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Sociedad

Multitudinario y colorido homenaje de los niños a la Madre del Valle

En la noche del domingo 5 de diciembre, rindieron homenaje a la Virgen del Valle los niños y las mamás embarazadas junto con miembros de la Pastoral de la Niñez, durante la Santa Misa presidida por el Obispo Diocesano, Mons. Luis Urbanc en el Paseo de la Fe. La Eucaristía fue concelebrada por el Rector de la Catedral Basílica y Santuario Mariano, Pbro. Gustavo Flores; el Asesor de la Pastoral de la Niñez, Pbro. Santiago Granillo; y el Asesor de la Pastoral Juvenil, Pbro. Eugenio Pachado, y transmitida por las redes sociales en lengua de señas.

Una gran cantidad de niños, junto con sus padres, docentes, catequistas y amigos se dio cita en el Paseo de la Fe para compartir una celebración llena de signos, símbolos y muchos colores.

La liturgia de la Palabra dio inicio con la entrada de una Biblia gigante, y las lecturas fueron proclamadas por niños.

Luego de dar la bienvenida a los pequeños que rendían homenaje a la Madre del Valle, Mons. Urbanc saludó a los integrantes de la Pastoral de la Niñez, “que también se ocupa de animar la pastoral de la ancianidad, los dos cauces que contienen el devenir de la vida humana en el peregrinar terreno”, dijo.

“La temática propuesta para esta jornada ha sido pensar, reflexionar, sentir y actuar como Iglesia sinodal, una Iglesia de hermanos que caminan juntos al encuentro de los que aún se encuentran dispersos y abandonados”, continuó señalando.

Seguidamente manifestó: “En la Palabra de Dios que acabamos de escuchar se nos ha descripto la vida como un camino, similar a los que tenemos en toda Catamarca: de montañas, valles, hondonadas, sinuosos, escabrosos, subidas, bajadas, etc. Caminos que te animan y otros que te desaniman. Unos de aventura y otros que te adormecen”.

 

Dios espera una profunda transformación

Después reflexionó sobre la lectura de Baruc que se había proclamado, en la que el profeta habla de que Dios dispuso que se aplanen las montañas y se rellenen los valles. Respecto de estas metáforas, el Obispo indicó que “lo que Dios espera de nosotros es una dura y profunda transformación, no se trata de un simple cambio, un retoque, un parche: Abajar un monte y elevar un valle son auténticas «obras de ingeniería». Preguntémonos ¿Cuál será ese valle, ese monte que cada uno tiene que transformar? Desde los terrenos bajos y hundidos hay poco horizonte. Puede ser que tengamos «cosas» que nos ciegan y limitan, y nos van haciendo vivir mediocremente; proyectos demasiado cortos y cómodos, como para ‘ir tirando’; ideas, prejuicios, costumbres, miedos, rutinas y cansancios. Es necesario que descubramos esas cosas o situaciones que nos impiden ver con claridad lo que Dios quiere y espera de nosotros para no quedarnos ‘a ras de suelo’. Otras, en cambio, nos da por subirnos a lo alto de nuestro ego, nuestro monte, sin poner los pies en la tierra, aislados, lejos de todo y de todos, como en una nube, diríamos: ‘a mi manera’”.

El Pastor Diocesano agregó otros pensamientos sobre el mensaje del profeta Baruc, para pasar a continuación a las otras dos lecturas proclamadas: “Si bien el mensaje de la Palabra de Dios nos podrá resultar difícil de poner en práctica, no desfallezcamos, pues nos llena de esperanza la última frase del Evangelio: «Todos verán la salvación de Dios» -citando a San Lucas-, y lo que nos ha dicho San Pablo -en su carta a los filipenses-: «el que ha comenzado en ustedes la buena obra la llevará adelante hasta el Día de Cristo Jesús»”.

 

Súplica a la Madre

“Madre querida del Valle, a Ti te suplicamos que nos ayudes, en este tiempo de Adviento, a reconocer que Jesús es el Camino que nos conduce al corazón de Dios Padre y a la felicidad eterna. A corregir los caminos torcidos y escabrosos. Y a que tomemos conciencia de que en nuestro peregrinar terreno no tenemos que preparar nada, sino sólo caminar con Jesús y detrás de Él. Que, como Tú, sólo lo busquemos a Él, obedezcamos sus enseñanzas y sigamos con alegría y generosidad sus divinos pasos”, invocó hacia el final, cerrando con una petición especial: “Protege a nuestros niños de las insidias del maligno que se ensaña con hacerlos débiles para la lucha por medio de esta cultura líquida en la que están creciendo y que muy poco estamos haciendo para revertirla. Que los adultos tomemos conciencia que en esto no podemos dilatar ni un día más las decisiones profundas y valientes que debemos asumir a fin de que los niños de hoy, sean los jóvenes y adultos generosos, responsables, sabios y maduros que el mañana de la humanidad necesita”.

