Teclas de acceso rápido
{{dayName}} {{day}} de {{monthName}} de {{year}} - {{hour}}:{{minute}} hs.
Dólar (BNA): $852,50 / $892,50
Dólar Blue: $1.015,00 / $1.035,00
Dólar CCL: $ / $
Dólar MEP: $1.010,67 / $1.011,53
Peso Chileno: $91,62 / $91,81
Opinión

Para Massa es ahora o nunca, y mira al Norte con Cristina a la defensiva

Paradoja de la indescifrable política argentina: Cristina Kirchner, la única “jefa” que se reconoce por ese nombre en el peronismo, está obligada a recurrir a sus ex enemigos y ahora aliados para salvar la ropa. Ungió a Alberto Fernández para ganar una elección. Ahora tolera a Sergio Massa para tratar de evitar que el gobierno siga desmoronándose.

La Vicepresidenta intenta ser pragmática en la política, no en los sentimientos. Tolera ahora porque está a la defensiva, carece de ideas nuevas y de un equipo idóneo. Sin embargo, si ha demostrado algo en su larga trayectoria es que no olvida y que la venganza forma parte de su naturaleza política.

La llegada de Massa añade nuevos ingredientes a la compleja situación. Concentra poder y, en rigor, adquiere un protagonismo casi similar al de un primer ministro, en un país presidencialista. Su desembarco en el Poder Ejecutivo desnuda la debilidad de Alberto Fernández y la extinción de su proyecto de autonomía, primero, y de reelección, después.

Todavía el “albertismo” intenta dar signos de vida -Juan Manuel Olmos como vicejefe de gabinete, la permanencia de Vilma Ibarra y de Santiago Cafiero- pero se parecen a los que los médicos forenses describen como espasmos cadavéricos.

La situación de Massa es parangonable con la de Domingo Cavallo, pero no la del ascendente ministro de Carlos Menem sino con su otra aparición en la agonía de la presidencia de Fernando De la Rúa, que terminó en hecatombe.

La diferencia es que Massa es un político astuto, rápido. Un dirigente que no lo quiere, y que está cerca de él, lo describió como un “descuidista”, alguien que siempre está atento a no dejar pasar la oportunidad. Acierta: para Massa es ahora o nunca (si es que en la política argentina se puede aplicar este adverbio).

Necesita resultados pronto. La lucecita que se encendió con su nombramiento responde más a la desesperada necesidad de aferrarse de algo concreto que a la convicción de que se ha encontrado el camino.

El todavía jefe de la Cámara de Diputados es uno de los dos políticos del oficialismo que tienen cierto juego propio con Estados Unidos. El otro, es Gustavo Beliz, que se hartó el jueves y se fue del gobierno.

Esa vinculación tiene para Massa un gran valor y la intentará utilizar en favor de su gestión económica.

Sus posiciones en temas claves son antagónicas a las de Cristina y a la franja izquierda del oficialismo: está a favor del FMI, condenó al gobierno de Maduro y a la invasión de Putin a Ucrania. En estas y en otras cuestiones su pensamiento está en esa sintonía. Massa viajará en dos semanas a Washington antes de que, por fin, Alberto Fernández vaya a hablar con Joe Biden a fines de agosto o en septiembre.

Si llega allí, todavía estará la estela de Silvina Batakis, la fugaz ministra que fue decapitada horas después de una intensa agenda para “empoderarla”, que le había organizado con empeño y esfuerzo por pedido del Presidente el embajador Jorge Argüello. Sobre todo, la larga entrevista que tuvo Batakis con David Lipton, del Tesoro, algo que no había podido conseguir ni Martín Guzmán.

Los graves problemas de la economía, sobre todo la inflación en ascenso, siguen intactos. Para Massa, la búsqueda de dólares para reforzar las reservas del Central es capital. Las fórmulas imaginativas que se ensayan con las acciones empresarias del Fondo del ANSeS deberán superar la prueba ácida de la aprobación de Cristina, así como el reemplazo de los funcionarios de energía que responden a la Vicepresidenta. O la simplificación del dólar “soja” para facilitar la liquidación de los productores.

Son pruebas que irán mostrando la resistencia de material del nuevo ministro, sometido también a las presiones sociales de los piqueteros oficialistas y del sindicalismo.

Pero los manuales no le dan mucha maniobra. O tiene inflación porque no ajusta o el ajuste lo hace, como siempre lo ha hecho, la inflación. Sencillamente, las salidas milagrosas son sólo teóricas. Y, por lo que suele decir, Massa tiene ideas económicas mucho más ortodoxas que las que exhibe Cristina, generalmente provistas por Axel Kicillof.

Si algo ha demostrado Massa es que tiene una gran confianza en sí mismo. Tiene un acuerdo tácito con Máximo Kirchner (que no es lo mismo que lo tenga con su madre) pero no se sabe si es extensivo a toda La Cámpora.

Sobre ese escenario apuntarán las miradas de toda la economía. De cierto modo, podría ocurrir una especie de repetición: a Fernández buena parte de la gente lo consideró capaz de moderar a su jefa. No funcionó. Si Massa sabe leer lo que pasó y pasa, no debería caer en la misma suficiencia.

Porque en política -y en este caso en particular- el éxito de Massa no necesariamente será el éxito de Cristina. Ambos lo saben muy bien.

Ricardo Kirschbaum

Argentina Cristina Kirchner Economía politica Politica Economica Sergio Massa

Comentarios

Te puede interesar

Teclas de acceso