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Opinión

¿Quién le teme a Virginia Woolf? - ¿Quién le teme a Cristina Kirchner?

Virginia Woolf fue una escritora l inglesa que padecía un cuadro bipolar y era conocida por sus bruscos cambios de humor que le habían creado una fama de excéntrica e impredecible entre la intelectualidad británica que frecuentaba el Círculo de Bloomsbury. Estas conductas inciertas creaban cierta aprehensión entre sus conocidos, que incluía personajes como Wittgenstein, Keynes y el mismo Freud. Algunos de su entorno llegaron a temer sus respuestas y reacciones intempestivas. De allí la pregunta ¿Quién le teme a Virginia Woolf?

En el caso de nuestra expresidente son muchos los que le temen. Algunos de quienes la rodean han sufrido sus ataques de furia, sus conductas soberbias y su desprecio. Muchos han sido testigos de las peleas apoteóticas con Él, el “santo visionario” que comenzó con un nuevo modelo de país, al que su cónyuge conduce con fusta al precipicio.

Si bien Cristina es una bipolar, como lo era Virginia Woolf, también es una gran oradora, poseedora de un aplomo que la convierte en una consumada actriz. Como tal, conoce muy bien su papel.

La presentación de su descargo por pacto con Irán y el atentado contra la AMIA, más allá de la parte judicial y la legalidad de tener esta posibilidad de descargo, fue una actuación cuyo fin era amedrentar a los jueces. Difundir este mensaje solo asiste a cultivar el temor entre aquellos que deben dictar un veredicto. Sembrar el pánico en la justicia no es nada nuevo, así lo han hecho cientos de déspotas como Mussolini con sus gestos altaneros, Hitler con sus rabietas, Stalin con sus silencios, Fidel con su verborragia ...

Cada vez que Cristina debe defenderse, como lo hizo en el caso Nisman, elige la escenografía y el vestuario. El blanco que luce es un mensaje elíptico de su pureza. Levanta la voz, muestra carpetas, sacude papeles, levanta el dedo como advirtiendo, alude a su condición de viuda, madre y abuela y se victimiza como centro de un complot siniestro contra ella y, a su vez, contra Argentina. Hasta se le quiebra la voz y casi se le pianta un lagrimón durante su alocución, en la que no deja de retirar los cabellos que caen sobre su rostro, exhibiendo el Rolex de oro que luce en su muñeca y los anillos que abundan en sus dedos. Es muy curioso como esta nueva abanderada de los pobres, exhibe sus riquezas como antaño lo hizo la esposa del general Perón. Es una extraña paradoja que se repite, la opulencia defendiendo a la miseria ...

En su discurso no expone argumento alguno (y hasta habla de las vacunas ...) porque no está dirigido a los jueces y su raciocinio, sino al sentimiento de un pueblo que reacciona visceralmente. La tan mentada sabiduría del pueblo no necesita de pruebas o razones, solo se maneja por símbolos y gestos, ven a una mujer de blanco declarándose víctima de oscuras fuerzas que la persiguen.

Como todas las cosas, cuando más intrincadas son los temas a tratar, las resoluciones terminan siendo emocionales. Y el miedo sigue siendo una poderosa – muy poderosa – razón, que mueve más voluntades que toda la sesuda jurisprudencia del mundo.

En algún momento cuando lanzó a su hijo al ruedo político, sus adláteres sostuvieron que lo iban a preparar a Máximo, no haciéndolo estudiar filosofía política ni economía (válgame, Dios). Su preparación quedaría en manos de Andrea del Boca y sus clases de actuación...

Esta fue otra puesta en escena de Cristina en la que ha personificado su papel más popular: el de ella misma. En esos minutos pasó de lanzar un mensaje furibundo, a victimizarse asumiendo el rol de una mujer desesperada que muestra que está dispuesta a pelear hasta sus últimas consecuencias, caiga quien caiga.

No sé quién le temía a Virginia Woolf, pero sé que muchos le temen a Cristina Kirchner.

 

 

Omar López Mato

omarlopezmato@gmail.com

Cristina Kirchner Feminismo miedo Suicidio Virginia Woolf

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