 

Ofrendas y pañuelos

En el momento del ofertorio, acercaron al altar unos panes, pescado y un cáliz gigante, que quedaron en el escenario. Llevaron también la ofrenda material de juguetes y alimentos destinados a niños de sectores más vulnerables, portados por niños del interior de la provincia, acompañados por los integrantes de los servicios de Encuentro de Mujeres Embarazadas (EME), abuelitos y Armada Blanca, pertenecientes a la Pastoral de la Niñez.   

Luego de la Comunión, el Pbro. Santiago Granillo explicó a los presentes el signo realizado para homenajear a la Virgen con pañuelos de colores. Celestes y blancos por su manto, marrones por el hábito del Beato Mamerto Esquiú y violetas representando a San José. Los pañuelos que llevaron los niños tenían impresas las huellas de cada uno, mostrando que forman parte del pueblo de Dios que camina en sinodalidad. Para finalizar, el Obispo bendijo los pañuelos, a los niños y a todos los presentes.

 

TEXTO COMPLETO DE LA HOMILÍA

 

Queridos Devotos y Peregrinos:

                                                               Hoy rinden su homenaje a la Reina del Valle los niños. Bienvenidos a esta celebración. De un modo particular saludo y bendigo a todos los integrantes de la Pastoral de la Niñez, que también se ocupa de animar la pastoral de la ancianidad, los dos cauces que contienen el devenir de la vida humana en el peregrinar terreno.

            La temática propuesta para esta jornada ha sido pensar, reflexionar, sentir y actuar como Iglesia sinodal, una Iglesia de hermanos que caminan juntos al encuentro de los que aún se encuentran dispersos y abandonados.

                   En la Palabra de Dios que acabamos de escuchar se nos ha descripto la vida como un camino, similar a los que tenemos en toda Catamarca: de montañas, valles, hondonadas, sinuosos, escabrosos, subidas, bajadas, etc. Caminos que te animan y otros que te desaniman. Unos de aventura y otros que te adormecen, etc.

            Podemos sacar una conclusión: es difícil, pero no imposible preparar en camino para el Señor.

            Una voz grita en el desierto... «Desierto»: ¡creo que muchas veces percibimos nuestro corazón como un desierto, sin vida y sin caminos!

Prepárenle el camino al Señor… «Preparar»: creo que todos, más o menos, estamos dispuestos, porque nuestro corazón se siente tocado y se acelera como si quisiera ponerse inmediatamente a la tarea.

Allanen sus senderos...  «Allanar»: con la mano en el corazón reconocemos que nuestros senderos no son llanos. Abundan los altibajos. Cuesta avanzar bien por ellos. Por estar distraídos vamos tropezando.  ¡Y cuánto estorbo en nuestros senderos! Algunos por culpa propia o porque nos lo pusieron otros... Seguramente si pusiera un poco más de atención y cuidado, no tropezaría tanto, ni me enredaría, ni me desviaría.

Entonces, ¿Es posible allanar los senderos, Señor? ¡Por supuesto! Pero con la ayuda del Señor. Solos, ¡nunca! …Necesitamos de Dios y de los demás. La solución es sinodal: todos juntos y en comunión con Dios. 

  Que los valles se levanten y los montes se abajen... Esta expresión nos deja asombrados. Me pregunto: ¿Es necesario levantar un valle? ¿Acaso no dejaría de ser valle? ¿Es algo negativo ser valle? La mismas preguntas respecto de la montaña: Acaso la montaña en sí misma es mala, nociva? Y si la abajamos, dejaría de ser montaña.

Entonces, ¿Por qué los profetas Baruc y Juan Bautista gritaban estas cosas tan raras y difíciles?

Porque lo que Dios espera de nosotros es una dura y profunda transformación, no se trata de un simple cambio, un retoque, un parche: Abajar un monte y elevar un valle son auténticas «obras de ingeniería».

          Preguntémonos ¿Cuál será ese valle, ese monte que cada uno tiene que transformar? Desde los terrenos bajos y hundidos hay poco horizonte. Puede ser que tengamos «cosas» que nos ciegan y limitan, y nos van haciendo vivir mediocremente; proyectos demasiado cortos y cómodos, como para ‘ir tirando’; ideas, prejuicios, costumbres, miedos, rutinas y cansancios. Es necesario que descubramos esas cosas o situaciones que nos impiden ver con claridad lo que Dios quiere y espera de nosotros para no quedarnos ‘a ras de suelo’. Otras, en cambio, nos da por subirnos a lo alto de nuestro ego, nuestro monte, sin poner los pies en la tierra, aislados, lejos de todo y de todos, como en una nube, diríamos: ‘a mi manera’.

Que los caminos torcidos se enderecen. Los ‘caminos’ tienen siempre algo de reto y de misterio. ¿Adónde acabarán llevándonos? ¡Existen tantos caminos! A veces creemos que conocemos el camino.  Pero no siempre estamos seguros de estar caminando bien: «corremos mucho, pero fuera de camino» (San Agustín). No todos los caminos nos llevan a donde debemos ir. Y no pocos nos alejan muchísimo.  O no tienen salida, o nos agotan tanto, que perdemos las ganas de seguir.

             Dios nos repite hasta el cansancio «mis caminos no son sus caminos» (Is 55,8b). Los de Dios siempre llegan, porque va al frente, porque los has recorrido primero. Pero para enderezar caminos, tenemos que darnos cuenta y aceptar de que no vamos bien orientados… ¡Cómo contrasta esto con lo que nos gusta tener siempre la razón y aparentar que lo tenemos todo muy claro! Es decir, que nos falta humildad para aprender de otros, preguntar, dejar que nos acompañen y aconsejen.

Y, por último, que lo escabroso se iguale:  Lo escabroso es incómodo, estremece, asusta, dificulta. Puede que haya en nosotros algo escabroso, desagradable, algo que aleje, que moleste. Y puede que no nos percatemos de ello, aunque otros lo vean muy claro. Yo no lo sé, y ¡no sé si quiero saberlo! Pero conviene saberlo, aunque duela. Porque a nadie le agrada que lo rechacen; nos resulta incómodo, que otros nos vean confundidos y que nosotros no nos demos cuenta. Siempre resulta más fácil ver lo escabroso en los demás que en uno mismo. 

Entonces, que lo escabroso se iguale, significa que seamos más agradables, amables, suaves, coherentes, creando puentes, quitando estorbos, acogiendo, escuchando y prestando atención. Tengamos la certeza que lo que nos aleja de los demás, nos aleja de Dios.

Si bien el mensaje de la Palabra de Dios nos podrá resultar difícil de poner en práctica, no desfallezcamos, pues nos llena de esperanza la última frase del Evangelio: «Todos verán la salvación de Dios» (Lc 3,6). Y lo que nos ha dicho San Pablo: «el que ha comenzado en ustedes la buena obra la llevará adelante hasta el Día de Cristo Jesús» (Flp 1,6).

Madre querida del Valle, a Ti te suplicamos que nos ayudes, en este tiempo de Adviento, a reconocer que Jesús es el Camino que nos conduce al corazón de Dios Padre y a la felicidad eterna. A corregir los caminos torcidos y escabrosos. Y a que tomemos conciencia de que en nuestro peregrinar terreno no tenemos que preparar nada, sino sólo caminar con Jesús y detrás de Él. Que, como Tú, sólo lo busquemos a Él, obedezcamos sus enseñanzas y sigamos con alegría y generosidad sus divinos pasos.

Protege a nuestros niños de las insidias del maligno que se ensaña con hacerlos débiles para la lucha por medio de esta cultura líquida en la que están creciendo y que muy poco estamos haciendo para revertirla. Que los adultos tomemos conciencia que en esto no podemos dilatar ni un día más las decisiones profundas y valientes que debemos asumir a fin de que los niños de hoy, sean los jóvenes y adultos generosos, responsables, sabios y maduros que el mañana de la humanidad necesita. Amén

 

¡¡¡Viva el Niño Jesús!!!

¡¡¡Viva la Virgen del Valle!!!

Catamarca Fiesta de la Virgen del Valle Niños virgen del valle

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